viernes, 15 de marzo de 2013

Prólogo a los microrrelatos de `Confluencia´

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La revista norteamericana Confluencia, editada por la Universidad del Norte de Colorado, ha publicado nuestra breve antología del microrrelato español actual. Los textos y las notas ya se han difundido, aunque volvemos a dar abajo el enlace, por lo que ofrecemos ahora solo el prólogo. A ver si algunas de estas piezas despiertan el interés de los lectores norteamericanos y se deciden a traducirlas al inglés, otro de los objetivos de esta microantología.   

Los microrrelatos de Confluencia
Una antología posible de la narrativa brevísima española actual

Por Gemma Pellicer y Fernando Valls

PRÓLOGO
Alles Große besteht aus kleinem.
Wer vom Kleinen nitcht bezitz nimmt,
kann das Große nie erwerben

(Todo lo grande se fundamenta en lo pequeño.
Quien no asume lo pequeño
no podrá nunca alcanzar lo grande)
Wilhelm Heinse
       
La brevedad debería ser un espacio de hechuras poéticas. Se ha afirmado a veces que el microrrelato era un cuentecillo breve, y con esa denominación se ha querido distinguirlo del género cuento en un primer acercamiento; intuyendo al final que se trataba de otra cosa. Pero tampoco el término cuento o relato brevísimo se ha mostrado satisfactorio para comprenderlo. Resolver esta cuestión de la nomenclatura resulta tan necesario, en realidad, como dilucidar su pertenencia genérica, en especial si consideramos que el nombre es definición. A este propósito, ha habido demasiadas posturas y pareceres, y de hecho es frecuente la convivencia de una pluralidad de denominaciones para distinguirlo, más o menos afortunadas.
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Así como una novela corta (nouvelle) podría decirse que no termina de ser una novela aun cuando ambas compartan algunas características, del mismo modo un microrrelato no es un cuento, ni siquiera un cuento corto, pese a compartir con él ciertos rasgos definitorios. No en vano, la novela asume e incorpora hasta subsumirlos rasgos de estilo y técnicas específicas del cuento, y no por ello sospechamos de ella ni de su estatuto genérico. En suma, a la hora de entender qué cosa pueda ser un microrrelato, no basta con mostrar sus características distintivas en relación con el género cuento, o con la poesía y el poema en prosa, quizá sus parientes más cercanos. Antes bien, habría que estudiar la evolución que ha experimentado el género a raíz de la toma de conciencia por parte de sus cultores de sus posibilidades literarias y expresivas, desde el momento en que optaban por él en lugar de recurrir a otras formas narrativas, más asentadas formal y estilísticamente.
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Hoy en día, en un momento en que proliferan los estudios críticos acerca del mismo, la celebración de congresos y la aparición de antologías y libros de autores (a veces, barajando su publicación con otros géneros breves, tales como cuentos, poemas y aforismos), creemos hallarnos en un momento ideal para abordar una definición lo más abarcadora posible, que contemple la práctica y la concepción del género desarrollada por sus principales cultivadores, así como los vislumbres de los mejores críticos, cuyos estudios en torno al microrrelato han supuesto, para los escritores españoles, una especie de retroalimentación. La crítica coincide en afirmar que el microrrelato es un texto narrativo brevísimo que cuenta una historia, de la que sólo se nos muestra una parte, permaneciendo el resto oculto. En realidad, comparte con el cuento rasgos como la concisión, cierta ambigüedad, en ocasiones un final enigmático y siempre la utilización de la elipsis, si bien en el microrrelato son llevados hasta sus últimas consecuencias, de manera que en el caso de nuestro género su brevedad distintiva es resultado de la intensidad y tensión extremas que destacara Cortázar en el relato. No en balde, la diferencia entre géneros se nos antoja inevitablemente una cuestión de grado.
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Tampoco debe extrañarnos que el microrrelato posea otros rasgos propios de su estructura concentrada, emparentados, en ocasiones, con la poesía o el poema en prosa. Dado que se mantiene al margen de todo comercio literario, constituye –como todas las formas breves por lo demás- un territorio de libertad y experimentación. Por el contrario, acaso sea el género que padece en mayor medida el inconveniente de la brevedad, pues hay quien cree, escritores incluidos, que escribir microrrelatos es tarea fácil y rápida.
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De acuerdo con esta poética, en el microrrelato –como en ninguna otra distancia narrativa- es tan importante lo que se cuenta como lo que se silencia en una equilibrada -e incluso reñida- proporción. Y de ahí que el lector deba ser capaz de restituir los elementos que falten. La elipsis, presente asimismo en todos los géneros, se vuelve en el microrrelato absolutamente indispensable, hasta el punto de constituir un rasgo ineludible. Así las cosas, no basta con empeñarse en hacer depender su deslinde de la enumeración de aquellas características que le sean exclusivas; habida cuenta de que al microrrelato le ocurre como a la novela, determinados ambos por su enorme capacidad proteica e integradora. Esta coincidencia paradójica consistente en que el género más extenso y el más concentrado compartan la misma capacidad de subsumir, a través de la intertextualidad, todo tipo de temas, técnicas y estilos, a la manera del pastiche, convierte al microrrelato en un campo abierto para la experimentación libérrima, rasgo este, junto al de la elipsis, predominante en él.
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En España, desde los años del Modernismo, del Simbolismo y de las vanguardias históricas, el género ha contado con excelentes cultivadores, desde Juan Ramón Jiménez (los llamados Cuentos largos), Ramón Gómez de la Serna (Disparates y otros caprichos) y Federico García Lorca (Pez, astro y gafas), hasta Max Aub (Crímenes ejemplares), Ana María Matute (Los niños tontos),  Antonio Fernández Molina (Las huellas del equilibrista) y Rafael Pérez Estrada (La sombra del obelisco y El ladrón de atardeceres), o los narradores actuales: Javier Tomeo (Historias mínimas), Luis Mateo Díez (Los males menores), José Jiménez Lozano (El cogedor de acianos y Un dedo en los labios), José María Merino (La glorieta de los fugitivos) o Julia Otxoa (Un extraño envío), por solo recordar los nombres y obras más canónicas. Y con respecto a las antologías publicadas recientemente, creemos que la recopilación de David Lagmanovich, La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico, la cual reúne autores de microrrelatos españoles e hispanoamericanos por primera vez, se convertirá, andando el tiempo, en una referencia principal, como lo es hoy en día la de Cuentos breves y extraordinarios (1955; reeditada por Losada), de Borges y Bioy Casares, a la que habría que añadir la reciente de Irene Andres-Suárez, Antología del microrrelato español (1906-2011). El cuarto género narrativo.
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Ofrecemos en esta ocasión una selección de doce autores españoles, cuyas piezas -tres microrrelatos por cada uno de ellos- pueden servir para mostrar las diferentes posibilidades literarias que presenta el género en la actualidad. Ordenados cronológicamente, hemos preferido entresacar las características del género a partir del comentario de sus textos, de modo que pudiéramos presentar un posible estado de la cuestión del microrrelato que se cultiva hoy en nuestro país.
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Hemos pretendido mostrar en esta microantología un posible estado de la cuestión, no el único, desde luego. Para ello hemos preferido incluir a narradores que por motivos extraliterarios, de edad o no tener un libro en su haber, no han aparecido recogidos en las antologías más recientes, y junto a ellos a algunos nuevos autores que nos parecen dignos de interés. Casi todos ellos se han servido de la red y de las bitácoras como un modo de dar a conocer sus textos, y de poder comentarlos y corregirlos públicamente, tal es el caso de María José Barrios (http://www.cuentosminimos.com/), Jesús Esnaola (http://frankensteinsupongo.blogspot.es/), o Agustín Martínez Valderrama (http://acusmartvald.blogspot.es/) entre otros; mientras que Juan Yanes (http://eloscuroborde.wordpress.com/), acompaña sus distintos textos –fotos y microrrelatos reza su blog- con espléndidas fotografías que él mismo toma, las cuales más que ilustrar, completan narrativamente el sentido de sus piezas escritas. Tanto desde un acercamiento realista como simbólico o fantástico, nuestros escritores suelen abordar la realidad desde puntos de vista insólitos, conscientes de que el género les permite (con)centrarse en algunos aspectos orillados demasiadas veces, y acaso de que el mejor modo de hacerlo sea a través de un género que actualmente ofrece, como ningún otro, múltiples posibilidades de experimentación. No en vano, aun cuando se sirvan de técnicas, estilos y tradiciones distintas, con clara preferencia por la tradición fantástica, para profundizar en una realidad a menudo descorazonadora; ninguno renuncia a cuestionar la realidad circundante: a veces desde un tratamiento de fuerte carga social, como se echa de ver en las piezas de Lola Sanabria, Jesús Esnaola y Carmen Peire; otras, sin embargo mediante el recurso a un estilo simbólico o fuertemente poético, como sucede en las piezas del mismo Juan Yanes o de Javier Puche. E incluso por medio de un acercamiento entre irónico y sarcástico; así ocurre en los micros de Pedro Herrero, Agustín Martínez Valderrama o María José Barrios. Otras veces, en cambio, las piezas proponen un acercamiento a la realidad a través de la elisión y la elipsis, tal como ejemplifican diferentes piezas de Araceli Esteves, Luis Pérez Ortiz, Nuria Mendoza o Susana Camps.
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BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA
Andres-Suárez, Irene, y Antonio Rivas, eds., La era de la brevedad. El microrrelato hispánico, Menoscuarto, Palencia, 2008.
Andres-Suárez, Irene, El microrrelato español. Una estética de la elipsis, Menoscuarto, Palencia, 2010.
___, ed., Antología del microrrelato español (1906-2011). El cuarto género narrativo, Cátedra, Madrid, 2012.
Encinar, Ángeles, y Carmen Valcárcel, eds., Más por menos, Sial, Madrid, 2011.
Gómez Trueba, Teresa, ed., Mundos mínimos. El microrrelato en la literatura española contemporánea, Llibros del Pexe, Gijón, 2007.
Lagmanovich, David, ed., La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico, Menoscuarto, Palencia, 2005.
___, El microrrelato. Teoría e historia, Menoscuarto, Palencia, 2006.
Montesa, Salvador, ed., Narrativas de la Posmodernidad. Del cuento al microrrelato, Universidad de Málaga, Málaga, 2009.
Valls, Fernando, y Rebeca Martín, eds., El microrrelato español: el futuro de un género, Quimera, 222, noviembre del 2002. 
Valls, Fernando, y Neus Rotger, eds., Ciempiés. Los microrrelatos de `Quimera´, Montesinos, Barcelona, 2005.
Valls, Fernando, ed., El microrrelato en España: tradición y presente, Ínsula, 741, septiembre del 2008.
Valls, Fernando, Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español, Páginas de Espuma, Madrid, 2008.
Valls, Fernando, ed., Velas al viento. Los microrrelatos de `La nave de los locos´, Cuadernos del Vigía, Granada, 2010.
___, Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español, Menoscuarto, Palencia, 2012.
___, Algodón pólvora. Antología de autores jóvenes del microrrelato español, Editorial Cuadernos negros, Calarcá, Quindío (Colombia), 2013 (en preparación).
Valls, Fernando, “El microrrelato español actual: nuevos nombres”, en Henry González, ed., En busca de los comprimidos memorables del siglo XXI, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2013 (en preparación)..
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* Podéis acceder a los textos completos, junto con las notas a cada autor, pinchando en el siguiente enlace: Textos de Confluencia.
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16 comentarios:

Carmen Peire dijo...

Gracias, Fernando y Gemma, por incluirme en la antología y por las buenas palabras que ponéis en la introducción. Aparte de esto, pido permiso para trabajar el prólogo con mis alumnos del taller juvenil. Para ellos el microrrelato suele ser bastante natural y quiero que profundicen. ¿Puedo?

Fernando Valls dijo...

Desde luego, Carmen, que puedes utilizarlo para tus talleres. Esas actividades son las que hacen útil nuestro trabajo. Saludos.

Anónimo dijo...

Antes que nada enhorabuena a ambos, Gema y Fernando, por el trabajo, y a los autores por su presencia en él, ya que algunos no habían salido en otras antologías y bien que se lo merecían.

Estoy absolutamente de acuerdo con vuestra afirmación: “la diferencia entre géneros se nos antoja inevitablemente una cuestión de grado.”

Creo que hay determinados trabajos que por su forma y extensión no admiten dudas. Esto es un microrrelato ( digamos, por decir, que de seis palabras hasta una página y media), esto es una novela (digamos que a partir de las 200 páginas), esto es una novela corta ( digamos que de 80 páginas hasta las 200), esto es un cuento (digamos que de la página y media hasta la 80). Pero qué pasa con esos textos que están en los límites, en las fronteras ¿cuándo deja un microrrelato de serlo para convertirse en cuento, a partir de qué número de palabras, o desde qué enfoque? ¿y un cuento cuándo pasa a la categoría de novela corta, a partir de qué número de palabras, o desde qué enfoque? Etc. Como narrador esos territorios son los que más me interesan, inclinado siempre hacia las formas breves. Y me interesan precisamente porque, por su indefinición, se convierten en un territorio para experimentar, como bien decís, ya que además están fuera de todo comercio literario.

Estoy también de acuerdo en la gran capacidad integradora y proteica (mutante, diría un moderno) del microrrelato y de la novela, y también del cuento (o relato).

Sin embargo, a estas alturas, después de haber escrito algunos cuentos, algunos microrrelatos, alguna novela corta y un extraño híbrido de las tres cosas, me parecen que comparten más elementos de los que los separan. E incorporaría también ese parentesco que destacáis con la poesía y el poema en prosa. Por eso me parece fundamental cuando decís: “creemos hallarnos en un momento ideal para abordar una definición lo más abarcadora posible”.

El problema, a mi parecer, está en encontrar esa definición. Porque desde luego no es la que propone la crítica: “La crítica coincide en afirmar que el microrrelato es un texto narrativo brevísimo que cuenta una historia, de la que sólo se nos muestra una parte, permaneciendo el resto oculto.” Demasiado pobre.

Quizás parte de la solución venga de la propuesta que hacéis:
“habría que estudiar la evolución que ha experimentado el género a raíz de la toma de conciencia por parte de sus cultores de sus posibilidades literarias y expresivas, desde el momento en que optaban por él en lugar de recurrir a otras formas narrativas, más asentadas formal y estilísticamente.”

Quizás otra parte de la solución sea tener manga ancha con el género, con todos los géneros, y estar abiertos a que haya pasillos y corredores que los comuniquen. Sin embargo, a veces autores, lectores y críticos caemos en un estado de vigilancia de lo que es relato, microrrelato, novela o poesía,lo que nos impone evidentes limitaciones para disfrutar de la propuesta, la que sea.

Una de las constantes de la posmodernidad, que me parecen más interesantes, es el cuestionamiento del vehículo que estás usando, esto es, escribir relatos y micorrelatos, lo que sea, para poner en evidencia sus artificios, para negar su valor como tales.

Un saludo.

Antonio Báez

Lola Sanabria dijo...

Mi gratitud para Fernando y Gemma por incluir mis microrrelatos en esta breve, pero intensa, antología, al lado de grandes escritores y buenos amigos.

Agradezco también el adelanto de este excelente prólogo que podré disfrutar, cuando llegue el momento, en papel.

Abrazos y besos, los que queráis.

Isabel dijo...

Me alegro mucho, he disfrutado con este estupendo prólogo. Gracias por el enlace.

Mis felicitaciones a los dos y a los participantes.

Abrazos.

Fernando Valls dijo...

Antonio, estoy bastante de acuerdo con tus apreciaciones. No solo resulta interesante, al menos para mí, dilucidar las diferencias y semejanzas entre los géneros (qué, ¡ojo!, no es solo cuestión de número de páginas sino de intensidad, precisión y desarrollo de la materia narrativa), sino además esa frontera incierta que se da entre ellos.
Preguntas que qué pasa con los textos que están en los límites, en las fronteras entre varios géneros. Pues que resultan casos muy interesantes para el lector y para el crítico, pues uno se hace unas cuantas preguntas más de las habituales. Por ejemplo, por qué un texto parece que se escapa de la intensidad del microrrelato pero no llega a ser un cuento, singularizándolo. Todo esto se percibe mejor en las formas breves y en ellas alcanza una significación mayor.
La experimentación, sin embargo, puede darse igualmente en los textos que forman parte de los géneros más o menos puros. Sea como fuere, ni la indefinición genérica ni la hibridez son un valor en sí mismas, como parece creerse. Puro o híbrido, lo que nos importa –da vergüenza tener que recordarlo- es el resultado. Aunque resulta difícil que la literatura se presente en estado puro, y este mestizaje existe desde los orígenes de la ficción.
Claro que una definición debe ser “lo más abarcadora posible”, pero tampoco debe olvidarse que las definiciones son siempre generalizaciones que tienen que sernos útiles, sin ser por ello una ciencia exacta. Los textos literarios resultan mucho más variados y complejos que todas las definiciones que podamos formular. Por tanto, la definición que solemos barajar me parece suficiente para entendernos y llegar a unos acuerdos mínimos, pero también para distinguir unos textos breves de otros, por sus características más notables, aquellas que pueden permitirnos agruparlos para comprenderlos mejor, sin dejar de tener en cuenta su singularidad, que al fin y a la postre es lo importante.
Pero insisto, una vez más, en que aunque el escritor tenga en la cabeza una concepción de los géneros, al menos inconscientemente, quizá sea al crítico y al historiador de la literatura a quienes más les interesa dilucidar estas cuestiones. Cuando alguien se mete en el lío que siempre supone armar una antología debe tener manga ancha y estar dispuesto a aceptar excepciones, los textos que se mueven en los límites, y con ese criterio abierto he compuesto `Mar de pirañas´.
Y, por último, escribir un texto literario para cuestionar el género que estás utilizando, para poner en evidencia sus artificios, me parece que tiene escaso interés, porque la práctica de los grandes autores ya implica ese cuestionamiento constante, pues siempre intentan ir más allá, y desde luego tampoco es un invento de la posmodernidad. Si leemos, por ejemplo, “El licenciado Vidriera”, lo estoy leyendo ahora, puede observarse que muchos de los mecanismos que le atribuimos a la posmodernidad ya estaban, por ejemplo, en este texto de Cervantes.
Creo que lo que los narradores desean es contarnos algo, para emocionarnos o inquietarnos, no para poner en cuestión los géneros, aunque al fin y a la postre con su práctica compleja acaben cuestionándolos.
Algunas de estas ideas aparecen en la conferencia que di en Berlín, en el Congreso Internacional de la Minificción, cuyas actas espero que aparezcan publicadas este mismo año.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Saludos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Fernando, por tu extensa respuesta.

Hay una cosa que me ha gustado mucho, cuando dices: “Por ejemplo, por qué un texto parece que se escapa de la intensidad del microrrelato pero no llega a ser un cuento, singularizándolo.” Bien, quizás esa sea mi concepción del microrrelato, al que generalmente se le presupone una fuerte intensidad. Por eso quizás lo más interesante no es qué es un micorrelato, sino las muy variadas maneras que hay de abordar una distancia, en ese sentido tu advertencia “¡ojo!, no es solo cuestión de número de páginas sino de intensidad, precisión y desarrollo de la materia narrativa” habría que tenerla en cuenta sólo después de ver resultados, no antes. Como bien dices: “Puro o híbrido, lo que nos importa –da vergüenza tener que recordarlo- es el resultado”


Creo que en el terreno del microrrelato los teóricos y los críticos tenéis gran predicamento sobre sus cultivadores y que mucha producción de textos la supeditamos, en ocasiones, a lo que se supone que debe ser. Y esto que digo no deja de ser una impresión subjetiva. De alguna manera el microrrelato ha tomado cierta relevancia pública a partir de los trabajos de los expertos y de concursos más o menos afortunados. Pero veamos qué pasa de aquí a algunos años. Estoy absolutamente de acuerdo cuando dices: “aunque el escritor tenga en la cabeza una concepción de los géneros, al menos inconscientemente, quizá sea al crítico y al historiador de la literatura a quienes más les interesa dilucidar estas cuestiones.” Y de la misma forma he podido comprobar tu amplio criterio a la hora de recopilar los textos de Mar de pirañas. La dificultad viene siempre por la vertiente teórica. ¿Cuál es la definición, a estas alturas, más satisfactoria de lo que es un microrrelato?

Quiero aclarar una cosa: no quise decir, y si lo dije, me expresé mal, que haya que escribir un género para poner en evidencia sus trucos, estoy de acuerdo también en que “la práctica de los grandes autores ya implica ese cuestionamiento constante”. Gracias por recordarme al licenciado Vidriera, volveré sobre él. Tengo mucho interés en leer esas actas de Berlín.

Un saludo a todos

Antonio Báez

Fernando Valls dijo...

Desde luego, Antonio, el narrador que se supedite a lo que dicen teóricos y críticos se equivoca completamente. Creo que hay formas breves de escritura narrativa interesantes, y no necesariamente tienen que ser microrrelatos. El escritor, otra vez me da vergüenza caer en la obviedad, debe escribir en completa libertad, al margen de los críticos, y sobre todo de los teóricos. Un abrazo.

Pedro Herrero dijo...

Mi agradecimiento a Gemma y a Fernando, por incluirme en este trabajo que, como todos nosotros, también espero recibir en papel aunque ya he empezado a disfrutar en formato digital.

Supongo que cada autor crea su propia definición del trabajo que lleva entre manos. Me interesan todos los puntos en común que parecen configurar aquello que acordamos en llamar microrrelatos. Aunque no descarto que las transgresiones sean igualmente interesantes. En cualquier caso, desde esta bitácora se lleva a cabo una labor esencial, de propagación y debate sobre un campo de trabajo que nos une y que nos motiva.

Por eso no pierdo de vista el rumbo de esta nave de locos. Y por eso, una vez más, os quedo muy agradecido.

Manu Espada dijo...

Enhorabuena a los antologados y enhorabuena por el prólogo. En cuanto a lo que plantea Antonio creo que no conduce a ningún sitio para un creador el catalogar algo que aún no ha escrito, y a posteriori seguramente sólo le sirva a los filólogos y a los críticos, a un autor no creo que deba importarle mucho qué es lo que va a escribir o qué es lo que ha escrito. Que lo digan los demás. Un abrazo.

Jesus Esnaola dijo...

Me interesa la teoría, he leído el prólogo con mucho interés, pero siempre queda al margen la teoría cuando escribo, aunque reconozco que no pocas veces se produce una retroalimentación entre la lectura de aspectos teóricos y la conformación de algunas narraciones en mi cabeza.

De cualquier modo, muchas gracias por haberos acordaros de mí y gracias, también, por este adelanto que, al menos en mi caso, sacia la curiosidad.

Abrazos

Fernando Valls dijo...

Jesús, la teoría, la crítica y la historia literaria deberían interesarle al escritor, pero a la hora de escribir tendría que olvidarse de ellas, sobre todo de las dos primeras. Un abrazo.

Susana Camps dijo...

Muchas gracias a ambos por incluirme en esta antología, y por el prólogo y por las notas aclaratorias, que nos permiten definirnos un poco más en el plano teórico y en el "uso" de la ficción. Es tan útil como estimulante.
Fuerte abrazo

Isabel Mercadé dijo...

El prólogo es iluminador e incita a leer los micorrelatos. Ojalá, sí, se traduzcan al inglés. Y me encanta también la cita introductoria. Lo breve además es difícil, muy difícil, un buen microrrelato o un buen haiku, como una célula que contenga un universo...
Gracias!!

LPO dijo...

Mil gracias por todo vuestro trabajo, Fernando y Gemma, y por incluir mis tres textos en la antología, lo que me llena de orgullo, no sé si sano o insano, me da igual :)
Como los demás compañeros, estoy impaciente por tener en las manos el ejemplar impreso, y soñando con la eventual traducción a otras lenguas.
El minucioso prólogo nos sirve para una nueva recapitulación, para ganar un poco de lucidez en la conciencia del género.
Comparto el criterio de ir fijando como notas características la elipsis, la administración del silencio y el manejo de "materia oscura narrativa" (está ahí, compone y pesa pero no es visible, permanece en la sombra de la forma; la intensidad, el efecto de fulguración; la experimentación y la probatura, pese a los lastres adquiridos en la práctica de otros géneros...
Y la ambición microcósmica, decir lo máximo con lo mínimo, buscar acrobáticamente la dimensión universal, como el que baila el chotis en un ladrillo...
Un abrazo, y felicidades a todos

Fernando Valls dijo...

Gracias, Luis. En septiembre, yo mismo os mandaré un ejemplar desde Barcelona. Siento mucho que no pueda ser antes. Saludos a todos.