lunes, 31 de enero de 2011

Los cuentos de Selecciones

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Hace unos meses la editora estadounidense de libros y revistas Reader´s Digest se ha declarado en suspensión de pagos. Durante muchas décadas esta publicación se dedicó a difundir a lo largo del mundo, España incluída, una imagen edulcorada de la vida norteamericana. En 1940 se creó una edición de la revista en español, con el título de Selecciones del Reader´s Digest, cuyo subtítulo proclamaba que era "la revista más leída del mundo". Es posible que fuera así. El caso es que que en España la dirigieron los poetas Lepoldo Panero, primero, y luego Luis Rosales, cargos que resultaban ser entonces auténticas canongías. En la época en que fue responsable el poeta granadino trabajaron en la empresa Fernando Quiñones, José Manuel Caballero Bonald y Juan Luis Panero, entre otros. En las memorias de los dos últimos se relata su experiencia en la empresa. Esta publicación llegó a tener tanto éxito que, en los momentos de mayor auge, se editaba en trece idiomas y se vendía en treinta y dos países.
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Pero lo que en realidad quería contar es que cuando yo era un niño que empezaba a convertirse en adolescente y le tomaba el gusto a la lectura, mi padre se suscribió a esta publicación. En su condición de miscelánea solía traer, entre otras muchas cosas, relatos de algunos de los mejores narradores norteamericanos de aquellos años. Pero lo que más me llamaba la etención, hasta el punto de que todavía conservo los dos volúmenes, cuyas cubiertas se reproducen aquí, fueron las antologías de cuentos que editaban como publicaciones complementarias. Y quizá fuera en sus páginas, aunque no sólo, donde empecé a aficionarme a leer relatos.
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* Tanto las Joyas del cuento norteamericano (1968) como las Nuevas joyas del cuento europeo (1968) aparecieron al cuidado del escritor Fernando Quiñones, quien figura como autor de la selección, revisión, prólogo y notas. Si alguien tiene más noticias sobre las antologías de cuentos que publicaba Selecciones del Reader´s Digest, le agradeceré que me lo comunique de la manera que le parezca más adecuada.
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7 comentarios:

Jordi Masó dijo...

Por casa de mis padres también circulaba el volumen "Nuevas joyas del cuento europeo" (quién sabe por dónde andará ahora). Ver reproducida aquí esa portada me ha trasladado a los tiempos de mis primeras lecturas "serias". Si no recuerdo mal el libro empezaba con "El lobo" de Petronio, un cuento breve (ahora lo llamaríamos microrrelato) que me inquietó mucho.

Elías dijo...

Yo poseo un ejemplar de las Joyas del cuento norteamericano (una edición del año 68 bastante bien conservada) que compré hace unos años en la Cuesta de Moyano por 1,5euros, en verdad un chollo.

Y en verdad que son joyas esos cuentos: Poe, Twain, Melville, Bierce, London...

Un abrazo.

Esther Andradi dijo...

Leí "Selecciones..." gracias al legado de la maestra vecina de casa en el pueblito donde nací, y que además tenía "El tesoro de la Juventud" y otras joyas como una versión jibarizada de "La Ilíada" y "La Odisea" que fueron mis primeras lecturas. De Selecciones recuerdo el placer de sus cuentos cortos, y aquella sección "La risa, remedio infalible", chistes de un mundo lejano y de un humor igualmenre ajeno.

Joaquín dijo...

Gracias por este recuerdo, Fernando, que también es de mi niñez. Yo disfrutaba mucho con artículos lingüísticos (no sé si de Casares, o de quién).

Isabel Mercadé dijo...

Dios, es verdad, ¡no me acordaba! En casa también se compraba, pero no recordaba esas ediciones de cuentos. ¿Será por eso que alguna vez leyendo a algún autor para mí desconocido, creía yo, me resultaba familiar?
Saludos, Fernando.

Rocío Romero dijo...

Pues he mirado por curiosidad en Google y así, a priori, he visto que aún es posible conseguir algún ejemplar:
http://www.buscalibros.cl/joyas-cuento-espanol-readers-digest-cp_4933036.htm
No conozco esa página ¿eh? es sólo algo que me salió al paso en una búsqueda, sin más.
Un abrazo,
Rocío

Eva Rodríguez dijo...

No se lo cuentes a nadie, pero creo que mi forma de escribir tiene mucho que ver con la sección de relatos de accidentes. Pero shhhh.., que esas cosas no se pueden decir en voz alta. Para mí también es uno de los grandes recuerdos de mi padre. Tras su muerte, aún conservo alguno de los libros (que no de las revistas)