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"Habla distraídamente la muerte"
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Conocí a Ludivina Fernández en un pueblo de la provincia de Palencia, en mayo de 1998, no sabría decir en qué día. Ludivina iba acompañada por Martín Santos Reguera, agricultor y almacenista de patatas. Ambos viajaban en un Renault Clío de color blanco.
No sé por qué me acuerdo de ellos ahora. Creo que iban a casarse.
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Conocí a Ludivina Fernández en un pueblo de la provincia de Palencia, en mayo de 1998, no sabría decir en qué día. Ludivina iba acompañada por Martín Santos Reguera, agricultor y almacenista de patatas. Ambos viajaban en un Renault Clío de color blanco.
No sé por qué me acuerdo de ellos ahora. Creo que iban a casarse.
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"Uno que se explica"
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Tuvimos tantas cosas que hacer, entre el trabajo, cursillos, cenas con amigos, las extraescolares de los niños, organizar las vacaciones de invierno, las de verano, las reuniones con el asesor matrimonial, la planificación de nuestras relaciones sexuales, que al final no nos quedó ni un minuto libre para eso del amor, tan bonito.
Pero como le dije a ella, tampoco pudimos ir a ver el MOMA de Nueva York y no por eso me pidió el divorcio.
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"Entre intelectuales"
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Él pasaba a mi lado y se tiró una pomposidad, y ya sé yo que lo hizo a propósito. Pues yo le solté una petulancia que lo dejé tieso. Bueno, pues acto seguido va el tío y se deja escapar una fatuidad, así como quien no quiere la cosa. Y entonces ya le tuve que expeler una rimbombancia que ahí ya se quedó aplastadito. Que no soy yo de esos que va por ahí arrojando ampulosidades, pero claro, si me faltan al respeto…
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* Miguel Ibáñez (Puente Viesgo, Cantabria, 1960) vive en Santander y trabaja como profesor de Lengua y Literatura en el IES Valle de Piélagos, de Renedo. En 1993 obtuvo el Premio de Poesía José Hierro con el libro Doce canciones para pasar el tiempo (1994). Ha publicado, además, Historias de dos ciudades (Devenir, 2004), Paisaje fluvial (2005) y el libro de relatos El lobo veloz (2006). Ha ganado diversos concursos y su obra está recogida en distintas antologías.
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* El cuadro es de Yves Klein.
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11 comentarios:
Me han gustado muchísimo los tres micros.
Me gusta la prosa sencilla(y como decía un profesor sencilla es un halago), los títulos que completan y redondean el texto sin explicar, el discurso de los personajes que muestra el fondo del texto, lo que se quiere decir y los define.
Y desde luego me he reído mucho con esos dos intelectuales expeliendo pendanterías.
Un placer leerlos.
Un saludo cordial a los dos.
Por quedarme con uno de los tres me quedo con el primero, pero sin desmerecer a los demás. El rigor de ese texto llega hasta el título, que aparece tan trabajado y preciso como la trama. El título, en sí, ya puede presumir de categoría narrativa. Y el argumento presenta a un personaje cuya introspección resulta tan inusual como atractiva.
Yo creo que Miguel es de los que disfrutan escribiendo. Y sabe transmitir ese gozo al lector. Destaco la solvencia del lenguaje y el rendimiento que extrae de unos planteamientos sencillos. Todo un placer.
Sobrecogedor el primero: como una corriente de aire helado que te recuerda que estás vivo, pero que somos exhalación.
El segundo: un centrifugado que te hace pensar en la acción inútil del día a día. Silencio.
El tercero: abramos bien las ventanas que corra el aire y se los lleve, a esos que van dándose aires de.
Un abrazo y recuerdos desde la Isla Roja de Schöneberg
mj
Habrá quien diga que no implica necesariamente que el hecho no se consumara, pero el subconsciente le delatará. Me refiero a que la Elipsis en la definición de microrrelato se refiere a esa última frase del primer micro.
Sencillamente espectacular.
Saludos
Gabriel
Limpios y veloces.
El primero me ha encantado. Se sustenta en el título de una manera magistral y brutalmente sencilla, humanizando a la muerte como si de una señora de pueblo se tratara, alejado de los estereotipos a los que estamos acostumbrados. Me la he imaginado en bata y zapatillas de estar en casa.
Me encantó esa ironía fina que desprenden los 3 micros. El primero lo interpreté inicialmente de otra manera, pero el título dejó las cosas en su sitio. Del segundo y del tercero, disfrute tanto con el ritmo que me quedé con ganas de que fueran más largos.
Saludos.
Uno no es escritor hasta que no tiene lectores, pero si además tiene lectores inteligentes, entonces ya se puede considerar un escritor de éxito, por muy minoritaria que sea su obra.
Gracias a todos por vuestros comentarios. No solo porque hayan sido elogiosos, sino porque la hondura y precisión de las observaciones que habéis hecho son de las que realmente enseñan, también si hubieran sido más críticas.
Mi relato preferido es el primero, y me alegra coincidir con vosotros en ello. Tenía miedo de que fuera demasiado sutil, pero evidentemene he subestimado a los lectores (ahora soy yo quien se autocritica)
Lectores como vosotros son de los que animan a seguir escribiendo (he estado un poco abandonado últimamente), así que gracias a todos.
Y lo tuyo es una maravilla de blog, Fernando.
Me quedo con el primero. Es una maravilla y el final es de impacto.
Además, el título, parte indispensable en el microrrelato, está muy muy logrado.
Casi me lo pierdo y mira que habría sido pena porque los tres micros son buenísimos. El primero es un puñetazo en toda regla, como un puching-ball en el que el título funciona como fijador inicial y final, que levante el dedo el que no ha leído este microrrelato en este orden (título, cuerpo del texto, título de nuevo).
El desencanto del segundo y la ironía del tercero hacen que nos traguemos críticas certeras con una suavidad desconcertante. Dureza, desencanto, sonrisa.
Me han encantado los tres, Miguel, un verdadero placer. Gracias, Fernando, como siempre.
Geniales. Me han encantado los tres. Y lo digo con muuuuchoooo retraso.
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