Recuerdo el impacto que me produjo hace algunos años la impresionante Constelación de cucarachas que Joan Brossa colocó sobre las blancas paredes de entrada del Pabellón Español en la Bienal de Venecia. En el interior nos volvió a sobrecoger otra de sus instalaciones que ocupaba toda una sala, se trataba de una terrible puesta en escena, una mesa para dos elegantemente preparada, con mantel de encaje, candelabros, cubiertos y cubitera con champán. Uno de los comensales era el garrote vil, el otro, una silla vacía. Además, se trataba de un garrote vil auténtico que había sido utilizado en España en oscuras épocas anteriores. Es obvio decir que en aquella sala y aún a pesar de que en ella coincidimos varios visitantes, reinaba un silencio sepulcral.
Hace pocos días he asistido a un corto de animación de los hermanos Quay basado en el cuento “La calle de los cocodrilos”, de Bruno Schulz, añado tres enlaces de youtube por si pueden ser de interés para ver el espectacular corto que dura aproximadamente veinte minutos.
Hace pocos días he asistido a un corto de animación de los hermanos Quay basado en el cuento “La calle de los cocodrilos”, de Bruno Schulz, añado tres enlaces de youtube por si pueden ser de interés para ver el espectacular corto que dura aproximadamente veinte minutos.
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Es una joya cinematográfica imposible de olvidar, todo dentro de ella resulta inquietante, un logrado ambiente onírico en una escenografía de vieja fábrica en penumbra, en la que clavos y tuercas parecen tener vida propia, conviviendo con extraños muñecos de cabezas huecas y heladoras sonrisas. Este corto de los Quay refleja a la perfección el paisaje de lo absurdo, la respiración de lo insoportable del relato de Schulz. La película parece estar hecha únicamente para lograr que a la mirada del espectador todo aparezca denso, cerrado, repulsivo, sin sonido: sólo texturas de peces, telas, máquinas oxidadas, fría sensualidad, crueldad, misterio decadente que nos habla una vez más de una asfixiante circunstancia sin salida, que lleva al espectador en muchos momentos a desear huir de aquello que se le muestra en la pantalla. Bruno Schulz escribió el relato en la convulsa Europa de la segunda guerra mundial; los hermanos Quay han sabido captar magistralmente la sensación de aquel horror, el malestar de toda una época.
Es una joya cinematográfica imposible de olvidar, todo dentro de ella resulta inquietante, un logrado ambiente onírico en una escenografía de vieja fábrica en penumbra, en la que clavos y tuercas parecen tener vida propia, conviviendo con extraños muñecos de cabezas huecas y heladoras sonrisas. Este corto de los Quay refleja a la perfección el paisaje de lo absurdo, la respiración de lo insoportable del relato de Schulz. La película parece estar hecha únicamente para lograr que a la mirada del espectador todo aparezca denso, cerrado, repulsivo, sin sonido: sólo texturas de peces, telas, máquinas oxidadas, fría sensualidad, crueldad, misterio decadente que nos habla una vez más de una asfixiante circunstancia sin salida, que lleva al espectador en muchos momentos a desear huir de aquello que se le muestra en la pantalla. Bruno Schulz escribió el relato en la convulsa Europa de la segunda guerra mundial; los hermanos Quay han sabido captar magistralmente la sensación de aquel horror, el malestar de toda una época.
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Traigo estos dos ejemplos para hablar de dos poéticas visuales que reflejan cada una de ellas tiempos diferentes, pero que ambas rompen con los moldes de representación formal al uso. En la actualidad las poéticas visuales utilizan todo un abanico de medios estéticos, como las artes plásticas, los poemas objeto, el grafismo, el letrismo, la poesía experimental, las performances, las instalaciones, los cortos de animación, el teatro, la música experimental etc. Ante todas ellas, como aproximación para su comprensión y lectura, aconsejo situarse en la misma disposición que ante un relato de Kafka. Ya que la mayor parte de esas poéticas visuales utilizan el lenguaje del surrealismo y el absurdo para traducir simbólicamente una realidad ante la que no pueden permanecer indiferentes. Y lo hacen por medio de unas formas que a menudo transgreden lo que habitualmente entendemos por narración o representación lineal, para establecer otras traducciones más ricas y complejas de la realidad y lo que bajo ella se esconde.
* El poema objeto es de Joan Brossa, "El convidado". En la primera foto aparece Brossa con sombrero de copa; en la foto final, los hermanos Quay.
2 comentarios:
tu sabes de donde puedo bajar el coto la calle de los cocodrilos de los hnos quay??? porfavor te lo agradecería
A ver si alguien puede ayudar a Camipoeta. Quizá la misma Julia Otxoa.
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