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"Psicólogo 1"
No tiene malas intenciones. Trafica con ellas.
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No tiene ideas. Las ha vendido a todas.
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Su silencio llama a las emociones: lágrimas, salivas y otros fluidos corporales fluyen en su encuentro. Sus palabras invitan a la acción y a la reflexión. Hasta definir su labor es contradictorio.
Sentarse cerca suyo y fingirse escuchada es el mayor placer. Todo lo que nos dice luego ya lo sabíamos. Sólo su silencio vale. Es casi como sentarse frente al espejo y hablarle, inventando posturas y expresiones novedosas. Sólo que el tiempo condiciona (y vuela).
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"Ese chico tiene problemas en su casa"
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Esta mañana, en clase, un alumno se transformó en perro. Siempre me pierdo la acción en mi afán de copiarles la teoría en la pizarra.
Después de la confusión, les pregunté a sus compañeros, disimulando mi curiosidad. Ninguno supo precisar el momento exacto en que ocurrió la transformación. No fue paulatina, sino sorpresiva.
Los adolescentes, en general, no dejan de sorprenderme. Sin embargo, en todos estos años de docencia, jamás había estado tan cerca del alumno-perro. Se transformó descaradamente en mi clase y me lo perdí.
No un cancerbero, ni siquiera un perro negro. Un perro lanudo, común, despeinado, que no llamaría la atención si no supiera que es López, el del tercer banco a la izquierda. No recuerdo su nombre de pila. Sólo su pelo desteñido y despeinado, como si nunca se lo hubiera lavado o peinado. Un chico común, con mirada perdida, como drogado. Un perro común, con mirada de perro, como hambriento.
Hablé con la psicóloga del colegio y me dijo:
-No puedo creer hasta qué extremos está dispuesta a llegar la gente para llamar la atención. Ese chico tiene problemas en su casa.
Vaya si los tiene, pensé.
-Su padre los abandonó cuando él nació, porque era diferente a lo que esperaba. No sé qué quería este tipo, si lo vieras. Creo que se parece al chico, cuando se transforma. Una cara de perro impresionante.
Después de la transformación, el perro escapó del aula y sus compañeros tuvieron que buscarlo. Hasta que volvieron mi hora había terminado.
Definitivamente, siempre me pierdo la acción.
* La cuarta foto es de Abel Murcia.
1 comentario:
Todo un descubrimiento esta autora. Me han gustado especialmente Pérdidas, Hijos y Este chico tiene problemas en su casa. Me gusta esa manera de contar algo oculto bajo otro tema que a su vez se está narrando.
Voy por la página 4 de tu entrada de Micros, buena literatura, sin duda.
Un saludo.
R.A.
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