viernes, 7 de agosto de 2009

Zernsdorf, Brandenburgo

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A los berlineses les gusta comentar que cuando cayó el muro se les abrió el inmenso horizonte de los numerosos lagos de Brandenburgo. A menos de una hora en coche de Berlín, pero también con buenas conexiones con los ferrocarriles de cercanías, la estación más cercana es casi de juguete, Kablow, se puede llegar al pequeño pueblo de Zernsdorf, cercano al Lankensee. La casa que ocupamos, o cabaña, así suena más campestre y virgiliano, se halla en la orilla misma del lago, a unos 45 kilómetros de la frontera polaca. ¿Qué puede hacerse aquí? Charlar, bañarse (la casa tiene un embarcadero que da al agua), si hay suerte tomar el sol, pasear, y si no te la das de muy gourmet, cenar en La luna (así, en castellano), uno de los pocos restaurantes agradables de los alrededores (estamos en el antiguo Este), aunque a poco que te descuides, el perro de los dueños puede meterte el hocico en el plato... Y también, como el día es tan largo, se puede leer, incluso trabajar; aunque si uno se junta con los amigos resulta muchísimo más agradable, y se aprende y disfruta más conversando. Y, desde luego, siempre es grato tener la ocasión de jugar un poco con el pequeño e inquieto Rafael, de dos años y medio (no me he atrevido a dar su foto, sin el permiso de sus padres), una criatura fascinada con el agua y los instrumentos de jardinería... Si, además, Isabel tiene que ensayar, y nos ameniza la tarde con su violín (Chaikovski, Mozart, Sibelius...), mejor que mejor...
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*Las fotos son de Gemma Pellicer.
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5 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Magnífica elección.

Suerte con el sol.

UN fuerte abrazo.

Sergio Francisci dijo...

Melancólicas envidias de un paupérrimo vivitante de las colonias del sur del mundo.
Imagino el viaje, miro a mi bicicleta. Ella me regala una sonrisa piadosa.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Eso es vida. Qué duda cabe.

Marta Badia dijo...

Me ha dado un poquito de envidia, las fotos, las conversaciones y el violín de Isabel

Fernando Valls dijo...

Marta, tienes que volver a Berlín, te quedan muchas cosas que ver y oír...