domingo, 15 de junio de 2008

Sobre los toros, sin que sirva de precedente

........... Joaquín Vidal

No tengo nada contra los toros, lo siento; ni a favor, tampoco. Me hago taurófilo en cuanto oigo a los fanáticos de ERC ponerse en contra; y antitaurófilo cuando escucho las demagógicas explicaciones de Sánchez Geta Dragó. En toda mi vida, sólo he estado en una ocasión en la plaza, y se remonta a la noche de los tiempos, tanto que ni siquiera recuerdo a uno solo de los toreros. Más allá de la niñez, tampoco recuerdo haber visto una corrida en televisión. Pero no es esto, desde luego, lo que hoy quería contar, sino lo mucho que me llama la atención el despliegue que últimamente dedica el diario El País a la fiesta, la entronización -incluso ¿intelectual?- que ha hecho del torero José Tomás..

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Manuel Vicent


El caso es que, ni sé de toros, ni frecuento las corridas, como decía; en cambio, disfrutaba mucho con los artículos de Joaquín Vidal, como pura escritura de maestro en el arte de la crónica que era, del artículo literario. Quizá la memoria me falle, pero me parece que ni siquiera en los tiempos de máximo esplendor del gran Joaquín Vidal (fallecido en el 2002), su diario le había dedicado tanto espacio a la fiesta. A mí no me disgustan los artículos, excelentes al menos como piezas literarias, que algunos escritores le han dedicado al tema. La crónica de la corrida, propiamente dicha, me la salto. En el ABC, el escritor Andrés Ibáñez dedica una pieza magistral ("Ni justo, ni noble, ni bello", 31 de mayo del 2008), estemos o no de acuerdo con sus argumentos, a preguntarse cuándo van a prohibirse los toros. En fin.
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Lo que no puedo es dejar de pensar en Manuel Vicent, en su artículo antitaurino anual, el artículo, con los que incluso ha llegado a componer un libro, Antitauromaquia (Aguilar, 2001). Quizás el próximo podría dedicárselo a su periodico. Cada año abril trae las llaves del toril, como aprendíamos en el colegio, y en el mismo periódico conviven, con absoluta naturalidad, los razonamientos de Vicent, un cartel con Alaska oponiéndose a la fiesta, muestras ambas de pura mala conciencia, y un despliegue inusitado de taurofilia, sin que falte el colorido especial de exaltación de la fiesta. En fin, que todo vale en esta idiota posmodernidad, de la que no acabamos de salir...



José Tomás



Alaska contra los toros

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

En este caso hay dos opciones y uno debe escoger: sí a las corridas de toros o no a las corridas de toros. El término medio no sirve ni tampoco se puede poner de referente a nadie porque somos nosotros los que podemos y debemos decidir por nosotros mismos. Yo digo rotundamente NO.

Digo NO a las corridas de toros porque es un acto vergonzoso de tortura gratuita. Vergonzoso para la especie humana en toda su dimensión. ¿Cómo es posible deleitarse con unas palabras que remiten a ese espectáculo atroz? Ni siquiera la crónica taurina es hermosa, pues no habla de algo bello en sí, sino despreciable y bárbaro. ¿Se imaginan que alguien disfrutara con las "poéticas" imágenes del crematorio de un campo de concentración? ¿Alguien podría deleitarse leyendo la noticia, perfectamente escrita, de un acto de pedofilia? ¿Puede extasiarnos una brutal paliza de un hombre a su mujer porque se ha rodado en Cinemascope? Toda obra que consideremos artística ha de ser no sólo hermosa, sino buena; es decir, bella. Y yo no creo que la crónica taurina, por muy engalanada que la escriba el periodista, se refiere a un arte noble, a un espectáculo feliz o a un acto bueno; antes bien, habla de la tortura de un animal inferior a nosotros que fue sacrificado sin razón para deleite de un grupo de personas a las que les falta algo en el alma y les va mal algo en su cerebro.

Recuerdo las palabras de un chico que es numerario del Opus Dei. Se considera un caballero cristiano, un hombre perfecto en cuanto a su nobleza de corazón. Un día me refería emocionado, no cabía de gozo en sí, cómo llevaba una temporada dedicándose a la caza de mariposas. Me explicó con lujo de detalles cuál es el método ideal de matar a una mariposa para que luego luzca perfecta clavada en un corcho: hay que presionar su abdomen hasta que muera por falta de aire; de ese modo, el cuerpo del animal no se echa a perder. Yo le miraba con tristeza y pensaba qué tipo de buen cristiano tenía yo delante que, creyéndose el paladín del humanismo y de los buenos sentimientos, salía cada sábado al campo para matar la belleza que luego él creía conservar en su habitación traspasada por un alfiler y sujera a un maldito corcho.

No sé cómo puede alguien mirarse al espejo y decir que es una buena persona si disfruta participando activa o pasivamente en esa carnicería que en España llamamos, para vergüenza de tantos, "nuestra fiesta nacional".

El mundo de la tauromaquia mueve mucho dinero. Interesa a un sector que va desde el ganadero hasta el matador de toros. A nadie más le beneficia. Pero los hombres que se enriquecen con el sufrimiento de un animal jamás contarán la verdad: que el toro no enviste, que el toro es pacífico, que no hay ningún arte en el calvario del ruedo, que no hay épica alguna en cortar al animal moribundo sus dos orejas y el rabo para salir con ellos a hombros.

El toro es torturado desde semanas antes de la corrida. Muchos veterinarios han encontrado drogas en el animal y hasta alfileres en sus testículos... El toro se desangra, sufre y, sí, no es sudor lo que le cae de sus ojos. Cuando la cámara enfoca son sus lágrimas de sufrimiento lo que vemos porque el toro también sabe llorar y llora amargamente. ¿Quién le defiende en la plaza? Nadie. Va a morir. En su desesperación, sigue envistiendo, va al capote, nuevamente dos banderillas más, más sangre derramándose por la piel del animal, un bufido trágico que no es de ira sino de dolor, otro capote, dos vueltas, ya duele hasta respirar, ahora viene la estocada, también te van a cortar las orejas, el rabo, quizás adentro también los genitales... todo vale, tus verdugos no responderán ante nadie, derramas litros de sangre, qué pasará por tu mente, torito bueno que te estás muriendo... ¿Qué maldito desgraciado puede reírse y disfrutar con esto?

Ojalá existe Dios después de la muerte... No quisiera estar en el lugar de los que aprueban ese tormento. Que caiga sobre ellos toda la cólera de Dios. Y ojalá pronto también la justicia del hombre. Nadie torea por amor al arte, pero sí por cien millones de pesetas. La gente que va a los toros, que vaya antes a la escuela. Y los que escriben crónicas taurinas y los que las leen con agrado, lo siento por ellos porque no hay hospital para el alma, que la tienen enferma y parece inhumana.

Anónimo dijo...

Fe de erratas: Donde pone anónimo debería aparecer Rafael (al menos en la firma, al final) y allí donde se escribió envestida se quiso decir embestida. Ay, entre olas y trajes, no gano para disgustos...

En cuanto a lo de EL PAÍS, bueno, algo parecido ocurre en las páginas de opinión de EL MUNDO: ahí se mezcla la columna de David Gistau con el párrafo de Antonio Gala, que ya es mucho juntar, pero ahí está. No sé si para bien o para mal, pero está. Al margen de ello, creo que ahí radica la libertad de expresión. Si un diario informara y no se dedicara a ideologizar con la información que ofrece, sería normal que colaborasen periodistas con opiniones muy distintas. Lo contrario es la uniformidad, que a mí me atrae, pero que sé que no es lo correcto.

Por ejemplo, yo soy antitaurino y vegetariano, pero eso no me convierte en anticlerical o de la ERC. Igual hay gente que se considera socialista y va a misa (aunque, tal y como se encuentra la relación entre el actual gobierno y la Iglesia, uf, eso sí que lo veo difícil) o quien come carne, pero no disfruta con el sufrimiento gratuito de un animal (por decir algo, que tiren a una cabra de un campanario durante las fiestas locales).

Nada más. Un saludo,
Rafael.

Carmen Prada Alonso dijo...

Estar a favor o en contra de los toros es solo cuestión de sensibilidad por un lado, y razonamiento por otro. Si tenemos sentimientos no soportamos ver sufrir a un ser vivo, y mucho menos por diversión.Si razonamos, el verdadero arte en los toros está en la belleza de lo que le rodea, en la puesta en escena, no en la tortura y muerte del animal.Tengo un poema dedicado a un toro de lidia. Si es de tu interés verlo, te doy el link y quizá lo entiendas mejor. http://lagranfiscala.blogspot.com.es/2012/09/piropo.html Un respetusoso saludo.
Carmen Prada

Lagranfiscala dijo...

http://lagranfiscala.blogspot.com.es/2012/09/piropo.html