domingo, 7 de marzo de 2010

Terremoto y tsunami en Chile, y 2, por Virginia Vidal

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Día lunes 1 de marzo, a mediodía, sigo sin internet, sin teléfono, sin agua, sin luz, sin gas. La villa “Luis Bisquert” de Ñuñoa, donde vivo, no ha sufrido daños mayores, pero sobre el bloque 11-C, edificio de cinco pisos hay una inmensa copa de agua cuya vieja matriz de fierro estaba oxidada y se reventó.
Hay que desconectar por completo la red que sube el agua a la copa (gran estanque de hormigón armado) y conectar los veinticuatro departamentos a la red de agua potable. La villa se compone de seis bloques similares con idéntico problema.
Se está a la espera de lo que decida la municipalidad de Ñuñoa para iniciar el trabajo a la brevedad. Se prolonga la espera y no llegan los técnicos.
Hubo que cortar el gas, porque hay escapes en los pisos superiores. Metrogas está avisada, pero no manda a sus técnicos.
Ni agua ni electricidad regular y suficiente, ni gas ni teléfonos, ni internet.
Se decreta toque de queda desde las 21 horas hasta las 12 horas del día siguiente en la zona devastada.
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Martes, 2 de marzo
Aún no se terminan de restablecer los servicios básicos.
Once mil ochocientos cincuenta y nueve soldados del ejército y dos mil doscientos treinta de la armada ocupan la zona. Se toman drásticas medidas contra saqueadores que desmantelaron supermercados...
Ha quedado en evidencia el mito de la “cultura sísmica” de la población que no estaba preparada para afrontar la catástrofe.
Falta maquinaria pesada para remoción de escombros.
Argentina envía cuatro hospitales de campaña, tres plantas potabilizadorasde agua, 400 toneladas de arroz, aceite, fideos, leche en polvo.
Bolivia nos manda agua que tanta falta hace. Llega el canciller David Choquehuanca con ayuda.
De Brasil llega el presidente Lula con hospital de campaña y demás ayuda.
Llega brigada médica cubana: veintisiete facultativos.
De Estados Unidos llega Hillary Clinton con veinte teléfonos satelitales.
Llamo a una amiga del sector para pedirle que me permita ir a su casa a bañarme. Es tajante: no, porque ella tiene alojados a unos parientes. No comprendo en qué interferiría si me diera una ducha que no tardaría más de diez minutos…
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Miércoles, 3 de marzo
Falta agua sobre todo en la zona de catástrofe. Los camiones aljibes no dan abasto.
Quinto día sin agua ni electricidad regular y suficiente, ni gas ni teléfonos, ni internet. Mi único contacto con el mundo es el celular y una radio a pilas.
Vecinos me llenan un balde con la manguera con que se riegan los jardines y me lo entran. No puedo cargar ni el menor peso.
Alcanzo a calentar un hervidor eléctrico para tomar té, luego, la luz se vuelve a cortar.
No aparecen funcionarios de Metrogas ni de VTR, pese a que se habían comprometido a venir y conectar los servicios.
Queda en evidencia que constructoras y funcionarios de municipalidades no respetaron las normas antisísmicas de construcción (las primeras datan del año 1929).
Las torres y edificios nuevos que se derrumbaron no tenían ni el fierro ni el hormigón armado ni obedecían a los cálculos de resistencia de materiales.
La Cámara de la Construcción, las municipalidades y el correspondientes sector público deberá catastrar los daños, tomar las medidas correspondientes y asegurar el rigor en las futuras construcciones.
Derrumbadas setenta y cinco sedes parroquiales y setecientas capillas (construcciones muy anteriores a la promulgación de las normas antisísmicas).
Han desaparecido los antiguos y muy pintorescos pueblos rurales cercanos a Santiago construidos en adobe y tejas.
En conferencia de prensa la presidente Michelle Bachelet señala que lo más grave en esta catástrofe, las fallas esenciales, fue la caída de todos los sistemas de comunicaciones y el daño al sistema de conectividad: habiéndose dañado caminos y vías, no sólo las cercanas a la principal Ruta 5 Sur, sino las que están fuera.
Urge asegurar el sistema de comunicación según la más avanzada tecnología y mejorar la comunicación comunitaria.
Dos millones de chilenos quedaron sin techo. Urge construir viviendas. Estamos a las puertas del invierno. Nuestro pueblo damnificado necesita ropa de abrigo y frazadas.
Benito Baranda, funcionario del Hogar de Cristo, dijo que se necesita ropa, pero ropa digna en buen estado. Para vergüenza de todos, hay gente “caritativa” que ha ido a donar bikinis, trajes de baño, ropa rota y sucia, desechos, hasta disfraces…
Son las 17.42.
Por fin suena el teléfono. Me llama mi hijo mayor.
Puedo abrir mi correo-e y recibir los mensajes que me han llegado en estos días.
Agradezco las voces solidarias de Víctor Calderón, Luigi Cechietto y Walter Garib, más las de quienes me han escrito. VIRGINIA VIDAL
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.*Virginia Vidal es periodista y escritora chilena.
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3 comentarios:

Julia U dijo...

¿Y cómo acercarse, cogerle una mano, borrarle de la memoria, a ella y a todos, el recuerdo de lo ocurrido, decirle esto fue una pesadilla, no ha pasado nada?
La tierra es una errante viva que, de vez en cuando, se venga de nosotros y nos barre.
Y cómo darles una conciencia a quienes no la tienen y saben menos que los animales que presienten el peligro y ni siquiera gastan el dinero necesario para prevenir estas catástrofes. Porque hay culpables que nunca serán conocidos.
Y España, ¿qué ha mandado que tanto manda cuado es cosa de diversiones?

Gregorio Omar Vainberg dijo...

Palabras en estos momentos, sirven, dan apoyo, reconfortan, pero no son suficientes, hacen falta manos ,, millones de manos,, y lamentablemente, hasta que se logre organizar todo lo que hay que hacer, va a llevar un poco de tiempo.

un abrazo desde aqui, y fuerza Chile!!!!

Anónimo dijo...

Hemos escrito esta tarde que las palabras ante est se muestran incapaces.

Tenemos amigos sufriendo en Chile.

Un abrazo.