jueves, 12 de abril de 2012

Autorretrato de LUIS SUÑÉN

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Autorretrato
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Para Fernando Valls, que se lo ha ganado
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Que era la persona más apolínea que había conocido
me dijo alguien una vez –experto en clásicas,
un sabio, francamente.
Y claro, imposible no ser otra cosa porque
si lo contrario es ser dionisíaco me
hubiera muerto de vergüenza. O no
tanto, tal vez, quizá entendiendo
del todo a Nietzsche, de quien nunca he podido tener
una buena foto –a ser posible ya hundido-
 para ponerla cerca de donde
escribo. Pero tampoco lo de Apolo está muy
claro -viejo Apolo, si acaso, ya lo he dicho en algún verso-,]
a no ser que lo sea y no lo sepa
-qué cosas tienen el ser y el siendo y el saberse- 
a estas alturas cuando,
créeme, no hay nada que hacer.
Más alto sí que me hubiera gustado
ser aunque los ojos, que no están mal,
 me hagan tanta justicia como las manos,
cortas y romas, de pianista.
En otro tiempo mi retrato fue
–y lo es y espero que lo sea-
el del que está y se queda,
como un corderito, decía, en una farsa
sentimental, más un
punto de crueldad –la poesía
pura- que de lucha de clases.
Me hubiera gustado darlo todo como Eliot
-ah, ese sentimiento
de culpa- o como Rilke
-siempre pobre, como Chejov quería
de los muertos honrados.
En fin, no digo que hoy no
me guste lo justo, no estoy mal para
mis años. Mejor, en todo caso,
así que en una radiografía
de esas en las que el corazón
sale más grande o más chiquito,
siempre lo contrario
de lo que debe ser.
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                                               Madrid, 2 de abril de 2012
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* Luis Suñén (Madrid, 1951) es editor, crítico literario y musical. Dirigió Alfaguara, Acento y Espasa Calpe, y ha sido director adjunto de Aguilar y director general de Alianza. Ha escrito sobre literatura y música en los diarios Informaciones y El País, además de en revistas como Ínsula y El Ciervo, entre otras muchas publicaciones. Es director de la revista Scherzo y colaborador de Radio Clásica, de Radio Nacional de España. Su poesía, que arranca con El lugar del aire (1981), está recogida en El que oye llover. 1978-2006 (2007). Le ha dedicado un ensayo a Jorge Manrique (1980) y dos antologías a la obra de Pedro Salinas (1984 y 1992).   

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* La foto de Luis Suñén es de Martin Hoffmeister y está hecha en Dresde. El autorretrato es de su hijo, Rafael Suñén y se hizo en Melbourne.
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3 comentarios:

Susana Camps dijo...

Me parece una maravilla cómo se mece el autor entre opuestos, con ironía y optimismo, con sentido del humor, y enseñando apenas lo justo (como una buena Chelito). La fotografía final, con su franca sonrisa, es un broche impagable.
Abrazos

Manuel Rebollar Barro dijo...

Me gusta cuando alguien consigue salirse de sí mismo y recrearse en sus dos acepciones para mostrar su yo más yo o más cercano a sí mismo (que uno nunca llega hasta donde se es realmente). Como bien dice Susana, la foto final hace que la sonrisa que el lector ya traía se iguale con la del autor en ausencia. Una hermosa manera de acabar con un guiño de complicidad.

Saludos vitales

Esther Andradi dijo...

Bravo: la sonrisa de la foto, es dionisíaca, menos mal, porque coincide con las líneas de ese Autorretrato... mientras Apolo se aburre en el Olimpo