"Que trata de la importancia de tener siempre un diccionario en casa"
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El anciano potentado, tras haber pasado su vida ignorando que tenía un hermano gemelo que se dedicaba a pedir limosna por las calles, pudo al fin encontrarlo y reconocerlo, y ambos lo celebraron con un banquete tan desmesurado que al mendigo se le rompió el corazón. Fue entonces cuando el médico de la familia, intentando consolar al patriarca, aseguró que la repentina acercanza con su acaudalado pariente le había provocado al mendigo una inevitable anagnórisis, de fatales consecuencias. Y el magnate, que a pesar de su inmensa fortuna jamás se había molestado en leer un libro, se excusó diciendo que –como era natural- no sabía que su hermano tuviera esa enfermedad.
El anciano potentado, tras haber pasado su vida ignorando que tenía un hermano gemelo que se dedicaba a pedir limosna por las calles, pudo al fin encontrarlo y reconocerlo, y ambos lo celebraron con un banquete tan desmesurado que al mendigo se le rompió el corazón. Fue entonces cuando el médico de la familia, intentando consolar al patriarca, aseguró que la repentina acercanza con su acaudalado pariente le había provocado al mendigo una inevitable anagnórisis, de fatales consecuencias. Y el magnate, que a pesar de su inmensa fortuna jamás se había molestado en leer un libro, se excusó diciendo que –como era natural- no sabía que su hermano tuviera esa enfermedad.
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* Estas son Bruna y Quisa, las dos gatas de Pedro Herrero, el autor del microrrelato con acercanza. Quisa, la de la derecha, me cuenta, fue un regalo de una amiga de su mujer, que se marchó a vivir a Extremadura y no podía hacerse cargo de ella. Es una gata de finos modales, capaz de comer en la mano sin apenas rozártela. Bruna, la de la izquierda, la cogieron en la calle cuando se moría de hambre, ya que al ser la última de una camada, se quedaba siempre sin comer. Pedro las ve como un buen ejemplo de hermano rico/hermano pobre.
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* Estas son Bruna y Quisa, las dos gatas de Pedro Herrero, el autor del microrrelato con acercanza. Quisa, la de la derecha, me cuenta, fue un regalo de una amiga de su mujer, que se marchó a vivir a Extremadura y no podía hacerse cargo de ella. Es una gata de finos modales, capaz de comer en la mano sin apenas rozártela. Bruna, la de la izquierda, la cogieron en la calle cuando se moría de hambre, ya que al ser la última de una camada, se quedaba siempre sin comer. Pedro las ve como un buen ejemplo de hermano rico/hermano pobre.
7 comentarios:
Muchas gracias Pedro.
Me gusta este ajuste de la palabra acercanza, está más próxima a lo que me transmite: algo estéreo pero que se puede sentir en el corazon (aunque se diga que este no duele, que todo son manifestaciones clínicas de otras alteraciones); es evidente que hay "proximidades" que matan.
Saludos,
Montse.
Hermosa palabra (me la quedo).
El relato y la historia de los gatos, muy de agradecer a Pedro Herrero. Te dejan pensando en el destino y esas cosas que son más propias del otoño.
Lo de fallecer por un acceso de anagnórisis me pareció realmente revelador. Sin duda experimentar ciertos cambios radicales (y hasta bruscos) en nuestras vidas cotidianas no es lo más aconsejable para individuos de salud quebradiza.
Saludos
Montse, Nán, Gemma, desde París (donde me estoy inflando a hacer fotos) os envío un muy cordial saludo y os agradezco tan gentiles comentarios.
¡Ajá!, Pedro... espero "verlas". A ver si son mejores que las mías del año pasado... :))
Saludos,
Montse.
Gracias, Pere, la revelación de la verdad como sinónimo de la muerte es un tema muy unamuniano...
Bisous
Puerto
Me alegra leerte de nuevo Pere, y como siempre, he disfrutado con tu ironía.
Besos
Ana Alvea
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