miércoles, 17 de marzo de 2010

LIDIA MARÍA CUADRADO PAYERAS

.....
"La ciudad de los sincorazones"
......
Era una fría noche de otoño allá por el año 1990. Samuel caminaba lentamente por las calles de la que se había convertido en una ciudad oscura y desagradable. No había en sus gentes una brizna de pasión, de esperanza, de amor. La vida y la alegría que en otro tiempo había respirado su ciudad parecía haberse volatilizado, llevándose consigo hasta la última gota de la felicidad que en otros tiempos había emanado.
Samuel se sentía miserable paseando por aquel lugar de muerte y putrefacción; sin embargo, algo en lo más profundo de su ser le impedía dejar de andar. Buscaba algo, y no sabía el qué. Buscaba en todos los rincones, en todas las esquinas, en todas las plazas; buscaba quizá algo que le ayudase a enmendar tanto destrozo, algo que le diese ánimos y fuerza suficiente para creer que había una solución a tanta desolación.
El alba le sorprendió cuando ya casi había escudriñado cada rincón de su ciudad. Exhausto y abatido, decidió aparcar su búsqueda momentáneamente. Entró en un pequeño restaurante y decidió llenar su vacío estómago antes de desfallecer. El dueño del establecimiento le preguntó qué deseaba. Samuel decidió que era preferible comer copiosamente, y pidió en consecuencia. Mientras aguardaba empezó a mirar por la ventana. Había poca gente en la calle, todos madrugadores que se dirigían a sus puestos de trabajo. Hubiese sido una estampa normal para el momento en que se encontraban, pero ciertos detalles hacían estremecer a Samuel. Los viandantes se movían de una manera similar a las máquinas, con movimientos forzados y estructurados. Samuel los contemplaba con repulsión, pero les compadecía al mismo tiempo y no dejaba de preguntarse qué les había podido robar la humanidad.
La voz del encargado del restaurante le sacó de su ensimismamiento.
- Su pedido -gruñó, poniendo cara de pocos amigos.
Samuel le agradeció el gesto con una mueca irónica y triste. No tenía ganas de discutir, pero tampoco tenía ganas de ser amable.
Salió del establecimiento con la firme decisión de desvelar el secreto oculto en aquella terrorífica ciudad. Convencido de que podría resolver el misterio se echó a la calle. Pero ya no vagabundeaba. Ya no dudaba, ya no se sentía perdido en el vacío de los suburbios, no temía a la noche, no temía a nada; había encontrado la salida, o eso quería creer.
Dejó que el viento le acariciase la cara y que la luz del sol bañase su demacrado rostro y a cada paso que daba se sentía más vivo, porque se había dado cuenta de que, para huir de las tinieblas, no hay que luchar contra ellas, no hay que adentrarse en su mundo, hay, simplemente, que dejarlas atrás. Así que fue corriendo a cada barrio, llamando a cada casa, explicando lo magnífico de su descubrimiento a todos los que se encontraba. Pero el pobre Samuel no contó con que sólo ve el que quiere ver, y no había nadie en aquel lugar dispuesto a admirar lo fantástico de la vida que habían perdido y que, con sólo desearlo, podían recuperar.
Aquel día fue frustrante para él. Incapaz de encontrar una razón por la que aquellas gentes se resistían a creer en sus palabras, decidió abandonar aquel lugar e irse a vivir donde su entusiasmo fuese bien recibido.
Nadie volvió a ver nunca más a Samuel, y apuesto a que nadie se preocupó nunca. No poseía más que una gabardina y un gato (al que, todo sea dicho, no le importaba demasiado su dueño) y para toda la ciudad fue únicamente conocido como el "vecino estrafalario". Pero yo a veces pienso en él; yo que le atendí una vez en mi pequeño restaurante y con mis malos modales no saqué de él más que una mueca despectiva y diez dólares. Pienso en él, y le admiro, por haber sido el único soñador nacido en la Ciudad de los Sincorazones.
.....
.....
* Lidia María Cuadrado Payeras (Palma de Mallorca, 1995) cursa estudios de secundaria en el Colegio Luis Vives de Palma de Mallorca. Es aficionada al teatro y ha interpretado el papel de Dorina en La dama del alba, de Alejandro Casona. En junio de 2009 quedó como primera clasificada por Mallorca y ganadora por la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares en el Concurso de Relato Breve “Jóvenes talentos” convocado por la Fundación Coca-Cola. El 15 de noviembre del 2009 realizó una colaboración en el programa de RTVE “Página 2” comentando la novela Tres metros sobre el suelo, de Federico Moccia. Esta intervención puede verse pinchando en el enlace http://pagina2.rtve.es/juvenil.php?v=c9f0f895fb98ab9159f51fd0297e236d
“La ciudad de los sincorazones” ha sido traducido al portugués. Mantiene un blog:
http://lalamentationsourde.blogspot.com/
....

3 comentarios:

Gemma dijo...

Felicidades, Lidia. Me ha gustado mucho tu microrrelato. Por suerte, también en los sitios desalmados es posible encontrar todavía buena gente...
Saludos

Anónimo dijo...

Sospechaba juventud, pero ¿1995??? Decididamente, cantera. Enhorabuena, Lidia.

Úrsula T.

Juan Romagnoli dijo...

Muy buen texto de esta niña de quince años. Sus posibilidades futuras entusiasman. ¡Suerte, Lidia!