lunes, 2 de marzo de 2009

Pepe Rubianes en el recuerdo

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El actor gallego afincado en Cataluña Pepe Rubianes ha muerto víctima de un cáncer de pulmón a los 61 años, sin conseguir dejar de fumar, algo semejante a lo que le ocurrió a José Hierro. Su penúltima obra, Lorca eran todos, coincidió con unas desafortunadas declaraciones del actor sobre España, por lo que fue boicoteada, ¡valiente disparate!, por los ayuntamientos del PP.

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Lo vi actuar por primera vez en No hablaré en clase (1977), dirigida por mi entonces compañero de curso Joan Ollé. Después fue el Dapacarelli de la maravillosa Antaviana (1978), basada en textos de Pere Calders, de la compañía Dagoll Dagom. Y estuvo en la Operació Ubú de Boadella. En 1981 se independizó, tras volver de una larga estancia en Cuba, e inició su carrera en solitario, con espectáculos como Pay-Pay, Ño (1984), Sin palabras (1987), el antológico En resumidas cuentas (1978), Por el amor de Dios (1991), Ssscum! (1992), nadie le ha sacado tanto partido en el teatro a las onomatopeyas y exclamaciones, de ¡ostras! a ¡ondia!, convirtiéndose en uno de los actores de monólogos más versátiles, divertidos y críticos del país. Los que entonces eran mis alumnos de `Teoría e historia de la representación teatral´, en la Universidad Autónoma de Barcelona, recordarán que siempre escogíamos sus espectáculos para comentarlos en clase.

Coincidí con él en dos ocasiones. En la primera ocasión, durante los primeros noventa, lo entrevisté para los estudiantes de la Facultad de Traducción de la Universidad Pompeu Fabra, y estuvo divertido, inteligente y tan ameno y socarrón como siempre. Entonces su representante era Carles Flavià, quien luego triunfaría también como actor y monologuista cómico. Pero recuerdo que antes de empezar el acto, pasamos un buen rato con ambos, en un café de las Ramblas, entre risas e historias, y el nerviosismo que mostraba -más fingido que verdadero- por su inmediata intervención académica.
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En el 2006, tras la citada polémica, como un acto de desagravio, los Amigos de la Universidad Autónoma de Barcelona, lo invitaron a presentar en la Facultad de Letras su espectáculo Lorca eran todos. Para ello necesitaban a alguien que moderara la intervención y hablara del escritor granadino. ¿A quiénes creéis que recurrieron los citados caballeros? Pues al Departamento de Catalán, como es lógico y natural... Los sensatos profesores de catalán los remitieron a Filología Española, donde era más probable que hubiera algún entendido en Lorca. Sin embargo, los Amigos no se arredraron ante semejante inconveniente e insistieron en que el experto en Lorca hablara en catalán. Pero a veces la realidad es tozuda y el supuesto especialista no estaba por la labor, ni le pareció lógico, ni natural, ni hablaba bien catalán, y el diálogo con Rubianes se hizo en castellano, lengua -por otra parte- de Lorca, Rubianes y el profesor chinche, sin que por ello se cayera el Paraninfo de la Facultad de Letras, lleno a rebosar, ni a nadie le pareciera extraño, salvo a los fanáticos Amigos. Aquel día, aunque su intervención fue afortunada, como la de las dos actrices que lo acampañaban, se mostraba nervioso y preocupado porque sabía que había metido la pata, con lo que se quedaba preso de los nacionalistas catalanes y acosado por los furibundos nacionalistas españoles. En una conversación que tuvimos en privado, intenté comentar con él el asunto, por si salía en el coloquio, saber mejor qué pensaba, pero le resultaba muy incómodo hablar del incidente.
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En el 2008 dirigió La sonrisa etíope, sin pena ni gloria, a pesar de las bailarinas etíopes que lo acompañaban. El teatro de verdad, el que tantas veces había armado él, era otra cosa. El caso es que en las ocasiones que charlamos, me pareció un tipo campechano y afable, con un humor sutil e inteligente, y poco pagado de sí mismo. Desde luego, lo que no olvidaré es que con pocos actores me he reído tanto en un teatro como oyéndolo contar su viaje a Cuba, su fascinación por la tremendas mulatas, o el prendimiento y crucifixión de Jesús, el Mesías (él le ponía un acento en la e), en el huerto de los Olivos. Gran contador de historias e imitador de voces, socarrón, se valía de las manos y los ojos como pocos. También lo recordaremos como el inolvidable Makinavaja de la televisión. Tenía el don de los grandes, la capacidad de llenar él sólo el escenario con su presencia y su voz. Donde quiera que estés, entrañable Pepe, espero que no tengas que seguir padeciendo el fanatismo nacionalista, hoy que -por fortuna- anda de capa caída.
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10 comentarios:

Juan Carlos Márquez dijo...

Yo siempre me consideraré en deuda con la gente que me hizo reír, y Pepe Rubianes lo consiguió muchas veces con esa mirada ácida y tierna. Descanse en paz.

María Jesús Siva dijo...

Ocurre casi siempre que alguien dice o hace algo desafortunado o fuera de contexto, ya no existe todo lo anterior, todo lo bueno que le preceda, los logros y la persona parecen desaparecer y sólo se recuerda aquel comentario o aquella acción. Lo demás se borra como si ya no importara, como si no hubiera sido.
Besos.

Mon dijo...

No voy a olvidar nunca a Pepe ni la alquimia que consiguió en mi, sacandome la risa de las entrañas, escondida en lugares que no podia encontrar por un mal rato que pasaba... llegar al teatro, apenada por no saber si encontrar la risa y llegar al final, con dolor si! grato dolor de barriga por horas de carcajadas espontaneas!!!

No se mucho, solo se, que donde este, si existiera una ventana para recordar ese momento... todos los errores , se podrian perdonar... Faltaria mas!!!!

Descansa en Paz, Rubianes , hiciste mucho por este mundo ... no te olvidaré nunca!

MOn

Anónimo dijo...

Me alegra que alguien escriba unas merecidas palabras sobre un tío valiente que dejó la piel en los escenarios y sobre todo (mi parte más admirada) no permitió que nadie le obligara a ser distinto de como creía que debía ser.
La coherencia es un bien escaso .
Yo sólo recuerdo una entrevista con Buenafuente y lo mucho que me reí con él analizando las vidas ordenadas de sus amigos casados , con hijos e hipotecas , me pareció una mirada irónica sin´mala leche , lo que demostraba sutileza de espíritu y ausencia de ñoñería.
Descanse en paz.
Gracias por tu post .
Saludos.

Anónimo dijo...

Gracias por tu entrada, la verdad que hoy estamos todos más tristes en Catalunya, en Galicia y en España, aunque seguramente en el infierno se echarán esta noche más risas que las de costumbre.
En Granada vino Lorca eran todos al teatro de Fuentevaqueros hace unos años, unos falangistas boicotearon la obra, levantándose de entre público e insultando a Pepe. Lo mejor es que la mayor parte del público pensó que eran actores de la obra, 70 años después no sorprendió la ignorancia de los de siempre...
Es una pena, los teatros en las ramblas han perdido una gran persona.

Anónimo dijo...

Pues sí. Así me parecía a mí.
Me reí con él, excepto ese día. Bueno ¿y qué? Lo jodido de estos episodios es que te marcan, ante unos y ante otros. Por eso me ha gustado, especialmente, la entrada que le dedica.
Saludos

Fernando Valls dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.
Marta, que los espectadores creyeran que los que protestaban eran miembros del montaje es lo normal. Sólo puede sorprender, a estas alturas, que siga habiendo falangistas; y en Granada más, si me apuras. Pero se ve que no tuvieron suficiente con liquidarse a Lorca. En fin.

Pepe Cervera dijo...

Lo descubrí con Pay-Pay, en el "Teatre Valencia Cinema" de la calle Quart, que hoy ya no existe (snif snif) y ya no pude librarme de él. Incluso, durante los dos años que residí en Barcelona, recuerdo que él representaba unn espectáculo diario, o de lunes a jueves (me falla la memoria) bueno, pues fuí a verlo como en tres ocasiones,, sin que me resultara repetitivo. Un genio.

Anónimo dijo...

Tuve la oportunidad de asistir como alumna a la citada presentación de la obra Lorca eran todos en el paraninfo de la Facultad de Letras de la UAB, y me entusiasmó tanto Pepe Rubianes como persona y como creador que acudí a ver su obra una semana después. Lo que más recuerdo de aquel día es la gran satisfacción con la que salí de aquella sala del Teatro Capitol. Aunque sólo sea por ese momento, le debo un agradecimiento enorme al señor Rubianes.

Anónimo dijo...

inmenso como makinavaja.Pajares no le llegaba ni al talon.