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La memoria de cristal
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Tras el Apocalipsis, un
radar enviado desde Júpiter para confirmar la extinción del hombre, desciende
con lentitud hacia las profundidades del Océano Pacífico, donde algo parece
latir. Y es que abajo del todo, en mitad de un silencio vagamente iluminado por
criaturas abisales, el único espejo que la gran explosión no ha logrado romper
emite en orden cronológico, antes de apagarse para siempre, todas las imágenes
que componen su memoria de cristal, demorándose en aquéllas donde aparece la
mujer que lo tuvo en su alcoba hasta el fin, una joven risueña que ya no
existe, aficionada a bailar desnuda ante él ciertas noches de verano, cuando
todo era posible todavía en este rincón de la galaxia.
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* Javier Puche
(Málaga, 1974) es licenciado en
Filología Hispánica y profesor de piano clásico. Fue crítico musical, corrector
de estilo y guionista de televisión. Imparte clases en la Escuela Contemporánea
de Humanidades (Madrid). Sus ficciones han obtenido diversos premios y figuran
en antologías como Velas al viento (Cuadernos del Vigía, 2010) y Mar de pirañas (Menoscuarto, 2012), entre otras. Mantiene el blog literario Puerta
Falsa (puerta-falsa.blogspot.com.es). Es autor del libro Seísmos (Thule, 2011), compuesto por
textos de seis palabras, ilustrado por Riki Blanco. En la foto aparece aprendiendo a tocar el bajo eléctrico. Este microrrelato es inédito.
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6 comentarios:
Estupenda alegoría del final de todo, de la persistencia de las buenas memorias. Me alegra mucho ver aquí a un delicado estilista como Javier.
Un abrazo.
PD: la foto de Javier miente, es pura modestia, no está aprendiendo a tocar el bajo, seguro que eran los últimos acordes de su ópera-rock más reciente.
Javier suele moverse con elegancia y acierto por el filo de lo no dicho, por el plano de lo sugerido y lo latente. El micro me parece un buen ejemplo de ello.
Besos
Me gustan los microrrelatos que saben recorrer grandes espacios de tiempo. En este caso, en una trama casi cinematográfica, y con un cierre progresivo del objetivo que va de lo más general a lo más íntimo. Me gusta la nostalgia que desprende.
Deja un regusto extraño, pero maravilloso.
A pesar de hablar de apocalipsis y extinción del hombre, me parece un micro dulce con buenas sensaciones. ¿Incongruente? Quizá, no lo sé. Pero es lo que me provoca.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Me encanta leer a Javier aquí porque llevo años siguiéndolo y siempre me ha deslumbrado. Este texto me parece una belleza.
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