"Hasta el fin del mundo (amour fou)"
Al llegar a la curva de La Estafeta, nos lanzamos ciegamente hacia adelante, pero algo me decía que me volviera. No sé qué era ni por qué lo hice. Desde entonces todos se impusieron volverme a la carrera. Embestí a unos y a otros, y sentí a mi alrededor el acre olor del pánico. Había logrado remontar casi hasta la salida, cuando algo me dijo que estaba cerca, muy cerca de mí. Giré la cara, Dios, y era, era ella. Me molestó que también esta vez llevase el maldito cencerro, pero qué podía hacer, qué podía hacer, más que volverme sobre mis pasos y seguirla, Dios, seguirla hasta el fin del mundo.
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"Otro de buitres"
De pronto, del cielo comenzaron a caer avestruces, gansos, garrapatas, jirafas, chuchos, hienas y otros cientos de animales de los que no había noticia. Al caer, unos se rompían las patas, otros se desnucaban por aquellas peñas o reventaban, flop, y todo lo dejaban perdido de vísceras y sangre. El tipo de las barbas mosaicas tuvo más suerte y cayó sobre unas retamas, pero la caída debió trastornarlo porque se jactaba de no sé qué diluvio y de una paloma que llevaba en el pico una rama de olivo. ¿Un diluvio? ¿Qué diluvio, ni qué diluvio, si Dios nos había privado de la lluvia durante los últimos siete años? Indiferente a mis objeciones, se sacudió la túnica y se alejó tan contento, silbando. Mañana le grité alzando el puño, no quedará ni un solo bicho vivo. No sabe cómo se la gastan por aquí los buitres. Pero, bah, no me escuchaba.
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6 comentarios:
Merece la pena volver de vacaciones para leer ese “amor fou” de Manuel, de ritmo vertiginoso. En mi opinión, con apenas tres palabras clave (Estafeta, embestí y cencerro) y un uso austero y calibrado de la primera persona, fija la acción con tanta credibilidad, que invita a una constante relectura.
Estupendos los dos. Me gusta su ironía. Tendré que buscar ese libro de microrrelatos. Un abrazo.
Me gustan los animales que diluvian.
Sí. Sobre todo los chuchos.
Celebro ser lector.
Un saludo
Una reverencia
Sorprendentes y veloces. Casi agresivos. Futurismo pictórico traducido al papel. ¡Cuidado que viene una palabra!
Descubrí a Manuel Moya sin saberlo, como Violeta Rengel con La posesión del humo, editado por Hiperión.
Un autor muy interesante.
Un saludo.
Violeta C. Rangel, para ser si no me equivoco esta vez, preciso.
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