viernes, 14 de agosto de 2009

FERNANDO IWASAKI: noticias y más...

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Cinco años después de su primera salida, acaba de publicarse la quinta edición de Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki, en Páginas de Espuma, con once nuevos microrrelatos, con lo que el volumen redondea la cifra de cien piezas. Se trata, por tanto, de un ajuar peculiar, compuesto de cien aderezos. Es probable que este libro sea el primer long seller de la historia del microrrelato, pues lleva vendidos hasta ahora 50.000 ejemplares. Damos ahora dos de sus piezas inéditas.
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Esta noticia coincide con la aparición, durante las próximas semanas, en la misma casa editora, del nuevo libro del autor, cuyo título remeda otro del poeta peruano César Vallejo, España, aparta de mí estos premios, y cuya curiosa y atractiva cubierta, a partir del toro de Osborne de Manolo Prieto, reproducimos.
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"Del bestiario del cementerio de fray Antonio Fuente de la Peña"
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DUENDE DE LECHE: Pequeña alimaña nocturna que sólo se alimenta de los dientes más tiernos de los niños muertos. Son animales débiles y asustadizos, a menudo devorados por ratas, gusanos y otras criaturas de los camposantos. Se engendra en la putrefacción de los cadáveres y todo lo que roe queda inficionado de su olor. Tiene la cabeza pequeña; los ojos muy vivos y perspicaces; el hocico largo y puntiagudo, adornado de unos bigotes o mostachos de pelo fuerte, a modo de cerdas; los dientes agudos; las orejas tiesas; el pelo blanco y la cola en carne viva y larga. Es animal muy astuto, industrioso y sagaz; pero tan temeroso y cobarde, que de cualquier ruido se turba y espanta, y siempre anda como acechando y a escondidas. Se requiere dispensa eclesiástica para domesticarlos y hay edicto de la Inquisición contra alquimistas y boticarios, que los cazan para sus transmutaciones y fórmulas magistrales. Entre los villanos se le conoce como ratón de leche, mus lactis, y se considera herejía temeraria ofrecerle los dientes de leche de los niños a cambio de protección.
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"Renúka"
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VENGO DE VER al monstruo y sólo quiero lavarme las manos, sacudirme sus pelos desflecados como telas de araña y quitarme esta ropa que apesta a orines. No aguanto la visión de su madriguera: la ropa maloliente, los cuajarones que gotean por su cuerpo y esa cama hecha de periódicos arrugados que sugieren una forma vagamente humana. A veces estornuda y me arrasa un olor infecto, como el que impregna las sobras que deja en los cuencos donde le sirvo la comida. Odio escuchar su respiración arenosa, cómo sorbe desesperada los líquidos y el roznido que hace con las encías al masticar. Pero lo peor es enfrentarme a su mirada anfibia justo antes de salir, tener que acariciarle la frente escamosa, soportar el lamido agónico de su despedida y decirle adiós, mamá, hasta la próxima semana.
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7 comentarios:

Javier Puche dijo...

Gran noticia la de esta reedición. Esos once nuevos microrrelatos bien merecen comprar de nuevo el libro. Gracias por informarnos, Fernando. Espero que estés teniendo un verano apacible.

Fernando Valls dijo...

Apacible, apacible... Pero el día, Herman, da para muchas cosas, el trabajo y el entretenimiento. Gracias y saludos.

Pepemomia dijo...

Iwasaki es uno de los más talentosos y a mi parecer menos reconocidos de nuestros (¿puedo decir nuestros?) cuentistas contemporáneos. Es una gran noticia (para todos nosotros, sus lectores) que su ajuar se amplíe.

Fernando Valls dijo...

Pepe Momia, me lo pones a huevo, en cuanto te quites unas cuantas vueltas de venda, y te alivies un poco, te darás cuenta de que Iwasaki quizá sea otra víctima más de las literaturas nacionales, pero -de todas formas- a mí me parece que en España se le tiene bastante en cuenta: sus libros se venden y la crítica le presta atención. Qué más se puede pedir...
Saludos cordiales

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Te deseo un buen verano Fernando.

Fernando Valls dijo...

Gracias, Javier, también yo te deseo un buen verano, lo que queda ya del verano, que pasa siempre demasiado rápido.

Isabel González dijo...

Devoré 'Ajuar funerario' en cuanto salió a la venta. ¿O tal vez me devoró él a mí? Uno no puede fiarse de estos cuentos. Qué gran noticia. Me alegro.