Querida Cristina:
Aquí estoy para cumplir mi promesa de algunas
recomendaciones para tu próximo viaje a Praga. Como irás en septiembre, cuando ya se habrá
apaciguado el número de turistas (tengo que decir, sin embargo, que el
visitante de Praga me ha parecido extremadamente civilizado) puedes recorrer
sin miedo todos aquellos lugares que recomiendan las guías turísticas. Y
también, sin miedo, perderte por todas las calles y callejuelas. A algún lugar
saldrás, probablemente más sorprendente que el anterior, pues Praga es de una
belleza tal (y está tan cuidada, limpia y luminosa) que en algunos momentos
incluso se añora la belleza de una calle triste, gris y maltratada como las que
se pueden encontrar en mi ciudad. Claro, estoy hablando de los barrios que componen
el territorio del turista. Me imagino que muy distinto sería acercarse al
extrarradio... pero no era ésa mi intención y supongo que tampoco la tuya.
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Después de visitar mil iglesias y conventos de la Ciudad
Vieja y otros (como el de Santa Inés) a cual más impresionante, te recomiendo
un paseo por el barrio judío y sus sinagogas.
El célebre puente Carlos me decepcionó, básicamente
porque no pude verlo. Ahí es donde se concentra todo el turisteo que, por muy
civilizado que sea, no deja de ocupar espacio.
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Mucho más modesto, el puente Legif, que une la llamada
Ciudad Nueva (que también es vieja) con el barrio de Mala Strana, es una
auténtica maravilla. Comienza frente a dos de mis edificios favoritos: el café
Slavia y el Teatro Nacional.
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El primero es uno de esos cafés tradicionales que no hay
que perderse (en las guías los encontrarás todos). Yo le añadiría el del Hotel
Europa, donde dicen que Kafka leyó en público sus trabajos. Está al lado de la
casa de seguros en la que trabajó.
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El segundo, el Teatro Nacional no es ni el más bonito,
ni el más interesante de los edificios. Es más, es de los pocos que, a pesar de
la restauración, mantiene su fachada gris (todas las demás están relucientes),
pero quizá precisamente por eso, me hechizó su belleza semioculta pero a la vez
dibujada nítidamente en la luz de Praga, una luz maravillosa.
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También está el castillo, lugar de peregrinación turística obligada. Y el museo de Kafka, entre otros. Es un museo nuevo y, para mí, imprescindible. No contiene demasiados objetos. Es su estructura, hecha de laberintos y cajones que intenta introducir al visitante en la imaginación kafkiana lo que resulta interesante.
Museo Kafka
........También está el castillo, lugar de peregrinación turística obligada. Y el museo de Kafka, entre otros. Es un museo nuevo y, para mí, imprescindible. No contiene demasiados objetos. Es su estructura, hecha de laberintos y cajones que intenta introducir al visitante en la imaginación kafkiana lo que resulta interesante.
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También te recomiendo la desconocida obra de Mucha
posterior a París, los conciertos, los restaurantes de comida tradicional que
no han sido todavía tomados totalmente por los turistas como el U Pinkasu. Me
sorprendió ver una calle dedicada a Neruda, hasta que recordé que Neruda había
tomado el seudónimo de un célebre poeta checo. Por casualidad, callejeando
(repito, creo que es el mejor modo) un día me encontré delante de la casa donde
había nacido Vladimír Holan, maravilloso poeta al que había descubierto hacía
muy poco.
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Y, para quien le agrade, una curiosidad que no viene en
las guías. Praga está llena de joyerías a precios muchísimo más baratos que en
España. Turistas que lo saben, sobre todo orientales, entran y salen de dichos
establecimientos con evidentes muestras de satisfacción.
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Como señaló una de las personas con las que viajaba, los
praguenses aman las piedras sobre todo, y eso no se ve sólo en sus maravillosos
edificios, sino en sus esculturas que pueden aparecer en los lugares más
imprevistos.
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Podría decir mucho más, pero no es éste el propósito.
Faltan, claro, como ya te señaló Olvido, los paseos a lo largo del río. O por
la noche -si hay luna, mejor- en el puente Legif.......
Un beso y feliz viaje.
Bel
6 comentarios:
No conozco Praga y esta carta no ha hecho más que azuzar las ganas de ir allí. Debe ser una ciudad preciosa. Me he quedado con el nombre del café (me encantan los cafés).
Abrazos a lo dos: Isabel y Fernando.
Praga, una ciudad que algún día visitaré, sobretodo el Museo de Kafka.
Un abrazo.
Isabel, carta la tuya imprescindible para mi.
Estuvimos a punto de ir, pero se frustró el viaje, una de esas situaciones kafkianas.
Si voy te cuento. Como dice el dicho: el que la hace la Praga.
Gracias.
Abrazos dos.
Oh, Sergio, qué pena. Espero que puedas hacerlo bajo la protección de Kafka.
Abrazos a todos!!
Si recibiera una carta asi, iria derechita a Praga.
Sí. Iré. Y me acordaré de tu carta, Bel.
Un abrazo, Beatriz.
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