Lo bueno que tiene una ciudad
como Berlín es que puede depararnos infinidad de sorpresas, y algunas de las
más gratas se producen en el terreno de la música. Hace un par de noches la
recomendación de Isabel Mellado nos llevó al Heimathafen, en Neukölln, un
modesto barrio de Berlín, lejos de las rutas por las que suelen transitar los
turistas. La Karl-Marx-Strasse, donde se encuentra el local, está plagada de
comercios y restaurantes multikulti, como se dice por aquí. El concierto anunciado formaba
parte de un festival que pretende mezclar la mayor variedad de propuestas
culturales posibles, desde las tradicionales a las experimentales, sin olvidar
el diálogo entre religiones ni el debate. El grupo que actuaba, formado para
la ocasión por la compositora y cantante alemana iraní Cymian Samawatie, quien
parece ser que ha obtenido el premio Weltmusik Award, se llama Diwan der
Kontinente y utiliza instrumentos procedentes de Europa, Japón, Irán, China, Afganistán y
Europa. Pero, además del concierto, impartieron un taller de música para
jóvenes. Varios de estos músicos son reputados intérpretes de jazz, e incluso
algunos forman parte de la Filarmónica de Berlín. Por tanto, se trataba de una ocasión única e
irrepetible que solo puede darse en una ciudad tan sorprendente y generosa, sus
artistas pueden serlo, como lo es a menudo la capital alemana.
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El grupo estaba formado por tres
cantantes y cada uno de ellos cantó en su lengua: el hebreo, el persa y el árabe,
respectivamente, además de en alemán. Así oímos diversos salmos, pero también canciones de Goethe o del escritor libanés Kahlil Gibran. Junto a la directora, ya citada, el resto de los componentes era:
- Sveta Kundish, cantante.
- Rabih Lauud, cantante.
- Marlene Ito, violín.
- Martin Stegner, viola.
- Knut Weber, chelo.
- Ralf Schwarz, contrabajo.
- Dominik Wollenweber, oboe y corno inglés.
- Wu Wei, Sheng http://en.wikipedia.org/wiki/Sheng_(instrument).
- Milian Vogel, clarinete bajo y electrónica.
- Vladiswar Nadishana es un ruso que toca multitud de instrumentos, preferiblemente sentado en el suelo, desde la flauta de pera, esa que se usa para que bailen las serpientes, hasta una especie de cazuela de barro negro invertido, y todo tipo de instrumentos antiguos de diversas partes del mundo.
- Larry Porter, laúd.
- Naoko Kikuchi, Koto http://es.wikipedia.org/wiki/Koto.
- Taiko Saito, hizo virguerías con la marimba y el vibráfono.
Las piezas que interpretaron eran obra de la directora y del compositor Ketan Bhatti.
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El local estaba lleno a rebosar y
en el entreacto, en un patio anexo al teatro, situado al aire libre, nos dieron
una pequeña cena fría, en forma de bufé, con dátiles, frutos secos y pequeños
bocadillos salados y dulces. La cerveza, o el vino, la pusimos nosotros. Josep
Pla hubiera preguntado: "¿y quién paga todo esto?". Pues, excepto algunos
enchufados, la mayoría pagó su entrada, que ascendía al módico precio de
14 euros. Decir, finalmente, que el concierto duró dos horas y media y que fue
extraordinario no es más que reconocer que me hubiera quedado gustoso horas y horas
escuchándolos, hasta el amanecer. Pero lo más curioso de todo fue que gran parte
del público que celebraba la Noche del Ramadán era alemán, o al menos su aspecto no
hacía pensar en otra cosa.
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* Isabel Mellado
no tocó el violín en esta ocasión, pero sí hizo de fotógrafa.
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