Juan Marsé ha obtenido el Premio Carlomagno que concede el gobierno andorrano, dotado con 15.000 euros. El galardón tiene como objetivo "reconocer a personas e instituciones que a nivel internacional han destacado en los campos de las letras, las ciencias, las artes y la solidaridad". El jurado, cuyas deliberaciones tuvieron lugar en París (sic), ha valorado el que Marsé sea uno de los escritores "más importantes de su generación y de la literatura europea contemporánea".
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Lo que parece indudable, a estas alturas, es que Juan Marsé se ha convertido en uno de los narradores españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX, avalado por obras como Últimas tardes con Teresa (1966), Si te dicen que caí (1973), Un día volveré (1982), Ronda del Guinardó (1984), los cuentos de Teniente Bravo (1987), El embrujo de Shanghai (1993) o Rabos de lagartija (2000). Ahora que está de actualidad y se habla tanto de la memoria histórica, no estaría nada mal volver a leer las narraciones de Juan Marsé, uno de los escritores que mejor ha sabido contarnos la historia de la postguerra española.
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6 comentarios:
Encuentro muy coherente esa imagen de Marsé, empeñado, en plena era de la informática, en seguir corrigiendo sus originales con lo que parece ser un bolígrafo BiC, esbozando una media sonrisa que apenas endulza la severa mirada de un autor capaz de soltarle un soplamocos a toda una flamante ganadora del Premio Planeta. Marsé infunde respeto personal y literariamente. En mi opinión, es un autor que nunca ha pretendido ser más famoso que su obra. Y su obra merece, sin duda, el galardón que acaba de recibir.
Excelente noticia. Hace años se le dio un premio en Extremadura, al conjunto de su obra. Falta el Cervantes.
Y excelente blog.
Leí a Juan Marsé en su novela "Rabos de lagartija" y lo que más me impactó fue que hablaba de algo pasado como si estuviera sucediendo en ese mismo momento. Me gusto porque aunque todo era negro, y sólo habia penas y derrotas, se daba una tregua a los sueños, y se quedaban latiendo y ese era y fue el empuje de muchos.
Besos.
Lo escuché hace años en el Aula Magna de la Universidad de Zaragoza, me pareció que tenía perfil de boxeador y cierta desazón cada vez que un admirador o admiradora demasiado entusiastas le preguntaba por sus obras. Un poco sordo, algo desabrido en las respuestas, pero aun así entrañable. Cuando le llevé mi ejemplar de Últimas tardes con Teresa dijo "Vaya, esta sí que es una novedad".
Ada, Pedro, gracias por vuestros comentarios.
Bienvenido, Ángel, a esta nave de los locos.
Patricia, ese que tan bien describes es mi Marsé.
Marsé es a la narrativa lo que Ferrater y Gil de Biedama fueron para la poesía: quitó solemnidad y acartonamiento y añadió inmediatez y frescura, además de una mirada entre distanciada y tierna que presta veracidad y fuerza de convicción a todo lo que cuenta. Y eso siempre es justo que se reconozca y premie, aunque para eso haya que reunirse en París a costa del gobierno andorrano. Muy bien puesto ese "sic".
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