miércoles, 19 de enero de 2011

2010: cuentos y microrrelatos

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No resulta sencillo hacer balance de un año de narrativa breve, sobre todo porque hay libros que no son fáciles de conseguir. Una de las primeras obligaciones que un editor contrae con sus autores es procurar que sus libros lleguen a los lectores y a los periodistas y críticos interesados por ellos y que puedan apoyarlos. Sentada esta elemental premisa, voy a recordar unos pocos volúmenes de narrativa breve (de cuento y microrrelato) que me han llamado la atención. Les pido disculpas a los ausentes. Hay textos que no cito porque no me han interesado, pero hay otros que siento no haber podido ver siquiera.
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En dos de los libros más importantes del año se recoge la narrativa breve completa de Ana María Matute (La puerta de la luna, Destino) y José María Merino (Historias del otro lugar. Cuentos reunidos. 1982-2004, Alfaguara). Maestros del género, en épocas muy distintas, no debe olvidarse que la Matute publicó casi todos sus cuentos entre 1957 y 1968. Medardo Fraile (Antes del futuro imperfecto, Páginas de espuma) ha recogido en un volumen nuevos y viejos cuentos. El primer libro de relatos de Antonio Martínez Menchén (Espejos de soledad, Menoscuarto; antología prologada por José María Merino) data de 1968, pero ha seguido cultivando el género hasta nuestros días, y es uno de esos pocos autores sugestivos en una época de transición del género, entre la generación del 50 y los nuevos nombres que empiezan a publicar durante los últimos años del franquismo.
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Si nos instalamos en el presente, resulta imprescindible la recopilación de cuentos de Ángel Olgoso (Los líquenes del sueño. Relatos 1980-1995, Tropo), un autor que por fin ocupa el puesto destacado que siempre le correspondió. Y entre los libros nuevos, los mejores me parecen los del maestro Juan Eduardo Zúñiga (Brillan monedas oxidadas, Galaxia Gutenberg), uno de los grandes escritores de cuentos de las últimas décadas; Gonzalo Calcedo (El prisionero de la avenida Lexington, Menoscuarto), Carlos Marzal (Los pobres desgraciados hijos de perra, Tusquets), Jon Bilbao (Bajo el influjo del cometa, Salto de página), Pilar Adón (El mes más cruel, Acantilado), Berta Marsé (Fantasías animadas, Anagrama), Pepe Cervera (Premonición, Paréntesis) y Juan Carlos Márquez (Llenad la tierra, Menoscuarto). Y apunta excelentes maneras Manuel Espada (Fuera de temario, Policarbonados). Entre estos nuevos nombres, la mayor sorpresa me la ha proporcionado Inés Mendoza (El otro fuego, Páginas de espuma), con cuentos y microrrelatos tan buenos como “Origami”, “Un hombre con sombrero negro”, “Jardín” y “La jungla de oro”. En cambio, siento no haber visto aún los libros de Óscar Esquivias, narrador de trayectoria impecable, Pampanitos verdes (Ediciones del Viento), y Javier Mije, El fabuloso mundo de nada (Acantilado), del que sólo he oído hablar bien.
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Respecto a las recopilaciones, destacaría la de Andrés Neuman (Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español. 2001-2010, Páginas de espuma), que me parece que junto a la que hemos compuesto Gemma Pellicer y yo (Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual, Menoscuarto) presenta un panorama bastante verosímil de lo que es hoy el nuevo cuento. Tampoco quiero dejar de llamar la atención sobre la más que curiosa selección de Granta, que en el caso español sólo muestra desconocimiento y falta de criterio sobre la materia. Uno no puede dejar de pensar que si una mínima parte del esfuerzo que le han dedicado a la promoción lo hubieran destinado, en cambio, a elegir mejor a los antologadores, el resultado quizá hubiera sido algo más acertado.

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El auge del microrrelato se aprecia más en la red, en las publicaciones de textos sueltos, algunos de notable calidad, que en los libros, aunque tampoco han faltado estos, y cada vez hay más editores que apuestan por el género. Alonso Ibarrola (No se puede decir impunemente `te quiero´ en Venecia, Visón) ha recopilado una serie de viejos textos que hoy han adquirido los aires propios de lo que llamamos microrrelato. Y entre los libros estrictamente nuevos, hay que destacar los de Rubén Abella (Los ojos de los peces, Menoscuarto), Ginés S. Cutillas (Un koala en el armario, Cuadernos del Vigía), Carlos Almira (Fuego enemigo, Nowevolution), Raúl Sánchez Quiles (Hiperbreves S.A., Baile del Sol), Antonio Serrano Cueto (Fuera pijamas, Debarris) y el llamado Javier B (Dislexia(s), e.d.a.). Otros narradores siguen incrustando algunos microrrelatos excelentes en sus libros de cuentos, sin decidirse a darnos un libro dedicado sólo al nuevo género.
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Poco puedo decir de las antologías, puesto que en las dos que conozco tengo alguna responsabilidad: Velas al viento. Los microrrelatos de La nave de los locos (Cuadernos del Vigía) y Relatos en Cadena, 2009-2010 (Alfaguara). La singularidad de la primera es conocida por los lectores de este blog; mientras que la virtud mayor de la segunda radica en que resulta un semillero de narradores de los que pronto esperamos libros de microrrelatos. Me refiero a Beatriz Alonso Aranzábal, Rosana Alonso, Alberto Corujo, Jesus Esnaola, Isabel González González y Agustín Martínez Valderrama, por recordar a aquellos cuya obra conozco un poco mejor.

El balance final, por tanto, sólo puede ser bueno, pues a los ya clásicos: Matute, Zúñiga y Merino, se han sumado un buen puñado de nuevos nombres que apuntan hacia la excelencia. Lo que me sorprende, sin embargo, es que casi ninguno de los muchos narradores que empezaron a cultivar el cuento durante las tres últimas décadas del siglo pasado nos haya dado, que yo sepa, un nuevo libro de relatos. Y la peor noticia ha sido el fallecimiento del salmantino César Martín Ortiz (1958-2010), aunque afincado en Extremadura, con tres libros de cuentos en su haber (Un poco de orden, 1997; Nuestro pequeño mundo, 2000; y Pasó de contarlo, que incluye el relato antológico “Fácil”), elogiados por un crítico tan prestigioso como Ricardo Senabre, sin que le hayamos prestado la atención que merecía.
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* En las fotos, de arriba abajo: Ana María Matute, Juan Eduardo Zúñiga, Carlos Marzal, Inés Mendoza y César Martín Ortiz.
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23 comentarios:

Pepe Cervera dijo...

Agradecido quedo, amigo Fernando, por la parte que me toca.
¿Se presentará una oportunidad para volver a vernos en 2011?
Abrazos

Miguel A. Zapata dijo...

Excelente cosecha (y unos cuantos buenos amigos en esa lista). Que siga la racha. Un abrazo recurrentemente neumónico (¿o neumoníaco?).

Hiperbreves S.A. dijo...

Es un inmenso honor que mi iniciático libro Hiperbreves S.A. (a pesar del título) haya merecido un hueco en este repaso al 2010 por parte de, en mi modesta opinión, la voz más autorizada en este género chico. Es un lujo y una responsabilidad aparecer hoy en esta nave acompañado de tantos primeros espadas, Manus Espadas y semejante selección de buenos y buenas microrrelatistas. Ahora toca seguir leyendo, aprendiendo y trabajando.

La cosecha aparenta ser muy buena y abundante... pero ¿crece respecto a años anteriores, Fernando, o se mantiene más o menos estable?

Cada post sobre microrrelatos del profesor Valls es como una extensión hacia el infinito de la lista de la compra y la lectura obligada.

Gracias por todo, profesor. Seguiremos aprendiendo.

Jesus Esnaola dijo...

Buen resumen, Fernando. Me alegro en especial, si me permites, de la presencia de Olgoso, algún día se hará justicia con este hombre, de mi amigo de blog Manu Espada y su estupendo "Fuera de temario", de "Fuera pijamas" de Antonio Serrano Cueto, "Hiperbreves S.A." de Raúl Sánchez Quiles y "Un koala en el armario" de Ginés S. Cutillas. Como siempre, Fernando, te acuerdas de escritores que, mereciéndolo, no consiguen la repercusión que debieran.

Y, claro, mi deseo de que tu vaticinio del penúltimo párrafo se cumpla... por mí y por todos mis compañeros (que alguien nos encuentre en este juego del escondite).

Abrazos para todos.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Muchas gracias, Fernando, por incluirme en esta lista. Me siento honrado en tan buena compañía. Y gracias a Jesús Esnaola por el eco que hace de mi librito. Un abrazo agradecido.

Daniel Sánchez dijo...

Muchas gracias por la información. Estaba pensando en regalar un libro de microrrelatos para San Valentín. Seguro que será bien recibido.

Rosana Alonso dijo...

Me parece una buena cosecha la de 2010. Yo de los mencionados me he leído de relato el de Juan Carlos Márquez, el de Olgoso y el de Manu Espada(y estoy con los de Merino y Matute) y tengo pendientes a Calcedo, Medardo Fraile y Pilar Adón.
De microrrelatos he leído(y re leído) el magnífico Koala de Cutillas y tengo pendientes Los ojos de los peces, Hiperbreves S.A y Fuera pijamas más un libro del que no estoy segura de la fecha de publicación, Distorsiones de David Roas. En fin que tengo lectura para rato y tan contenta claro.

Gracias Fernando por la parte que me toca estoy srgura de que Isabel Beatriz, Jesus, Alberto y Agustín nos darán muchas alegrías(ya nos las dan con sus estupendos smicros). Yo estoy en ello, juntando micros a ratos.

Un abrazo

Ginés S. Cutillas dijo...

Gracias Fernando por acordarte de este aprendiz de todo, maestro de nada. Me encanta ver a amigos y conocidos en esta lista. Y agradecido a la gente que nombra al koala.

Tengo noticia de que el 2011 viene cargado. Jesús Ortega saca nuevo libro de cuentos y Fernando Clemot creo que novela nueva. Impacientes por conseguir ambos. Buenos escritores, buenos amigos.

Abrazos a discreción,
Ginés

Isabel González González dijo...

Me gusta encontrar gente tan dispar en el mismo espacio. Veteranos, inéditos, viejos, jóvenes, hombres, mujeres, rubios, pelirrojas... Lo que está claro es que el cuento y el microrrelato están vivos y bien vivos. Gracias por tu labor de anfitrión en esta fiesta del género pequeño y por nombrarme en esta bacanal de letras. Abrazos a tantos conocidos.

Fernando Valls dijo...

Isabel, estos panoramas no deben ocuparse sólo de los consagrados, ni tampoco sólo de los nuevos nombres; creo que deben dar cuenta de los narradores ya conónicos que siguen haciendo libros de interés, pero también de aquellos otros, mucho menos conocidos, que apuntan buenas maneras, aunque todavía no tengan un libro, como ocurre a veces en el caso de las formas breves. Lo que quizá sea perder el tiempo es insistir en autores que ya han demostrado que no van a darnos nunca ninguna sorpresa agradable.
Gracias a todos por vuestros comentarios.

Rocío Romero dijo...

Qué maravilla, y yo pensando que con las recopilaciones Siglo XXI y Pequeñas resistencias ya tenía un buen trecho andado. Parece que tengo una lista de la compra larguísima aún.
Del resto de los mencionados estoy terminando Fuera de temario y Llenad la tierra... pero prometo cubrir las carencias.
Gracias por el apunte.
Abrazos,
Rocío

Manu Espada dijo...

Un honor formar parte de tu lista junto a unos compañeros de viaje como los que hay incluidos en ella. He leído la mayoría de los libros que mencionas y a todos los microrrelatistas que incluyes en ella y son magníficos, una gran cantera aún por explorar.

Juan Pablo Cozzi dijo...

Conincido con tus menciones, Fernando. Si bien, llamarlos microcuentistas se me hace despectivo. Como si se tratara de un puñado de enanos de jardín con teclado (ya no pluma y papel).
Sigo cuestionándome la identidad del género.

Fernando Valls dijo...

¿Quién los ha llamado microcuentistas, Juan Pablo? Por favor, lee con más detenimiento. ¿Cómo habría que llamar, si no, a los textos narrativos brevísimos, que ni se gestan, ni se valen de los mismos mecanismos, ni se entienden ni valoran en la historia del cuento?

Miguel A. Zapata dijo...

Considero, en alusión a lo que plantea Juan Pablo Cozzi, que el concepto de género literario hoy, después de todo lo llovido y lo escrito durante la lluvia, no precisa identidad alguna, porque eso supone aceptar ese anquilosamiento del que queremos escapar los que dedicamos bytes, líneas, libros, antologías, etc. al cuento y al microrrelato. El problema, si lo hay, debe trasladarse al lector, a la flexibilidad de sus modos y hábitos, a la necesidad de que abunde en su formación y en su conocimiento de la realidad literaria, no al escritor, que no crea sus ficciones (no debiera) pensando en si lo que hace es canónico o tiene visos de ser identitario (o identificable). Lo que nos atrae de un ovni es precisamente la belleza que se oculta en esas dos últimas letras que lo indefinen. Eso es lo que hace avanzar el género breve, hasta el siglo XXI y más allá, ahí está su increíble dinamismo y fuerza, por encima de taxonomías y preocupaciones clasificatorias. Cualquier otra consideración convertiría, pongamos por caso, al amante de los frondosos sonetos en un enemigo acérrimo e intolerante del haiku, "esa poesía enana, casi una insignificante florecilla de jardín".

Juan Pablo Cozzi dijo...

Me dejé llevar por el termino usado por manuel. Mis disculpas, Fernando.
Muchas de las entrevistas o ensayos que he leído en Ficción mínima, Comunidad inconfesable, o la Internacional hablan de cierta tensión respecto de la identidad del relato brevísimo, minicuento, microficción, microrrelato. Tal vez, esa misma incomodidad sea una de sus características. No lo sé.
Sigo tu blog, Fernando, y por favor nunca tomes a pecho mis comentarios.

Fernando Valls dijo...

Juan Pablo, más que incomodidad lo que suele haber es empecinamiento y falta de reflexión. Y nada, nos nos tomaremos, ¿a pecho, en serio?, tus comentarios.
Y, por cierto, ¿quién es Manuel?
Saludos cordiales.

Manu Espada dijo...

Fernando, me temo que Manuel soy yo, pero no puse microcuentistas, sino microrrelatistas. Si esto es despectivo para definir a quien escribe microrrelatos es que me quiero muy poco a mí mismo. Reflexionaré sobre el término, pero no soy un académico, aunque ahora que lo pienso, ¿seré un enanito de jardín? Selo preguntaré a mis vecinos.

Fernando Valls dijo...

Manu, estamos haciendo un mar de una gota de agua. ¿Por qué va a ser despectivo microrrelatista?
En fin, esto parece una película de los Marx, en la que todos hacemos el papel de enanitos (yo me pido el gruñón), Cozzi el de mudo (sin arpa) y Groucho el de Cenicienta. Abrazos, no académicos.

Nacho Sánchez dijo...

De Menoscuarto me he leído últimamente tres libros de relatos: "Un mortal sin pirueta" de Ernesto Calabuig, que me pareció un libro honesto, potente y recomendable, "Algunos hombres y otras mujeres" de Isabel Núñez, que también me pareció un buen libro, y hace poco "Llenad la tierra" de Juan Carlos Márquez, que es con diferencia el más flojo de los tres.
Yo sí he leído los "Pampanitos verdes" de Esquivias, una gozada, y tengo ganas sobre todo de hincarle el diente al libro de Juan Eduardo Zúñiga. Un abrazo.

Lola Sanabria dijo...

Muchas gracias por la información, Fernando. A ver si consigue picarme más la curiosidad. Estaría bien que leyera más libros de microrrelatos. Y mi enhorabuena a todos los que han hecho, hacen, harán, buenas obras con esas historias que caben en el hueco de una mano.

Besos volados para todos.

Fernando Valls dijo...

Lola, conocer los grandes libros del género que uno cultiva me parece imprescindible, y quizá la única manera de poder mejorar los propios textos.
Miguel Ángel tiene razón, el escritor debe tener otras preocupaciones, pero creo que es importante que conozca la historia y el desarrollo de la literatura. Octavio Paz comentaba que no había posibilidad de transgresión fuera de la tradición.
Saludos a todos y gracias por vuestros comentarios.

Hiperbreves S.A. dijo...

Pues para mí es un orgullo que me llamen microrrelatista... Es lo que intento ser... Además, lo prefiero a escritorcillo... jejeje.

Un abrazo a todos.