domingo, 19 de julio de 2009

`Tambores lejanos´: un western en el este

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En 1951 se estrenó Tambores lejanos, una curiosa película de Raoul Walsh, rodada en Florida (Castillo de San Marcos, Enverglades National Park, Naples, Silver Springs), donde transcurre la acción. Es la historia de una huida, a través de los peligrosos pantanos, de un grupo de blancos, perseguidos por los indios seminolas.
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La acción, como decía, tiene lugar en Florida, durante 1840, en la segunda guerra contra los seminolas. Narra las aventuras de Quincy Wyatt (Gary Cooper), capitán del ejército americano, padre de un hijo de 6 años, casado con una india, violada y asesinada por soldados blancos, novatos y ebrios. Wyatt es un personage singular, sin prejuicios raciales, que siente una enome devoción por su hijo, con quien vive en un lugar solitario y paradisíaco, servido por indios. La historia empieza cuando se le encomienda la misión de acabar con el suministro de armas de fuego que unos contrabandistas le proporcionan a los indios. La lleva a cabo con éxito y entre los cautivos que libera se encuentra Judy Beckett (Mari Aldan), una mujer atractiva, fascinada por Savannah, ciudad a la que quiere regresar. Pero entonces comienzan los problemas para Wyatt, pues, persiguido por los seminolas, tiene que volver al fuerte sano y salvo, para lo cual no le queda más opción que atravesar un peligroso territorio en donde perderá a buena parte de sus hombres.

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La película resulta un western peculiar por muchos motivos. Para empezar, la acción se desarrolla en el Este, en Florida. Es un relato vibrante de aventuras, con lances de guerra y de lucha, que se suceden sin dar respiro al espectador. La variedad, originalidad y novedad de los lances y aventuras, desde el asalto a un fuerte (Fuerte Infanta) a la lucha contra los contrabandistas, la liberación de los rehenes, la peligrosa travesía por unos parajes naturales hostiles, siempre perseguidos por los indios. La inevitable lucha final entre el jefe indio Oscala y Wyatt se produce a cuchillo y bajo el agua, lo que confiere al desenlace una gran originalidad. Tampoco falta el mensaje y el protagonista expone las razones de su renuncia a la venganza, aconsejando a Judy que haga lo mismo, puesto que vivir pensando en la venganza sólo genera malestar e impide que el mundo sea mejor. Así, la mujer renuncia a vivir en la elegante Savannah y a la venganza que quería cobrarse de un hombre que la trató mal, para quedarse en los bosques de Florida, por amor a Wyatt.
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Cuentan los entendidos en la materia que es la primera película que utiliza "The Wilhem Scream", un grito prolongado, de archivo, que se ha reproducido después, por ejemplo, en el cuarto episodio de La guerra de las galaxias y en Indiana Jones y el templo maldito. Aquí se utiliza en dos ocasiones: cuando tres indios son heridos sucesivamente y en el momento en que un soldado es mordido y arrastrado bajo las aguas por un cocodrilo. También debo ponderar la música, de Max Steniner, y la fotografía de Sid Hickox, quien saca excelente partido a la belleza y exotismo de los escenarios naturales. Hace una semanas la vendía El País al módico precio de 1 euro. Quien no la haya visto, o no la recuerde bien, le aconsejo que vuelva a ella. Me lo agradecerá. Y eso es todo por hoy.
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3 comentarios:

Toni dijo...

Como curiosidad para una noche de domingo, te dejo un enlace a una recopilación de gritos Wilhelm. En realidad es un grito bastante malo, casi ridículo, pero una vez identificado no puedo evitar esbozar una sonrisa cada vez que lo escucho por sorpresa:

http://www.youtube.com/watch?v=cdbYsoEasio

Creo que casi todos los méritos que tiene la película se pueden resumir en uno: Raoul Walsh

Fernando Valls dijo...

Gracias, Toni. Quizás el mérito mayor, para mí, es que cuando la vi de niño me entusiasmó, y ahora he vuelto a verla con placer.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡¡gracias infinitas!!No sé que hubiese sido de mi sin esta película