....
El amor se debe regir por el arte
Ars amatoria, Ovidio
Mi mano en tu boca,
la mano que ahora eleva tu lengua como a la cría del último pájaro.
Mi mano en tu boca aprendiendo tu lenguaje.
Mutarme en la avecilla que ahora sostengo.
Quedarme dentro,
como si tu boca fuera el útero de una cítara o el sépalo de las brújulas.
Permanecer en silencio,
cuando las gotas hagan equilibrio sobre las hojas.
Así me he de quedar,
(pese a que aún temo la llegada de los chatarreros simulando el sonar de las armónicas de Delfos).
Aún les temo,
porque han confundido el canto de las Musas y han olvidado que somos el eco de un roce de estrellas.
Ya no recuerdan la voz de los testigos.
Ya nada es secreto.
Por eso mi mano en tu boca.
Los nuevos alquimistas tornan sapos a los dioses y ninfas a las muchachas infelices.
Han exterminado a los pájaros abanderando la muerte bucólica de las flores.
Todo lo que viene del barro ha de ser vendido o archivado.
El tropel de los metales clava sus minas bajo los pies mecánicos.
Nadie anda descalzo en la casa del vecino por miedo al pinchazo de las jeringuillas terminales.
Por eso mi mano en tu boca.
Habito en el reino de los semáforos. Donde los iluminados aplauden la luz verde en las veredas del plástico sublime.
El ámbar trasnochado de los antros sirve de somnífero a las sirenas.
Nada es rojo tras las puertas del carmín y el sexo.
Ahora los adolescentes animan la letanía del deseo haciendo gárgaras con las propinas de los futuros solitarios.
Por eso mi mano en tu boca.
Quedan pocos trovadores que acerquen la mar paciente al panel de sus orejas.
Ahora se cantan las gestas de la hipnopia.
Los amantes ignoran tu amatoria porque hay una caja que finge dar luz, como el joven faro que aún no aprendió su oficio.
Todo es de cartón y lata en los escaparates de los violadores del sueño.
Por eso mi mano en tu boca.
Por eso te pido que convenzas a tus dioses expatriados.
Hazles regresar de su destierro para que resucite el orfebre de las flores.
No reniego de las urbes de charol ni de sus trampas.
No reniego del talento de andar por casa en zapatillas.
No reniego de esta multitud antipática y altiva que encoge sus tobillos para no rozarse en las trincheras.
Sólo quiero ser un pájaro asomándose a la ventana para ver la lentitud con que se aproximan las ramas a la cama de los días.
Por eso mi mano en tu boca.
Dime si volverá la sal a las barcas en los diques.
Dime si la arena en los relojes bastará para cubrir los pies desnudos que aún saltan las olas.
Dime si es necesario mudar mis plumas para volar despacio hacia Constanza.
Estrellarme será el siguiente paso.
Caer de ojos frente a tu tumba y regresarte.
Por eso mi mano en tu boca.
....
.....
* Beatriz Russo (Madrid, 1971), poeta y narradora, es licenciada en Filología Hispánica y magíster en la enseñanza de español como lengua extranjera. Durante años ha simultaneado la creación literaria con los recitales poéticos y las conferencias en diversos centros de cultura y cafés, en España y México. Ha publicado los libros de poemas: En la salud y en la enfermedad (Sial, Madrid, 2004) y La prisión delicada (Calambur, Madrid, 2008), siendo incluida en la antología La voz y la escritura. 80 nuevas propuestas poéticas. Como narradora ha escrito dos novelas, todavía inéditas, La versión de Eva Blondie y La montaña rusa, y un cuento infantil, El monte de las amapolas voladoras. En la actualidad está trabajando en un nuevo proyecto de fusión de arte, moda y poesía, en colaboración con el pintor Enrique Cruz-Calonge. Mantiene dos blogs: La caja china y A través del ojo de buey. Este poema inédito forma parte de un libro en preparación titulado Los testigos.
......
6 comentarios:
No la conocía. Tomo nota. Me gusta esta muestra. Un abrazo.
Visitaré las páginas de la autora.
Y a este blog volveré a menudo, es muy interesante y me queda mucho por explorar.
Enhorabuena, Fernando.
Yo tampoco la conocía y me ha gustado mucho el poema. Investigaré. Felicidades por el blog.
No deberías haber puesto sus fotos. Hacen que no se les preste la atención que merecen a los poemas.
Hay bellezas que van por dentro y por fuera.
¡El sépalo de las brújulas! Ahí me quedo, pero para seguir degustando más tarde.
Muy interesante el perfil y el texto de Beatriz Russo.
Cordialmente...
Martín Alvarenga, escritor.
Publicar un comentario