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-------"Progenie"
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Un viento helado asola las calles de Walterschlag. Johannes Hiedler sube a su dormitorio, se desnuda con cierta premura y se desliza bajo las sábanas en busca del contacto cálido de su esposa. La besa. La abraza. Han pasado apenas cinco minutos cuando se dispone a derramar su simiente –entre bramidos espasmódicos– en el vientre de Anna Maria Neugeschwandtner. Es marzo de 1762. Johannes Hiedler no tiene forma de saber que su inminente desahogo va a dar como resultado un hijo llamado Martin, el cual a su vez engendrará con el tiempo (fruto de una relación incestuosa) un varón bautizado Johann Nepomuk. El señor Hiedler tampoco puede saber que este Johann Nepomuk tendrá un bastardo de nombre Alois, quien, hacia 1885, hará germinar en el seno de Klara Pölzl un vástago llamado Adolf. Johannes Hiedler, por supuesto, ignora también que ese futuro tataranieto cambiará su apellido por el de Hitler y que, durante la primera mitad del siglo xx, acabará por desencadenar una hecatombe de dimensiones planetarias. Johannes Hiedler no puede saber nada de todo eso, claro, así que ahora regresemos a su confortable hogar en la ciudad austriaca de Walterschlag, a marzo de 1762, y dejémosle culminar esta sencilla noche de amor.
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Un viento helado asola las calles de Walterschlag. Johannes Hiedler sube a su dormitorio, se desnuda con cierta premura y se desliza bajo las sábanas en busca del contacto cálido de su esposa. La besa. La abraza. Han pasado apenas cinco minutos cuando se dispone a derramar su simiente –entre bramidos espasmódicos– en el vientre de Anna Maria Neugeschwandtner. Es marzo de 1762. Johannes Hiedler no tiene forma de saber que su inminente desahogo va a dar como resultado un hijo llamado Martin, el cual a su vez engendrará con el tiempo (fruto de una relación incestuosa) un varón bautizado Johann Nepomuk. El señor Hiedler tampoco puede saber que este Johann Nepomuk tendrá un bastardo de nombre Alois, quien, hacia 1885, hará germinar en el seno de Klara Pölzl un vástago llamado Adolf. Johannes Hiedler, por supuesto, ignora también que ese futuro tataranieto cambiará su apellido por el de Hitler y que, durante la primera mitad del siglo xx, acabará por desencadenar una hecatombe de dimensiones planetarias. Johannes Hiedler no puede saber nada de todo eso, claro, así que ahora regresemos a su confortable hogar en la ciudad austriaca de Walterschlag, a marzo de 1762, y dejémosle culminar esta sencilla noche de amor.
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-------"Chuan Tzu"
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Soñé que me convertía en una silla y que me veía obligado a soportar durante todo el día el peso de una enorme señora haciendo calceta. Cuando desperté me dolía muchísimo la espalda, y no hubiera sabido decir si era un hombre que había soñado ser una silla o, por el contrario, una silla que ahora soñaba ser un hombre.
Soñé que me convertía en una silla y que me veía obligado a soportar durante todo el día el peso de una enorme señora haciendo calceta. Cuando desperté me dolía muchísimo la espalda, y no hubiera sabido decir si era un hombre que había soñado ser una silla o, por el contrario, una silla que ahora soñaba ser un hombre.
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-------"Ucronía"
El hombre que, ahíto tras comerse un plato de cocido a orillas del Támesis, contempla distraídamente por televisión una corrida celebrada en el coso de Westminster, se pregunta qué hubiera sido de su bienamada Inglaterra de no haber sido conquistada tres siglos atrás por la Armada Invencible.
-------"El escapista"
Un mago no debería revelar sus trucos, pero te diré que no es tan difícil hacer surgir panes de un cesto si éste dispone de doble fondo, y que unos simples tablones, convenientemente situados bajo el agua, bastan para hacer creer a cualquier iluso que es posible caminar sobre la superficie de un lago. En cuanto a aquel hombre cuyos ojos sané, jamás en su miserable vida había estado ciego: se llamaba Hulellah y obtuvo una buena recompensa a cambio de hacer su papel... Ahora, escúchame bien: los soldados no van a clavarme al madero; en realidad, me amarrarán las muñecas con tendones de cerdo y untarán mis brazos con la sangre de algún animal: les he pagado veinte denarios a cada uno por participar en el engaño. Previamente, tú deberás haber depositado agua y víveres en el interior del sepulcro. Luego, una vez que me hayan dejado allí, harás rodar la piedra que cubre la entrada para que pueda escapar. Procura que nadie te vea. Y recuerda esto, José de Arimatea: deberás hacerlo antes del tercer día.
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* Manuel Moyano (Córdoba, 1963) reside en Molina de Segura (Murcia). Ha publicado tres libros de relatos: El amigo de Kafka, que obtuvo el Premio Tigre Juan 2002, El oro celeste (2003) y El experimento Wolberg (2008), así como la plaquette de microrrelatos El Imperio de Chu (2008). Es autor también de la novela La coartada del diablo (Premio Tristana 2006), y del libro misceláneo La memoria de la especie (2005). Asimismo es autor de títulos que participan de la narrativa, el ensayo antropológico y el libro de viajes, como Dietario mágico (2002), Galería de apátridas (2004) y El lobo de Periago (2005).
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* El cuadro es de Tarsila do Amaral.
3 comentarios:
Buena lectura.Me gusta tu selección.
;)
¿tienes algun blog en catalan?
Pues, no, no tengo ningún blog en catalán.
"Progenie": ¿consideramos culpable al protagonista por disfrutar de su noche de placer? Él no sabe lo que vendrá después ¿Qué hubiera hecho de saberlo? Nos gustaría pensar que se le habría amargado la noche.
Afortunadamente Hitler no tuvo descendencia, esa culpa sí que habría sido difícil de llevar (conservamos un sentido trágico de la misma).
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