martes, 9 de septiembre de 2008

ROGELIO RAMOS SIGNES, 1

......
.....
1) Donde, una vez más, el ingenioso hidalgo incordia y ataca

Y así fue que diciéndoles en voces altas: “Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete” don Quijote cargó contra los gigantes con brazos de casi dos leguas de largo, imaginando que eran molinos de viento.
....
11) Acerca de los duros tiempos que corren para la costura

El yunque, contundente y bien montado, como siempre. La maza, calzada en el mango, como corresponde. El punzón de obsidiana, filoso. El sacabocados, incisivo. El alicate, implacable. La fragua a temperatura máxima. El fuelle en condiciones. La sierra, decidida al corte. La malla en filigrana. El hierro de guía. Los flejes de latón. El martillín de los retoques, a punto. El alambre de zurcir. Los guantes de becerro, para evitar ampollas. Los remaches. Los clavos. ¡En fin! ¡Que no resulta sencillo ser el sastre de este caballero!

(Del libro inédito La mancha de don Quijote)
......

......
"La lengua de Cervantes"

Se trataba de una pieza musculosa alojada entre los arcos dentarios propios de los vertebrados, alfombrada de papilas gustativas y propicia para la expresión verbal. En estos parajes habíamos dado en llamarla “lengua de Cervantes”.
Luego, algunos colaboradores ingleses nos informaron que un órgano de similares características se conocía en el Reino Unido como “lengua de Shakespeare”.
Por eso es que ahora estamos tratando de comunicarnos con colegas italianos para que nos expliquen qué cosa es lo que ellos denominan “lengua del Dante”.
Glosofaríngeos, deglutores académicos, perversos de toda laya, más algunos filólogos internacionales preocupados en el tema de las mucosas (que de todo hay en este mundo) trabajan denodadamente para demostrar que Cervantes, Shakespeare y Alighieri son sinónimos. ¡Qué quieren que les diga! No sé. No sé.
......
* Rogelio Ramos Signes (San Juan, Argentina, 1950) vive en Tucumán desde 1972 y ha publicado un libro de cuentos, Las escamas del señor Crisolaras (Sudamericana, Buenos Aires, 1983); novelas cortas, Diario del tiempo en la nieve (Minotauro 10, Buenos Aires, 1985) y En los límites del aire, de Heraldo Cuevas (El Péndulo 13, Ediciones de la Urraca, Buenos Aires, 1986), con la que obtuvo el Premio Más allá, concedido a la mejor novela de ciencia ficción publicada en Argentina durante 1986; poesía, Soledad del mono en compañía (Libros del Hangar, Tucumán, 1994); ensayo, Polvo de ladrillos (Libros del Hangar, San Miguel de Tucumán, 1995), El ombligo de piedra (Libros del Hangar, Tucumán, 2000) y Un erizo en el andamio (Libros del Hangar, Tucumán, 2006); así como la novela En busca de los vestuarios (Ediciones del Eclipse, Buenos Aires, 2005), a la que se le concedió el Premio Alija al mejor libro ilustrado. Estos microrrelatos son inéditos.
.......

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El Quijote fue mi primer libro de lectura. Mi edición es de 1960, con ilustraciones de Gustavo Doré. Alguna vez la he visto en mercados de libros antiguos. Yo sería incapaz de desprenderme de mi ejemplar. La recreación que hace Rogelio demuestra que los materiales de la obra todavía proporcionan ideas sugestivas.

Anónimo dijo...

En otro orden de cosas, Fernando, si me permites, aunque parece que tu afición deportiva se decanta por el ciclismo (por cierto, estarás contento con el regreso de Armstrong), el diario LA VANGUARDIA de hoy miércoles publica un elegante artículo de Anton M. Espadaler titulado "La cancha de las muñecas", relativo al tenis, cuya lectura te recomiendo. Un abrazo.

Fernando Valls dijo...

Paseante, lo que comenta Espadaler sobre el tenis, la evolución de jugadores elegantes a musculados, simplifico, ha ocurrido en casi todos los deportes. En el ciclismo, por ejemplo, de otra manera, sería el caso de Perico Delgado e Induráin, la improvisación y el genio frente a lo programado y algo mecánico. Claro que disfruto con los triunfos de Nadal, pero como espectador prefiero el juego de Federer.
Amstrong, si vuelve, me temo que hará el ridículo. Y sin restarle méritos deportivos, la verdad es que me desagradaba su altanería. Supo ganar mejor, con más elegancia, Induráin, y para mí esas cosas cuentan todavía, aunque a la mayoría le suenen a música celestial...

Alfredo dijo...

Muy buenos los textos de Ramos Signes. Es terrible escritor y tiene un gran sentido del humor. Merece una difusión mucho mayor, por el bien de los lectores del mundo.