El destino, que traza a veces extrañas cabriolas, en la
última hora le ha jugado un par de malas pasadas a nuestro escritor, quien
acaba de morir a los 87 años. Para empezar, ha querido que el último libro
publicado sea una nueva reedición de su única novela, que recupera su primitiva
denominación: Laberinto de fortuna (Menoscuarto, 2012).
El mismo autor ha confesado que la escribió para demostrar que también era
capaz de cultivar el género más popular, si bien el resultado, de compararlo
con sus memorias, El cuento de siempre
acabar (Pre-textos, 2009), se halla muy próximo a la prosa memorialística. La segunda
jugada tal vez haya sido morir en Glasgow, aunque fuera en esta ciudad donde
terminara asentándose tras abandonar España en 1964, donde ha sido catedrático
de español en la Universidad de Strathclyde.
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Medardo Fraile nació en Madrid y pronto se relacionó con las
gentes del teatro. Así, aparece entre los fundadores del grupo de teatro
experimental Arte Nuevo (1945), junto a Alfonso Sastre y Alfonso Paso. A pesar
de ello, su prestigio se lo debe al cultivo continuado del cuento, como
componente de la denominada generación
del cincuenta, junto a Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Fernández Santos, Ana
María Matute y Carmen Martín Gaite. A todos ellos los unió la amistad, más que
una semejante concepción del hecho literario.
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Su primer
libro de narraciones, denominación
que imperaba en la época fomentada por Aldecoa, fue Cuentos con algún amor (1954), y el último ha sido Antes del fututo imperfecto (Páginas de Espuma, 2010), en
parte antológico, pero con numerosos inéditos. Pero su mayor reconocimiento
quizá haya sido el Premio de la Crítica, que recibió en 1965 por Cuentos de verdad. Todos ellos en la
tradición que arranca con Chéjov y continúa con K. Mansfield, aunque nunca apreciara
a Carver, el último eslabón. En varias ocasiones comentó cómo escribía. Confesó
que corregía una y otra vez, siempre en busca de la palabra exacta, que se
alcanzaba por medio de la sobriedad y la precisión, y cuál era su idea del
cuento. Así, opinaba que las narraciones debían decirlo todo, pero sin
contarlo, para que se percibiera el eco de la historia. Y como le confesó en
una entrevista a Sergi Bellver, trabajaba con la ternura, la ironía y el humor,
pero también se valía de los colmillos si era necesario, y con las muchas
verdades, mentiras y misterios que esconde la condición humana.
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No puede
decirse que su obra no haya tenido la suficiente difusión, pues disponemos de
dos ediciones distintas de cuentos
completos, en Alianza (1991) y en Páginas de Espuma (2004), con prólogo del escritor Ángel Zapata, a las que
sumaría la antología de Cátedra (2000) al cuidado de Pilar Palomo. Su escritura,
sin embargo, no se limita a los géneros ya citados, puesto que cultivó también
la literatura infantil, la crítica teatral, el ensayo, el artículo y el
microrrelato. En este primer balance de su trayectoria podemos contar con un buen
puñado de buenos cuentos y con el respeto y aprecio que le ha profesado un narrador
veterano, como es José María Merino, o los más jóvenes Eloy Tizón, Ángel
Zapata, Javier Sáez de Ibarra e Hipólito G. Navarro.
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* En la foto aparecen de pie Medardo Fraile, Claudio Rodríguez, Carlos Bousoño y José Hierro; y sentados, Aleixandre y Concha Lagos. Esta necrológica ha aparecido publicada en el diario La Vanguardia, 11 de marzo del 2013.
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6 comentarios:
Tengo que reconocer que solo he leído de él dos relatos "El álbum" y "La carta", y que me gustaron. Cada vez me da más rabia haber llegado tan tarde a la Literatura, y haber perdido tanto tiempo en los best seller. En fin, la fe que se va por la que se viene.
Gracias por tu homenaje. Sobran palabras solo matizaría algo: no es tan malo morir en Glasglow, frente a la España que impera.
Saludos de cuento
Claro que no, Carmen, pero Medardo era tan despegado con las cosas de Escocia y, a veces tan castizo, aunque nunca fue un escritor castizo, claro, que pensé que le hubiera preferido morir en España, aunque quizá en otro, algo diferente a la que ahora padecemos. Saludos.
En su libro "Escritura y verdad.Cuentos completos" descubrí al escritor sin sombras y de palabras escuetas llenas de vida.
Es una pena que se haya ido.
Saludos.
La belleza que Medardo ponía en cada una de sus páginas era pareja a su actitud enérgica ante la vida. Sabía parase en lo que de veras merece la pena. Es su escritura se respira la misma honestidad, sinceridad y naturalidad de su trato siempre grato y generoso. Amaba la vida, y aunque español hasta los tuétanos, le chiflaban el teatro de Pitlochry, las puestas de sol diáfanas en Largs, así como los lagos y otros parajes escoceses.
El suyo fue siempre un espíritu joven, despierto, atento, valeroso, edificante.
Habrá un Funeral por el descanso eterno de Medardo Fraile, en Madrid, el día 19 de abril, viernes, en parroquia de Santa Bárbara, -plaza de las Salesas Reales- a las 19:45. Por favor, divúlguenlo.
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