Nunca me llevé bien con la familia. Desde la abuela Felicia, con ese don para esparcir cizaña, hasta el patán de mi hermano Ricardo, todos parecían puestos en escena para que la mía fuera una existencia desgraciada. Eran parientes artificiales, implantados en mi vida como órganos ajenos, que mi cuerpo rechazaba con furia desde niño. Durante años fantaseé con ser un niño adoptado. Pero el pulgar en forma de martillo no dejaba espacio para la duda acerca de mi ascendencia. Todo lo que hice para alejarme de mis parientes, resultó inútil. Acabé con la mandíbula de la abuela encajada en uno de mis fémures, las costillas de Ricardo sobre mi coxis y al lado, el cráneo de papá. Juntos y revueltos en el mismo nicho, obedeciendo la costumbre familiar.
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Intenta gritar pero sólo consigue que de su boca salga un susurro: hay un tiburón debajo de la cama. Su voz le suena extraña, como el crepitar de una radio mal sintonizada. ¿Por qué no me hacen caso ? Cree que si se mueve, el tiburón le irá mordiendo los dedos de los pies, seguirá con las manos y después con las orejas. Por eso se queda quieta. No moverse, no respirar. Tal vez el tiburón desaparezca, como otras veces. O peor, podría traer a su amigo el cocodrilo, y entre los dos darse un atracón con ella.
No ha comido nada, me ha dicho la enfermera, lleva toda la noche hablando y las gotas del sedante no le han hecho efecto. Pobre mamá, no sabe que el tiburón ya se la comió hace meses, que solo dejó su pesadilla, enrollada como monda de naranja bajo la sábana. Su pesadilla es todo lo que queda de mamá. Hasta que vuelva el tiburón a terminar el festín.
* Araceli Esteves (Barcelona, 1960) se diplomó en la EUTI de la Universidad Autónoma de Barcelona, especializándose en inglés y ruso. Ha vivido en Londres y en Bruselas, pero ahora reside en Mallorca, donde es profesora de inglés. Mantiene un activo blog con el nombre de El pasado que me espera. Estos dos microrrelatos son inéditos.
12 comentarios:
Del primero, me quedo con ese funerario sentido del humor, tan implacable a la hora de llevar la supuesta bondad del título a las últimas consecuencias. Del segundo, me llama la atención lo bien construída que está la voz narrativa, tan lejana como para verlo y saberlo todo, y tan cercana que fácilmente se desdobla en la voz del otro personaje, como si todo formara parte de un mismo pensamiento, que transita desde la mente del autor a la del lector, sin sobresaltos. Excelentes, los dos.
Un merecido homenaje, sí señor.
Los dos tratan de alguna manera de la familia pero el segundo, si cabe, es aum más desgarrado. Es curioso como consigue esa dureza y dulcura al mismo tiempo.
El blog es magnífico. Cada relato te deja con la boca aúm más abierta que el anterior. Que sí. Que Araceli Esteves es un crac de los microrelatos.
Humor en el primero y tragedia en el segundo. Prefiero el segundo, porque tampoco renuncia al humor.
Un saludo.
Muy buenos los dos. La pesadilla hecha monda debajo de la cama de un hospital me parece una imagen acertadísima. He vistado su blog, que no conocía, y he leído algunos microrrelatos. Gracias por servirnos de puente.
Buenísimos los dos, Araceli. Poco más tengo oque añadir a lo que ya te han comentado.
También me llamo la atención esa imagen de la monda de naranja pero como siempre, se me han adelantado.
Enhorabuena.
Y además de escribir bien, eres muy guapa. En la segunda foto te pareces a aquella novia del príncipe Felipe (¿Isabel Sartorius, era?) Sí creo que a esa.
El Viajero me ha traído hasta aquí y como siempre es un placer leer estos microrrelatos de Araceli. A mí, por lo menos, que estoy enganchado a ellos, todo microrrelato de Araceli me parece poco. Araceli, ¿para cuándo un microrrelato largo de doscientas o trecientas páginas?
Con toda mi admiración.
BRAVOOOOOO
BRAVOOOOOOO
Me ha encantado, y además me ha emocionado verte , tía, tienen razón por aquí ,qué mona eres , joder, como nunca se te ve la cara en tu territorio bloguero, me ha encantado verte...
los textos, pues como ya estoy acostumbrada, incisivos, sorprendentes y ágiles, vamos , la literatura que me gusta leer.
Mil besos y felicidades a ti y al autor de este blog por su buen gusto.
El primer microrrelato me ha tenido en vilo, no sabía cómo iba a terminar, y evidentemente, ha sido de manera magistral. El título niquelao.
El segundo me ha angustiado un poco, porque me recuerda a cuando tengo pesadillas e intento gritar y no puedo. Pero tú cuentas mejor las pesadillas que yo, evidentemente.
Sales divina en las fotos :):) ¡Y qué de información de golpe de nuestra Araceli! (es que ya eres como de la familia...)
Besoo
Fantásticos como todos los micros de Araceli. La verdad Fernando dice mucho de ti el saber descubrir y apreciar lo bueno que hay por la red... que es mucho. Es importante hacer eco para que más gente pueda leerlo, generosidad literaria... a veces tan escondida. Un abrazo.
Hola, Araceli: Estoy de acuerdo en todos los elogios que te llegan. Por mi parte, cada día te leo más Kafka. Eres Araceli, sin duda y sin asomo de copia, pero tu estilo, tu narrativa y tu ferocidad me lo recuerdan, lo cual espero que lo consideres un elogio. Un beso, Maribel
Hola, Araceli. Solo me pongo en contacto contigo por si lo acierto. No estoy segura. Un beso. maribel.
Muy buenos los dos, la verdad. La voz narrativa está muy bien construida. Un saludo.
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