Microrrelatos disfrazados
de pájaros verdes para La noche en blanco, por María Paz Ruiz Gil
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Recibí una
invitación del Ayuntamiento de Málaga para participar en La noche en blanco, una iniciativa que promueve más de ciento cuarenta actividades culturales que se desarrollan en el centro de la ciudad, ¡y todo
esto en una misma noche!
Así como hay
talleres de pintura, conciertos y catas de vino, los organizadores querían una
acción que vinculara a los malagueños con la literatura.
Los
microrrelatos les resultaban atractivos por su extensión y por su novedad, pero
también manifestaron un interés porque la actividad estimulara a los paseantes
a participar y a crear.
Así que
ingenié una instalación en la vía pública que reuniera microrrelatos en acción.
Estaba claro que mis textos necesitaban un formato visual. De ahí nació la idea
de La jaula de las palabras, un túnel
de red del que colgarían doscientas pajaritas de papel verde con un
microrrelato dentro. Después de que el visitante leyera el texto le aguardaba
una sorpresa........
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La elección
del pájaro fue un reto. No quería hacer la pajarita típica, y después de algunos
ensayos encontré lo que estaba buscando, un pájaro con pico y alas batibles que
parece un papagayo latinoamericano y que me resultó más complicado de plegar,
pero que al ponerse en grupo daba la sensación de bandada en vuelo.
Durante días,
y con la ayuda de mi amiga Cristina Gómez se hizo el trabajo de origami
(arte en papel) y costura, pues para que los pajaritos pudieran suspenderse en
el aire decidí usar un hilo fino, con la idea de que cualquiera fuera capaz de
cortarlo con sus manos.
Los primeros
en llegar fueron los niños, quienes estuvieron preguntando toda la tarde cuándo
iba a abrir la jaula. Yo intuí que esto podía ser así, y tenía seis modelos de
microrrelatos, aptos para públicos de todas las edades, pero bien es cierto que
mis ideas sobre Dios, la conciencia y la muerte se suelen asomar en mis letras
y algo de humor negro se me coló entre las líneas.
En cuanto se
encendió la pantalla de la Plaza del Teatro dio comienzo la función.
Cinco textos
cortos empezaron a iluminar la calle y llegaron los primeros curiosos............
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Ante ellos
tenían un cartel explicativo con la idea de la actividad, pero fueron pocos los
que leyeron las instrucciones. Todos querían elegir un pájaro cuanto antes. Lo
cortaron, lo desplegaron y luego vinieron a verme. Yo los esperaba con folios y
lapiceros para que ellos crearan su propio microrrelato.
La mayoría de
los participantes no sabía qué era eso, así que tuve que explicarles y
definirles la nueva palabrita. Esta frase hará reír a muchos cultivadores del
género, pero sí, en algunos casos es imprescindible definir.
También llevé
unas octavillas impresas con los consejos que consideré más importantes para
escribir estos textos: brevedad, ficción, sugerencia, impacto y acierto.
Después de hacer
todo tipo de caras sobre si esto era posible, se sentaron y dieron comienzo a
su momento creativo. Incluso los niños se animaron a escribir. Me llamó la
atención que todos los participantes necesitaran tanto silencio para poder
generar un texto. Las amigas que venían juntas, se sentaron separadas, los
esposos no compartían su papel hasta que estuviese terminado su microrrelato, y
los niños preguntaban a sus madres cómo se escribía una palabra, pero lo
hicieron por su cuenta y mostraban caras de gran concentración.
Los más valientes
pasaron a leerlo en un micrófono que había en la plaza, y los más tímidos
vinieron para leérmelo en voz baja. Luego fueron a colgarlo de la red..........
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Debo decir que
muchos de estos textos no fueron precisamente microrrelatos, pero hubo alguno
que sí lo consiguió y eso me trajo una gran satisfacción.
La jaula
estuvo abierta solo por tres horas, el tiempo que tardaron en ser arrancados
todos los pájaros de la red. Tuve ocasión de hacer algo que no sé si me volverá
a ocurrir, y es que en lugar de firmar libros, esta fue la primera vez que
firmé papagayos.
Sin embargo,
lo más llamativo es que aún vacía, la jaula tuvo público toda la noche. Y esto
se debió a que los textos que escribieron los que vinieron a verme terminaron generando un muro de microrrelatos
manuscritos. Esta improvisada muralla de letras encendió tanto la curiosidad de
los que habían tenido la oportunidad de participar, como la de los que por allí
se asomaron cuando ya habían volado los microrrelatos disfrazados de pájaros
verdes.
Agradezco al
Centro de Estudios Hispano Marroquí por haberme elegido para su apuesta en La noche en blanco, e impulsar la
primera instalación de microrrelatos en la vía pública que se realiza en
España. MARÍA PAZ RUIZ GIL
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7 comentarios:
Me parece una idea original, atractiva y muy bien llevada. Además nos cuentas todos los detalles, la preparación, las reacciones previsibles y no..., en fin, ¡gracias por compartir! Me parece muy útil para los que andamos entre despedidas de taller y fiestas de verano.
Abrazos
La experiencia es altamente atractiva y así se desprende de lo que nos cuentas. Supongo que la satisfacción también se daría en los participantes, convertidos de pronto en microrrelatistas.
Hace un par de meses tuve la oportunidad de asistir a una experiencia similar y resultó muy gratificante para todos los intervinientes, aunque no era tan hermosa: faltaban esos bonitos pájaros llenos de imaginación y creatividad.
Un abrazo.
¡Qué bueno! La verdad es que es un género que se presta mucho a las "performances" callejeras. Muy buena idea y muy bien inoculado el virus de la literatura, aunque fuera una noche que, espero, no se les haya quedado en blanco.
Saludotes
Una iniciativa muy interesante. El microrrelato y el perfonmance casan muy bien, igual que el hiperbreve y el grafitti, como hace Neorrabioso por las paredes de las ciudades con sus pequeños poemas. Por cierto, últimamente me asalta una duda teórica. cada vez leo más una diferenciación entre el microrrelato y el hiperbreve, como si fueran dos géneros diferentes. ¿El hiperbreve es un género dentro de un género? Un abrazo, Fernando.
Manu, el llamado hiperbreve, en mi opinión, no es nada. Cuando el microrrelato tiene dos lineas, por ejemplo, no es menos microrrelato que cuando tiene una página, y lo demás son ganas de partir un pelo en cuatro.
¿Los poemas de dos versos son distintos que los que tienen ocho? Yo diría que, en esencia, no. Hay historias, o emociones, que necesitas contarlas en dos líneas o tres versos, y otras que te exigen veinte líneas o nueve versos.
Lo mejor sería desterrar para siempre el inútil concepto de hiperbreve. Saludos.
No me había fijado en el aviso de los comentarios hasta hoy, vaya desastre. Aunque lo comparto.
Me parece una iniciativa genial, muy visual, muy atractiva y muy divertida. Me alegro que el resultado fuese satisfactorio.
tus pajarillos me han traído muchas ideas, picaste su curiosidad y los hiciste participar, bravo
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