miércoles, 28 de julio de 2010

Monsiváis: entre Camus y Ringo Starr

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Murió el escritor Carlos Monsiváis (México, 1938), él solía considerarse cronista y ensayista, sin que en España llegáramos a estar familiarizados con su obra, como me temo que tampoco llegaron a conocerlo bien en Chile o Argentina. Y ello a pesar de que fue Premio Anagrama de Ensayo con Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000). Publicó más de cincuenta libros y colaboró en numerosos diarios mexicanos, dejando como referente indiscutible una mítica columna, titulada "Por mi madre, bohemios". También fue colaborador del diario El País, aunque con mucha menos fecuencia de la que hubiéramos deseado. Entre sus obras destacan Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Escenas de pudor y liviandad (1988) y Los rituales del caos (1995). Y entre los múltiples galardones que recibió, el Premio Juan Rulfo. Se interesó tanto por la cultura popular como por la denominada alta cultura, buena prueba de ello es que su temprana "Autobiografía", la escribió con 28 años, se veía "como una mezcla de Albert Camus y Ringo Starr". Apoyó las reivindicaciones de las minorías sexuales y culturales, defendió la despenalización del aborto y se manifestó en contra de los toros, por lo que nunca fue demasiado apreciado por los conservadores y las clases dirigentes de su país, de quien se convirtió en azote, con su actitud crítica e implacable ironía. He leído que el escitor hispanomexicano Jordi Soler está concluyendo una antología de su obra que esperamos que remedie tan grave desconocimiento. Pero lo que habría que intentar arreglar, de una vez para siempre, es la grave incomunicación cultural que padecen los diversos países de habla hispana, lo poco que circula la cultura entre México, Argentina y España, de una a otra orilla del Atlántico, y a lo largo de esa espina dorsal que recorre, del centro al sur, al continente americano.
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* En las fotos, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis.
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6 comentarios:

Víctor dijo...

Interesante reflexión final, Fernando. Eso mismo me estaba preguntando: ¿cómo es posible que ganando el Anagrama de Ensayo y el Juan Rulfo, colaborando en tantos medios, ni siquiera me suene su nombre? Quizás sea problema mío, o quizás -como sugieres- sea problema de la incomunicación cultural en habla hispana... Habrá que esperar a esa antología de Jordi Soler.

Un saludo, Fernnado.

Agustín Martínez dijo...

A veces pienso que entre los grandes nombres del "boom" - mi más sentida admiración hacia todos ellos- quedaron, injustamente relegadas, muchas figuras interesantes que aún hoy están por descubrir. Lástima que tras la eclosión de este fenómeno, muchas de ellas quedaron postergadas y otras olvidadas definitivamente por los que opinan que, desde entonces, ya todo sucedió y nada nuevo puede ocurrir en el nuevo mundo. Nos queda pues, la tarea, de restablecer puentes.

Federico dijo...

La situación no es óptima; hay varios escritores latinoamericanos traducidos a varios idiomas (no sólo francés o italiano, sino también japonés o serbio) cuyos libros, sin embargo, no se encuentran en España, de la misma forma en que hay varios escritores españoles traducidos a varios idiomas cuyos libros son imposibles de conseguir en Latinoamérica.

Sin embargo, me parece que la oferta editorial a ambos lados del Atlántico es tan amplia que no se le puede achacar a ella la ignorancia que prevalece entre las distintas literaturas hispánicas (recordemos que los países latinoamericanos tampoco se suelen leer entre sí).

Quizás debido a su poderío editorial, me parece que la literatura contemporánea que más se lee actualmente, por mucho, es la española. Cualquier lector culto de América Latina ha leído al menos a cinco o seis autores españoles (Javier Marías, Vila-Matas, Almudena Grandes, Muñoz Molina, Javier Cercas, Millás, por no hablar de la generación anterior) más los que su propia curiosidad le haya hecho descubrir. En cambio, el único escritor latinoamericano leído en todos los países de habla española es Bolaño.

En cuanto a Monsiváis, su trayectoria me recuerda en muchos aspectos a la de Umbral, que tampoco fue ni es leído fuera de su país. Quizás esto se deba a que ambos brillan mucho más en los artículos de opinión o en las crónicas que en la ficción. En fin. No queda más que leernos los unos a los otros.

Fernando Valls dijo...

Me temo, anónimo Federico, que mi experiencia es exactamente la contraria. No he encontrado a un solo lector en la América hispánica (no hablo ahora de los escritores hispanoamericanos que han vivido en España) que conozca medio bien la narrativa española de las últimas décadas. ¿Quién sabe algo, en serio, más allá del Atlántico, de Cristina Fernández Cubas, Luis Mateo Díez, Rafael Chirbes o Luis Landero? Mientras que sé de bastantes lectores españoles que siguen la narrativa hispanoamericana.
Y ya que estamos en un blog que le presta atención al microrrelato, es una buena ocasión para confesar lo mucho que me sorprende el desinterés que muestran la mayoría de los estudiosos del microrrelato hispanoamericano por lo que se escribe en España. Cierto es, sin embargo, que un lector español tiene más a mano los clásicos del género mexicanos o argentinos, que ellos a los españoles.

David L. dijo...

Creo, Fernando, que hay un poco de exageración en eso que dices sobre el desinterés que tendrían los estudiosos hispanoamericanos del microrrelato por lo que en ese género se publica en España. Más bien habría que hablar del desinterés de los libreros por incorporar a sus anaqueles los excelentes libros que vienen publicando las editoriales españolas. Y hay que recordar también que "La nave de los locos" tiene muy fieles lectores a ambos lados del Atlántico, y que gracias a tus conocimientos y amplitud de miras como editor, esos lectores van adquiriendo, aunque sea poco a poco, un mejor conocimiento de los unos y los otros. El progreso realizado se puede medir si se compara lo que sabía la generación anterior de lectores con lo que saben los lectores de hoy. Un abrazo,
David L.

Fernando Valls dijo...

David, tú eres una excepción; y Brasca otra, incorporándolos a sus antologías; pero no recuerdo ahora muchas más. Me gustaría, no obstante, haberme equivocarme. Tampoco ayuda, como recuerdas, la dificultad para encontrar en América los libros españoles. Ahora, en efecto, los blogs pueden paliar esas distancias. Abrazos, sabio amigo.