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Hace unos días, en una conversación entre Aurora Bernárdez y Mario Vargas Llosa, el narrador peruano dio por hecho que ella, la primera esposa de Cortázar, le había inspirado el personaje de Rayuela, la Maga, y aunque lo negó, el autor de La ciudad y los perros insistió, diciendo que de todas formas era quien más se le parecía. Bueno, pues me temo que no es así. No hay más que leer la correspondencia de Cortázar, editada por Alfaguara, para saber en quién se inspiró para componer la Maga. Se trata de la alemana Edith Aron, con quien coincidió en 1950 en el barco que lo trajo por primera vez a Europa. En aquella ocasión apenas se trataron, pero luego el azar los hizo coincidir en diversos lugares de París hasta que empezaron a conocerse y se hicieron amigos. Edith Aron, de origen judío, tenía entonces 23 años y había emigrado con su madre a Buenos Aires. Pero tras finalizar la segunda guerra mundial regresaron a Europa. Las relaciones entre Edith y Julio fueron enfriándose porque ella se empeñó en traducir sus cuentos al alemán, con dudosos resultados, por lo que el argentino no permitió que tradujera el resto de su obra y ella se sintió traicionada. Hace unos años, primero Juan Cruz en El País, y luego Paula Kuffer en la revista Quimera, entrevistaron a la alemana, ahora residente en Londres, donde vive con su hija. El caso es que Edith siempre negó ser la Maga, quizá porque más que un personaje quiso ser escritora, aunque no consiguió ser reconocida como tal. Lo que sí ha confesado en entrevistas recientes es que Cortázar le pidió que se fuera a vivir con él y no accedió, sin darse cuenta de lo enamorada que estaba de él. Entontes llegó Aurora Bernárdez a París y las cosas cambiaron definitivamente. Quizá Edith Aron no llegó a entender nunca del todo, o lo entendió demasiado tarde, lo que significaba el personaje de la Maga para tantos lectores devotos de Rayuela. Hay que leer Rayuela, o volver a leerla.
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7 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo, Fernando, nunca acaba uno de leer definitivamente "Rayuela", siempre aparece un rincón donde no has barrido.
¿Quién no se enamoró, alguna vez, de la Maga?
Un saludo.
Fernando, yo la releí el año pasado, justo antes de marcharme tres meses a París. Todavía hoy resuena en mi memoria. Aún no he leído la correspondencia, pero está claro que hay que hacerlo (aunque solo sea por la Maga). Un abrazo.
Qué inquietante lo de las vidas no vividas, lo de las decisiones no tomadas que marcan. Qué gran tema literario, el de este personaje que con el tiempo se arrepintió de no haberse decidido a vivir con Cortázar. ¿Demasiado árbol? ¿Sombra demasiado alargada que apagaría la luz propia de la mujer? Hizo bien o no? Se lo habrá preguntado toda la vida. Pero ahí queda, LA MAGA
Sí, hay que volver al leer Rayuela y volver a encontrarse con la Maga, ese personaje que representaba la vida y las emociones en contraste con las racionalidad y los intelectuales. Cuando leí Rayuela a los 19 o veinte años yo también quería ser esa Maga y vivir en París, perderme para encontrar el amor en sus calles al azar... Gracias por mostrarnos la identidad de esa mujer que realmente existió.
Gracias por esta información que desconocía, Fernando.
Un cordial abrazo
Rayuela sigue escribiéndose.
Es un buen momento para volver a Rayuela, aunque ahora tal vez la Maga ya siempre tenga la cara de Edith, la chica de 23 años que no quiso vivir con Cortázar.
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