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¿Alquien recuerda al escritor Sven Hassel? El narrador danés acaba de morir Barcelona, donde residía desde 1964, a la edad de 95 años, me temo que completamente olvidado. Y, sin embargo, de sus libros llegaron a venderse 50 millones de ejemplares en todo el mundo, en dieciocho lenguas distintas. En España lo editó en Barcelona, con mucho éxito de ventas, G.P. (Germán Plaza) y Plaza & Janés, en la popular colección Reno, durante los años sesenta. Títulos como Los pánzers de la muerte (1964), llevada al cine, Batallón de castigo (1965), ¡Liquidad París! (1965), Monte Cassino (1966), Gestapo (1966) o La legión de los condenados (1967) solían venderse más que en las librerías en los quioscos de prensa. Todos ellos eran relatos tremendistas sobre la Segunda Mundial, sobre el horror que supuso la contienda, presentados como un testimonio personal, novelado, de su autor. Recuerdo haber leído alguna de estas novelas cuando todavía era estudiante de bachillerato, pero solo ha permanecido en la memoria la temática y la troculencia bélica, el tono antimilitarista. Jacinto Antón ha contado estos días en el diario El País que Hassel, a quien había entrevistado en los noventa, era un escritor más bien tosco, un Remarque de baratillo, que es lo que suelen ser, con esta o aquella peculiaridad, todos los autores de superventas. En unos pocos años, solo los recordamos por su contribución al comercio editorial, más que por su literatura, que apenas nos dejó huella.
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9 comentarios:
Yo me enteré de su muerte por otro blog, y lo sentí mucho. Me aficioné por amor (le gustaba al chico que me gustaba) y tengo que reconocer que -aunque amando soy una exagerada- me resultaba incluso entretenido. Cuando ese chico y yo nos casamos, guardamos la colección prácticamente entera en el desván. El otro día la rescaté. Qué antiguas resultan las portadas. Cómo ha pasado el tiempo por esos libros. Así que, ya ves, yo sí recordaba a Seven Hassel;-)
Saludos.
Me recuerda el caso de John Cheever, que tiene maravillosos relatos cortos. En tiempos, fue muy leído y hoy parece haber caído en el olvido. Una lástima, porque sus relatos cortos merecen realmente la pena.
Saludos desde Berlín
Olga, lo que nos cuentas le proporciona otra dimensión, complementaria, a la entrada.
Me parece que Cheever es leído y sigue teniendo mucha presencia en España, además de ser un gran escritor de cuentos. Creo que es un caso muy distinto al de Hassel.
Gracias a ambos y saludos.
Fernando, yo también recuerdo,y mucho, a Sven Hassel. Yo he leído a Hassel creo que al completo y he aprendido insultos en alemán y en ruso de esas novelas, y he aprendido de ellas que si tienes hambre el papel y el agua la distraen en el estómago, en largas tardes de verano que se repetían cada verano que pasaba en casa de mis tíos y allí estaban los infinitos libros de Hassel y de José Mallorquí, y esos libros sostenían las horas de supuesta siesta que debía echarme. La guerra de Hassel era una guerra tremenda como deben ser todas las guerras, en la que ninguno de los que perdían la sangre, que eran todos, entendía nada, como pasa supongo en todas las guerras. Pues supongo que se me ha muerto un trozo de la memoria.
No creo que una obra tenga que ser especialmente buena para ser recordada "personalmente", la biografía nos marca mucho los recuerdos, otra cosa es que no sea recordado a nivel literario, pero si has leído un autor en un momento importante de tu vida si que lo recuerdas. Son dos temas diferentes.
Mi historia no es la de Olga, pero también tiene algo de sentimental. Fue mi hermano mayor, quien me inició en la lectura de Sven Hassel, al tiempo que coleccionaba fascículos de la II Guerra Mundial. Yo era un adolescente barbilampiño, y aunque sus libros no me parecían muy literarios, me “enganchaba” la crudeza del tema y la desnudez interior de los personajes.
Años después yo trabajaba de aprendiz en una fábrica de hilaturas. Mi entorno laboral se parecía mucho a una novela de Dickens (baste decir que no tenía mesa propia, sino que escribía sobre un cajón). Por eso, cuando mi jefe me “invitó” a una presentación literaria en el hotel Princesa Sofía de Barcelona, me puse mi mejor y único traje y aparqué mi Seat 600 de segunda mano algo lejos del hotel, para no quedar en evidencia.
Se presentaba “Esta noche la libertad” de Dominique Lapierre. La sala estaba llena a rebosar. Y entonces vi entrar a Hassel por una puerta lateral. Sólo lo conocía por alguna que otra fotografía, pero era él, discreto y elegante. Tomó asiento en las filas delanteras, mezclado con el público.
Por “enchufe” de mi jefe, aquella noche me di el gustazo de hablar con Dominique Lapierre. Pero (tímido como era yo) me quedé con las ganas de dar a Hassel las gracias por hacerme pasar ratos tan entretenidos. Descanse en paz.
Da gusto tener visitantes que mejoran las entradas con sus comentarios. Gracias.
Leí siete novelas de él, en mi época universitaria. La que más me gustó fue "Camaradas del frente". Las recuerdo como novelas de acción en las que los "buenos" eran los alemanes (criarse en el bando ganador, de educación cristiana y franquista marcaba). Eran fáciles de leer en el metro y no requerían concentración. Para mí eran emocionantes, con mucha tensión y algunos héroes. Era la época en la que los de Ciencias, entre exámenes, leían mucho a Manuel Lafuente Estefanía y sus novelistas del oeste, imprescindibles para aprobar cálculo infinitesimal.
Llevo unos días intentando ordenar y limpiar la habitación donde tengo los libros. Creo que fue la semana pasada estuve horas sentada en el suelo con el montón de Hassel que heredé de mi único hermano, sus hijas, unas niñas cuando él murió, no las quisieron.
No he podido descartarlas, ni deshacerme de ellas, cada una me traen recuerdos, del entusiasmo y la insistencia con la que mi hermano me perseguía para que las leyera, solo lo consiguió con Batallón de castigo y La legión de los condenados y después de insistirme mucho, nuestros gustos en cuanto a lectura eran de lo poco en lo que no coincidíamos.
Ya ves, leyendo las últimas entradas en tu blog me lo vuelvo a encontrar, quizás muy pocos recuerden a Hassel, pero por una u otra razón algunos lo recordamos.
Besitos
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