lunes, 3 de marzo de 2008

Raquel Meller, Chaplin y más... Galería de retratos

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Hace unos días, la periodista Mercè Ibarz, con la excusa de que había desaparecido la escultura de Raquel Meller (1888-1962), obra en bronce de Josep Viladomat, situada en el Paralelo de Barcelona, delante del cerrado Teatro Arnau, donde la cupletista aragonesa (de Tarazona) debutó en 1911, les preguntaba a sus lectores si sabían quién era esta señora. Me imagino que pocos conocerán los avatares de su novelesca biografía, pero será difícil encontrar gente que no haya oído jamás algunas de sus más célebres canciones.

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El caso sorprendente es que el monumento se había quedado sin cabeza, brazos y violetas..., ¡ya es gana de hacer daño!, por lo que el pedestal permanece vacío mientras el Ayuntamiento lo restaura. En ese pedestal aparece un fragmento de "La violetera": "Cómpreme usted este ramito para lucirlo en el ojal...". Y no puedo dejar de observar que ninguna de las infinitas intérpretes que ha debido de tener esta canción entonaría ese "para lucirlo", sino un mucho más espontáneo y desgarrado "pa lucirlo...".




Y aunque obtuvo grandes éxitos en teatros europeos y americanos, en 1926 hizo una gira por los Estados Unidos, quizás el momento culminante de su trayectoria artística debió producirse cuando en Luces de la ciudad (1931), la película de Chaplin, suena "La violetera" como el tema principal. Parece ser que alrededor de 1930, la tonadillera atrajo la atención del actor y director, quien trató de que interpretara un papel principal en la citada película, aunque el empeño no llegara a cuajar. Cómo conoció Chaplin a Raquel Meller, su canción, no lo sabemos a ciencia cierta, aunque es muy probable que fuera debido a sus amigos españoles, entonces instalados en Hollywood, Edgar Neville y José López Rubio. Tanto éstos como Enrique Jardiel Poncela (la recuerda, junto a Josephine Baker, en su novela Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?), Tono, Miguel Mihura (en Tres sombreros de copa se oye "El relicario") y Eduardo Ugarte, fueron devotos chaplinianos. E incluso el primero, le dedica su novela Don Clorato de Potasa (1928).

Joaquín Sorolla, 1918

Las interpretaciones que Raquel Meller hizo de “La violetera” y “El relicario”, del maestro Padilla, muy populares al final de la segunda década del siglo pasado, la convirtieron en una artista de prestigio internacional. Durante esos mismos años pasó a ser la musa de escritores tales como Galdós, Guimerá, Benavente, Manuel Machado o los Álvarez Quintero, por lo que se llevaron una gran decepción cuando en 1919 se casó con el diplomático y escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, aunque debieron de sentir un gran alivio cuando se separó cuatro años después. La gran contribución de Raquel Meller al cuplé consistió en convertirlo en un género melodramático, delicado, e incluso elegante, frente a la ordinariez predominate hasta entonces.

A pesar de algunas de la anécdotas que se cuentan, como aquella que relata un desplante que le dio al rey, la cupletista fue gran admiradora de Alfonso XIII (parece ser que en una ocasión le espetó el monarca: "cuando te sale la maña eres imposible..."), pero también del dictador Primo de Rivera. Y entre las leyendas que circularon sobre ella, se contaba, nada menos, que contribuyó a la detención de Mata-Hari, quien había mantenido un romance con Gómez Carrillo antes de casarse con nuestra cantante.

Trabajó también en el cine, destacando quizá su actuación en Violetas imperiales (1923). En los años treinta triunfaría en París, residiendo habitualmente en Francia y compitiendo en popularidad con Sarah Bernhardt, Mistinguette, Eleanora Duse, Isadora Duncan o Josephine Baker. Y desde Francia, apoyó el golpe de estado de Franco.

Para tratarse de una sola vida, no está nada mal... Quien desee saber más, puede ver el libro de Javier Barreiro, Raquel Meller y su tiempo (Diputación General de Aragón, Colección Los aragoneses, 1992).

P.S. Ahora Antón Castro, siempre conocedor y generoso, añade en su blog la siguiente anécdota, que yo desconocía: "Francisca Marqués [nombre real de Raquel Meller] saludó la llegada del fascismo descorchando una botella de champán, junto a César González-Ruano".

Cuadro de Carlos Vázquez en el que aparece con el atuendo que utilizaba para cantar "El relicario", con la plaza de toros de Tarazona, al fondo

2 comentarios:

Estupor dijo...

En el teatro "Tibu ñ" de Madrid, Hugo López presenta, todos los fines de semana, un espectacular musical sobre la vida de Raquel Meller titulado "Por los ojos de raquel Meller". Creo que esta obra, acutualmente en cartel, es una ocasión única para sumergirse en el ambiente de la época.

Fernando Valls dijo...

Esperemos que llegué también a Barcelona, y al resto del país, claro está.