miércoles, 13 de marzo de 2013

Góngora, Velázquez y Caballero Bonald

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"Ahí está efectivamente Góngora, enigmático y adusto, parapateado en una especie de desdeñosa dignidad. Tiene un aire distante, ceñifruncido, entre huraño y escéptico, de convaleciente de todos los disfavores cortesanos. La nariz es indiscreta y la cabeza muestra un avanzado estado de calvicie, con esa frente hierática que parece prever la calavera de los meditabundos. Pero lo más llamativo es la mirada, una mirada penetrante y desafiante, de soñador condenado al insomnio; una mirada de halcón, con la fijeza displicente del jugador impertérrito o de quien nunca incurre en confidencias. Y luego está ese gesto generalizado de aristócrata taciturno, ofendido en lo más vulnerable, ese empaque donde la severidad parece encubrir la timidez; y la soberbia, el infortunio".
 
(José Manuel Caballero Bonald, "Recordatorios de Góngora. Entreluces", Oficio de lector, Seix Barcelona, 2013, pp. 74 y 75)
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4 comentarios:

Juan Herrezuelo dijo...

Desde luego que Caballero –sir Bonald, como le llamaba ayer Guelbenzu en El País, en una recreación artúrica de cierta imaginaria tabla redonda trazada en Barcelona por Barral durante la década de los sesenta- sabe también aplicarse al “atrevimiento de mirar” un cuadro y detallarlo con magnifica prosa poética. Como magnífico –y apasionado y libre de dogmas literarios- es en su totalidad ese "Oficio de lector".

Manuel dijo...

Pura ingeniería literaria.

Francisco Silvera dijo...

Pues no lo veo...

Fernando Valls dijo...

Paco, qué es lo que no ves. Estírate un poco más, hombre, no seas tan enigmático. Un abrazo.