Hace unas semanas, oyendo al cuarteto vocal La Colombina, en la catedral católica de Santa Eudivigis, en Berlín, situada en pleno centro de la ciudad, en la Bebelplatz, junto a la ópera, la Universidad Humboldt y el maravilloso Hotel Roma, recordé al poeta José Ángel Valente, el entusiasmo con que hablaba del Oficio de tinieblas, de Couperin, hasta el punto de que le inspiró en 1980 los poemas que componen sus Tres lecciones de tinieblas. También se me vino a la memoria haber leído que en su funeral, en Ginebra, llegó a sonar esta música, junto a otras piezas de Bach.
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El concierto de La Colombina se centró en la música española del siglo XVI, incluyendo obras del maestro castellano Tomás Luis de Victoria, uno de los máximos compositores de finales del Renacimiento y principios del Barroco. Para los curiosos recordaré que el nombre del grupo, creado en 1990, es un homenaje a la recopilación de música del siglo XV conservada en la Biblioteca Colombina de Sevilla. Nació el conjunto -compuesto por cuatro cantantes, solistas reconocidos. Así, la soprano Raquel Andueza, el alto Jé Hernández Pastor, el tenor Josep Benet y el barítono Josep Cabré-, con el propósito de cultivar la música religiosa y profana del Renacimiento y del primer Barroco, y en esencia a cappella.
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El Officium Hebdomadae Sanctae, de Tomás Luis de Victoria (1548-1611), fue escrito en Roma, en 1585, poco antes de que el compositor abulense regresara a España, constituyendo un perfecto compendio de las doctrinas aprendidas en la capital italiana, donde Victoria tuvo acceso a la mejor música sacra del momento, lo que suponía -además- un apoyo a las leyes de la Contrarreforma, a la que sirvió con gran convicción.
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Estas pasiones de Victoria fueron interpretadas en la Capilla Sixtina durante más de trescientos años. No olvidemos que los Responsorios de Tinieblas se cantaban durante los maitines del Jueves, Viernes y Sábado Santo, a razón de seis al día, cuando aún reinaba la oscuridad, y sólo las velas, que se iban apagando una a una mientras avanzaba el oficio, iluminaban el interior de la nave de la iglesia. En la actualidad, los responsorios se han independizado del Oficio tanto en las interpretaciones en vivo como en las grabaciones en disco. Por mi parte, como espectador profano y entusiasta, sólo puedo decir que disfruté de lo lindo con un concierto al que me llevó el azar y mi buena fortuna.
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