sábado, 28 de junio de 2008

Litoral: la ciudad en las artes y en la literatura

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Cada vez quedan menos revistas literarias y culturales que se ocupen de la actualidad y que podamos seguir con interés (Revista de Occidente, Clarín, Ínsula, Mercurio, Turia, Revista de libros, son algunas de ellas), que no sean una mera plataforma propagandística al servicio de un puñado de aspirantes a escritores, entre mediocres, intrigantes y medradores. La malagueña Litoral, con una dilatada y brillante historia detrás, es una de las más destacadas, puesto que ninguno de sus números decepciona. Acaso esto sea así porque han logrado aunar, como pocas publicaciones, la calidad de los textos y las imágenes, el diseño y el acierto en la selección de los temas, siempre atractivos.
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En esta ocasión, un número que iba a estar dedicado a los viajes, ha acabado convirtiéndose en otro que se ocupa de La ciudad en las artes y en la literatura, presentándonoslo bajo la advocación de Lawrence Durrell, Italino Calvino y el pintor Hopper. A los textos literarios, poemas y ensayos, desde comienzos del XX a nuestros días, se une la reflexión sobre la ciudad en el cine (entre el documento y la invención), la música en las ciudades, y el protagonismo de la pintura o la fotografía, con materiales a menudo poco conocidos.
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Me gustan las revistas que trascienden la mera actualidad, que puedan conservarse en la estantería junto a los libros, que soporten el paso del tiempo. Litoral, desde luego, puede contarse entre ellas.
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2 comentarios:

Marga Iriarte dijo...

Litoral es perdurable porque carece de esa loca pulsión por atrapar mercado,con barniz literario, pero mercado al fin y al cabo. Es una revista que huele bien, y ya se sabe que el olfato conduce al intelecto.

Joaquín dijo...

Los números de Litoral son un lujo, pero también en el sentido más literal del término. Recuerdan los tea-table books, lujosamente ilustrados en papel satinado...

Aunque poseo un puñado de "litorales", el que más me gusta es el número 195-196 (agosto de 1992), "Memoria de América en la poesía", en papel verjurado, y como únicos elementos gráficos las letras capitulares en tinta violeta, y una viñeta en la portada.