martes, 19 de mayo de 2009

Haydn, Antonio Carvajal y el Cuarteto Albada

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Durante la Semana Santa de 1785, 1786 ó 1787, no se sabe a ciencia cierta, se estrenó en Cádiz Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, de F.J. Haydn (1732-1809). La obra se la había encargado el canónigo de Cádiz, José Saénz de Santamaría, sacerdote mexicano que vivía en España, para ayudar a la meditación que realizaban los miembros de una comunidad religiosa, conocida como la Hermandad de la Santa Cueva. El caso fue que los miembros de la cofradía de la Madre Antigua, quienes se reunían para orar en la Iglesia del Rosario, descubrieron por casualidad una cueva subterránea, decidiendo continuar allí sus meditaciones. Conocida como Capilla del Santísimo Sacramento, se ornamentó la iglesia con cuadros de Goya ("La multiplicación de los panes y los peces", "El convite nupcial" y "La última cena"), por lo que les pareció necesario la creación de una pieza musical a la altura que acompañara las oraciones del Viernes Santo. El encargo se hizo por mediación de los marqueses de Méritos y Ureña. A las palabras de Cristo en la cruz, le añade Haydn una introducción, siete sonatas y un final, denominado “Terremoto”. Esta versión posterior, para cuarteto de cuerda, llegó a ser más popular que la versión original para orquesta. “Hace quince años -cuenta Hydn- que el canónigo de Cádiz me pidió hacer música instrumental para las siete palabras de Cristo en la Cruz (...) Después de la introducción, subió el obispo al púlpito, pronunció una de las siete palabras y habiendo terminado bajó y se arrodilló ante el altar. Esta pausa fue completada por la música y así una y otra vez hasta la conclusión...". Manuel de Falla la oiría de niño, cuando su madre lo llevaba a la catedral de Cádiz, a los oficios del Viernes Santo, quedando tan impresionado que solía decir que entonces empezó a gestarse su vocación musical. Años más tarde comentó sobre la citada pieza: “¡Qué equilibrio! Ni una sola nota de más ni de menos que las necesarias. ¡Perfección absoluta! ¡Maravillosa!”.
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En 1989 se cumplían cincuenta años de la huida de España de Falla, horrorizado por los crímenes de los vencedores en la Guerra Civil. El ayuntamiento de Granada quiso celebrarlo con un concierto a cargo de la New American Chamber Orquestra, dirigida por Misha Rachlessky, en el que se interpretaría la obra de Haydn, pero necesitaban unos textos que acompañaran la interpretación musical y se los encargaron al poeta Antonio Carvajal. Desde entonces, con diversos grupos de cámara, ha leído sus poemas, que aparecen recogidos en su libro Miradas sobre agua (Hiperión, 1993), para acompañar la música de Haydn.
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El sábado pasado, en el Auditorio de Barcelona, el Cuarteto Albada, interpretó -con mucho éxito- el susodicho concierto de Haydn, con la presencia de Antonio Carvajal, quien acompañó a los músicos con la lectura de sus poemas. Por primera vez, no se hizo en una iglesia, ni el poeta pudo decir sus versos desde un púlpito, aunque el resultado no fue por ello menos afortunado y emocionante.
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-----"Paráfrasis de las siete palabras de Cristo en la Cruz"
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PADRE, PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN QUÉ HACEN
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DESDE la cima llamo; desde el alto
dolor de un cuerpo en llagas y desnudo,
clamo hacia ti, por ellos, que me tienen
desnudo, herido,

sin saber para qué, por qué lo hicieron.
No es esta desnudez lo que me duele
ni sus bocas de cieno en mis mejillas
como larva viscosa

de podredumbre, ni esta herida sucia
por no sé qué maldad que yo esperaba,
por no sé qué maldad que yo sabía
en sus pechos crecida.

Me dueles tú, que no apartaste el cáliz.
Me hieres tú, con tu silencio. Tú,
que me has desamparado. No te enojes
con ellos, no te ensañes

con su maldad pequeña, tan mudable
como sus pocas horas. Tu perdón
es la esperanza sola que me queda,
la luz de mi agonía.
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TE DIGO DE VERDAD QUE HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO
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CUANDO cierres los ojos y se rompan tus huesos
y de ti ya no queden ni el nombre ni el aliento,

cuando arrojen tu cuerpo a la caliente fosa,
yo te estaré mirando, yo buscaré tu boca.

Yo seré por tu carne una llama lentísima
que dejará en la tierra ceniza de otra vida,

que elevará tu alma más allá de los astros,
porque tú me has hablado, porque me has consolado.

No te puedo decir cómo es el paraíso
donde estarás intacto, donde estarás conmigo,

pero cierra los ojos y sueña que la noche
viene como una madre común, y nos acoge.
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MUJER, VES AQUÍ A TU HIJO; Y TÚ, VES AQUÍ A TU MADRE
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NO te pido por mí, porque ya sé, Dios mío,
que nada más hermoso puede darme la vida
de lo que ya me ha dado, lo que con tu albedrío
me quitaste y yo acepto; un fulgor, una herida.

Te pido por quien tienes bajo tu señorío
y muchas veces dejas de tu mano o, con brida
tensa, reduces tanto, con tanto poderío
que es corcel de los sueños y esclava de otra vida.

Te pido por su bien y por tu bien, Dios santo,
que le des todo el aire, que no la oprimas tanto,
que le des todo el gozo, que le des tu alegría.

Y que cuando yo muera su sonrisa me asista
y en sus ojos oscuros yo te entregue mi vista
y aquel amor que sabes que yo te tuve un día.
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DIOS, DIOS, ¿POR QUÉ ME DESAMPARASTE?
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TE pedí que apartaras ese cáliz
de mí, que no mancharas con mi sangre
mi propia piel, porque me quise blanco,
Amado blando de la noche sola,
pero no me has oído,
o no me has escuchado,
o no has podido redimirme intacto,
y has volcado mi sangre y me has dejado
solo, manchado y solo, como el ciervo
herido que va huyendo entre los árboles
y no encuentra un amparo para darte
en paz de soledad su último aliento.
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------TENGO SED
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DESDE lejos escucho unas voces clamando.
No sé qué dicen. Tengo mi corazón vacío.
Desde lejos los miro. Sé que me están mirando.
No sé qué miran. Tengo mi corazón vacío.

Desde la cima estoy sangrando, estoy clamando
y sé que no me escuchas, que me dejas, Dios mío.
Y sé que tú me miras. Sé que me estás mirando.
Pero no sé qué miras al mirarme, Dios mío.

Y tengo sed. Y tengo la boca como llaga,
la boca como tierra por la lluvia negada,
el alma como llaga de la tierra sedienta.

Y es mi cuerpo sin lágrimas una boca, una llaga,
una tierra reseca por la lluvia negada,
y es un alma sin Dios, pero de Dios sedienta.
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------TODO ACABÓ
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VOLVÍ a mirar los muros, Dios mío,
Dios mío, volví a mirar los muros de mi sueño,
los muros de mi corazón derribados,
los muros de mi patria derribados,
los muros de mis brazos.

Volví a mirar los muros
con ojos como rocas,
con ojos con aristas,
con derrumbes, con sueños
ya imposibles, Dios mío,
y quise atar mis manos a las rocas
para que no se fueran tras los muros,
para que no volvieran a tocar la tierra,
para que no volvieran a secar mis lágrimas.

Porque lloré hacia dentro,
porque lloré hacia dentro como lloran
los hombres cuando lloran
delante de otros hombres,
con un dolor de hombre que se sabe
entre otros hombres triste,
entre otros hombres solo,
entre otros hombres sin amor, con vida.

Con demasiada vida,
con demasiado cuerpo propio y solo,
con alma demasiada y desbordada
como palabra y lágrima
hacia dentro, hacia dentro.
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¡PADRE!, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU
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SIEMPRE te tuve en brazos cuando tú no nacías,
cuando tú no llorabas, fuente sellada y pura,
como tú me abrazabas, como tú me mecías
en el jardín cerrado bajo la noche oscura.

Yo niño entre tus brazos, pero tú no crecías,
sobre un mundo de insomnio sorprendida criatura,
pero tú no brotabas, pero tú no gemías.
Y sin embargo el tiempo tu cansancio inaugura.

Siempre estoy en tus brazos, noche que me recibes,
y hay un nudo pequeño y un pájaro salvaje
desde la rosa al llanto, desde el llanto al sollozo.

Siempre naces y mueres, siempre creces y vives,
pero estás en mis brazos sin cabellos ni traje,
pero estoy en tus brazos como al fondo de un pozo.
(1989)
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* Las fotos del ensayo y del concierto son de Francisco Fernández.
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3 comentarios:

Javier Quiñones dijo...

¡Bravo, Fernando!, soberbia entrada.
Un abrazo, Javier.

Julia dijo...

Y ahora, relean el comentario de Álex de la Iglesia en "Boquitas pintadas 29".
No sé qué pensar.

Javier Quiñones dijo...

Releo la cita de Álex de la Iglesia y también los comentarios que en su día generó. Para mí, se trata de hacerse el original y el "rompedor" y la única manera de calificarlo es como una salida de pata de banco de dudoso gusto. Allá cada cual con lo que dice, declara y escribe...
Un abrazo, Javier.