viernes, 12 de septiembre de 2008

ROGELIO RAMOS SIGNES, y 2

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"De la importancia de algunas tareas hogareñas"
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"¿A qué hora conversa el ciprés con los duendes que habitan en el aire?” le pregunté a Mahadevi Brahmapundra, reclinando levemente mi cabeza en señal de humildad.“El ciprés conversa con los duendes que habitan en el aire -me respondió el maestro entrecerrando los ojos- cuando los grillos llámanse a silencio y las últimas fogatas se extinguen en el pedemonte”. Neranjira Pakarinki, que estaba escuchándonos mientras preparaba un impenetrable café para la sobremesa, se secó las manos con fastidio y nos enfrentó: “¡Cómo les gusta complicar las cosas con argumentos sonsos! ¡Se nota que les sobra el tiempo!”.Y el maestro Mahadevi Brahmapundra, encomendándose al abandono existencial de Gotama el Buddha, se puso a lavar los platos.
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"Camino al nuevo Génesis"
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Cuando la joven modelito salió del quirófano en una camilla, los ordenanzas recogieron en una bolsa de plástico negro, junto a otros desperdicios, las costillas que le habían extirpado. Dios, que por aquellos días vivía en la República Argentina (en Buenos Aires, precisamente), y que estaba teniendo algunos problemas económicos, aguardó con paciencia detrás de un árbol. Una vez que los empleados de la clínica se retiraron, Dios abrió la bolsa, sacó una de las costillas y corrió con ella escondida bajo su viejo impermeable. Su proyecto, y su esperanza, era poder crear un nuevo Adán no tan acomplejado como el de la vez pasada. Pero eso sería un poco más tarde, después de comer un sándwich; es decir, cuando estuviera más tranquilo y lo pensara mejor.
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"Erratas (01)"
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Le iba bien; todo lo bien que le puede ir a alguien que se dedica a la literatura. Pero el día que presentó su último libro, nadie fue a la presentación. Nadie; ni una sola persona. Esa noche, sentado en su cama, releyó la invitación que había enviado para promocionar la grata velada. Debajo de su nombre (Alicio Beltrami) en vez de escritor, su secretario había puesto excretor. Y ya se sabe que la gente está un poco cansada de espectáculos groseros.
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* La foto es de J.P. Witkin.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé con cuál de los tres relatos quedarme. Me gustan los tres, los encuentro sencillamente soberbios. Tienen un humor muy serio, de una seriedad desternillante.

Nocturna dijo...

¡Excelente trilogía, Fernando!

albalpha dijo...

Estupendos los tres relatos, ya con el primero empieza uno a sonreir. Cómo nos gusta complicarnos.

Un abrazo
AlbA