jueves, 26 de noviembre de 2009

EUGENIO MANDRINI, y 2

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"Del amor y la muerte"
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Ella sabía que era un amor peligroso. Que en cualquier momento la fatalidad iría a suceder. Por algo ella tenía un cuello largo y tentador de cisne melancólico, y él esas manos de estrangulador, velludas y poderosas. Y cuando sucedió, y comenzó a sentirse asfixiada por esas manos, abrió la boca y de allí emergió una lengua de serpiente, desmesurada y zigzagueante, con la que empezó a lamerlo de tal forma y tanto y no es posible precisar cuánto, que a él no le quedó rincón sin ser pintado por una jugosa lluvia de tierna ferocidad y azucarada locura.
Ella misma me contó que desde esa vez no hubo mas sombra de tragedia entre ellos. Que libres como nunca trotan hoy por la pradera de la sábana. Y que lo ocurrido no tiene nada de fantástico. Solo se trata, dijo, de una de las tantas invenciones con que el amor engaña a la muerte y ésta, por amor a los juegos del amor, se deja engañar.
Le creo a ella.
Lo envidio a él.
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"De la oftalmología"
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Él era uno de esos predestinados que ven más allá. No desde el balcón de los dioses, sino desde aquí, desde este lugar común llamado Tierra.
Él, como ejemplo, veía el dolor (para ser más preciso: el temblor) del bosque cuando al amanecer los pájaros lo abandonan para entrar en el aire.
También, al encenderse la luz, él veía cómo las sombras se contorsionaban (en realidad, se resistían) en ese fugaz y fulminante instante antes de desaparecer.
Y si, por caso, en el horizonte aparecía una veladura, él, de una sola mirada, sabía si aquello era un remolino de niebla, la polvareda de una estampida, una invasión enemiga o un espejismo.
Hasta llegó a ver, cierta vez, frente al espejo, el lento trazado de un lápiz invisible, o dicho de otro modo, el nacimiento de una arruga.
Y sin embargo no vio llegar al dulce animal amargo del amor, y eso que éste animal, antes de dar el salto y atraparlo, lo miró hondo a los ojos.
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* El cuadro es de Antoni Tàpies. Los microrrelatos son inéditos.
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6 comentarios:

Feliciti dijo...

En esta griposa convalecencia que me mantiene a ratos lúcida y a ratos desvariada, tus relatos han sido un poderoso bálsamo. Tengo que llegar a tu obra, cualquier día, lo importante es llegar pero me pareces magnífico. Y ahora si me disculpas vuelvo a las sábanas a desvariar,leal compañera la gripe.

Un abrazo!

Pedro Herrero dijo...

Creo que Eugenio merece muchos más comentarios como el de Amaia, y no sólo por el carácter balsámico de su prosa sino por el puro placer de resbalar la mirada sobre esa adjetivación tan precisa y original, y por ese planteamiento lúdico de las situaciones que obliga a releer sus textos varias veces, frase a frase y palabra por palabra. Hay que leer a Mandrini en la salud y en la enfermedad, creo yo. Por cierto, Amaia, te deseo una pronta recuperación.

Isabel González dijo...

Magia.Maravilla.Hondura.Poesía.Calidez.Magia.Mandrini.

Isabel Mercadé dijo...

También a mí me ha deslumbrado. Ya lo dije en Eugenio Mandrini 1. Como Amaia, un lugar pendiente al que llegar.
Saludos.

Fernando Valls dijo...

El único libro de microrrelatos de Mandrini es de 1987 y se agotó hace ya mucho tiempo. Habría que reeditarlo.
Gracias a todos por vuestro entusiasmo, que desde luego comparto.

Isabel González dijo...

La oportuna llamada de Pedro me ha hecho pensar. Yo también había leído los textos de Mandrini y no me había dado por comentar nada. ¿Por qué?, pensé. Y creo que es porque funcionan como oraciones. Como revelaciones tras las cuales sólo cabe el silencio. La reflexión. El recogimiento.

En el libro 'Por favor sea breve 2' aparecen seis microrrelatos suyos.