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Leo en una vieja entrevista, no muy bien hecha, por cierto, que Esther Tusquets no quiso publicar en Lumen Las cenizas de Ángela (1996), novela del recientemente fallecido Frank McCourt, que obtuvo el Premio Pulitzer entre otros, y que en España editó Maeva, convirtiéndose en un best-seller. ¿Por qué no apareció la novela en Lumen? Según la editora, quien confiesa que ni siquiera lo leyó, por el informe negativo de Antonio Vilanova, director de la colección Palabra en el tiempo y uno de los mejores críticos literarios de la postguerra. El caso es que no he podido dejar de pensar que la publicación de este libro bien podría haber sido el cuarto gran éxito de ventas de la historia de la editorial Lumen, tras Mafalda, de Quino; El nombre de la rosa, de Umberto Eco (no Humberto Ecco, como aparece escrito en la recordada entrevista de Barcelona Review), y El diario de Bridget Jones, de Helen Fielding.
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Hace unos días, con motivo de la muerte de Frank McCourt, se lamentaba Elvira Lindo de que no hubiera habido apenas asistentes en la conferencia que el escritor había pronunciado en una universidad de Madrid. Lo sorprendente del comentario, sin embargo, es que en vez de pensar que los alumnos y profesores habían pasado de todo, como suele ser cada vez más habitual en estos casos, adujera que los profesores "no habían sabido transmitir a los alumnos de literatura que merecía la pena escuchar a aquel hombre". Este argumento me recuerda a aquellos otros que utilizan habitualmente los pedagogos para exculpar siempre a los estudiantes. Mi experiencia, tras casi treinta años dando clase de Literatura Española Contemporánea en la universidad, es que el número de gente que puede asistir hoy a una conferencia es producto del azar. En general, los estudiantes prefieren asistir a sus clases habituales e hincharse a tomar apuntes, sin levantar la cabeza del papel, no vaya a ser que les preguntes algo, o irse al bar de la facultad a jugar a las cartas... Así, puede ocurrir que el mismo escritor un día congregue a 80 personas y el siguiente sólo a 15, y eso nada tiene que ver ni con el empeño, ni con la habilidad del profesor para convencer a los estudiantes. Los alumnos universitarios son ya mayorcitos y no parece necesario tener que convencerlos de nada. Existe otro método que siempre he descartado, aun cuando otros docentes lo cultiven con cierto éxito, y que consiste en tener cautivos a los alumnos en clase, obligándolos a asistir a la charla. A mí no me convence. Tras algunos sonados fracasos, acaso la alternativa estribe en no volver a invitar a los escritores a la universidad. En fin.
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8 comentarios:
Completamente de acuerdo con todo lo expuesto.
PD: acerca de un post de hace unos días (aquel sobre el estadio del Espanyol... es cruel ver como la realidad ofrece posibilidades que nuestra imaginación no cubre.
Un saludo.
En mi modesta opinión, las responsabilidades son siempre compartidas.
Si que puedo decir que el hábito de atender y apreciar el valor de una conferencia es una aptitud escasamente potenciada. Los valores van cambiando y solo se presta "oído" a la frase ingeniosa.
Y no hay que olvidar los medios. Una videoconferencia resulta más atractiva para muchos oyentes, porque usar las nuevas tecnologías se estan transformando en sinónimo de existir.
Un saludo cordial,
Montse.
Bueno, Montse, yo sigo prefiriendo ver el teatro y la ópera en directo que en la televisión.
Estamos de acuerdo,... y llevar siempre consigo un libro, para detenerse en sus páginas ya gastadas y retener su esencia en la relectura de sus palabras.
Y ahora me vino a la memoria un libro de Laura Esquivel La ley del amor (Plaza&Janés,1995), donde lo novedoso era la incorporación de un CD con créditos musicales, que podías ir oyendo, según recomendación de la autora durante la lectura de ciertos fragmentos de la novela. Fue algo bastante novedoso -aunque me parece recordar algún otro autor por esos años, que hizo igual-; quizás, ¿ahí empezó todo? Me refiero a introducir cambios en un formato ya clásico. Con ello, no ganó ni perdió mucho la calidad literaria del libro. Pero sí aportó otra atmosfera más intimista y cálida. La verdad es que las piezas musicales elegidas son todo un acierto.
Por cierto, y a modo de anécdota, leí posteriormente, que Robert Redford, pretendía producir una película de este libro... y nunca más se supo.
Saludos,
Montse.
Montse, se ha hecho con los temas de jazz en `Rayuela´,la novela de Cortázar, aunque el CD se vende independientemente. No sería mala idea dar juntos el libro y las canciones. Y lo hace la Residencia de Estudiantes con la poesía, los versos escritos y la voz del autor recitándolos.
Ajá... era con Cortázar. Miraré de encontrar el CD. Lo de la Residencia de Estudiantes me parece genial.
Muchas gracias por toda la información.
Un abrazo,
Montse.
No creo que obligando se consiga nada. Creo que la noble tarea del profesor estriba más en estimular la curiosidad y el interés del alumno. Y, por desgracia, cada vez existen menos profesores que logren mantener la atención y sobre todo, que cautiven a sus alumnos de tal manera que no sea necesario obligarlos a nada. Y no me refiero a la universidad, ya que a ese espacio deberían llegar cargados de interés y deseos de aprender más y más... ese es un trabajo que comienza en casa y que la escuela debería continuar. Pero no es así, y lo digo por experiencia propia con mis hijos, que con tres años de diferencia, han tenido el mismo profesor de Lengua y Literatura y con sorpresa y bastante enfado por mi parte, he visto como el señor profesor utiliza los mismos ejemplos, modelos de ejercicios y temas de lectura y comentario sin variar ni una coma, desde que comenzó en la escuela y cuidado! está a punto de jubilarse. ¿Así pretende que los alumnos tengan interés y acudan a conferencias? Pues no. Posiblemente aquellos que como mis hijos tengan la enorme suerte de tener padres que los siguen estimulando en casa, vayan por propia iniciativa, los demás formarán parte de ese altísimo porcentaje de jóvenes que no muestran interés por nada, porque nadie, ni en casa, ni en la escuela, fue capaz de mostrarles el camino... Y así continuamos con el mismo lema: "El uno por el otro, la casa sin barrer".
Anónimo, ¿por qué Anónimo?, yo me refiero sólo a la Universidad, donde me parece que deben llegar ya motivados, a una carrera que sólo se estudia por amor al arte. En los niveles anteriores de enseñanza, el planteamiento me parece que debe ser distinto, pero como sólo los conozco de oidas, no me atrevo a opinar, aunque me parece sensato lo que nos dices.
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