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¿Cuándo volveré a París?
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No sé si esto vale como crónica de
ciudad que quieres visitar, porque en realidad yo ya estuve una vez en París.
Tenía dieciocho años, era mi primer viaje sin padres, con las amigas, en aquel
tiempo en que viajar era de verdad una aventura... En fin, una explosión de
libertad hacia un mundo completamente diferente de la España gris de la que
escapábamos, allá por los años 80. Pero fue un viaje de esos para jóvenes, en
autobús, dormíamos en campings, en las afueras de las ciudades y visitamos
también Bruselas, Amsterdam y Estrasburgo. La cuestión es que solo pisamos
París dos días a la ida y uno a la vuelta de aquel periplo, el camping estaba a
veinte minutos andando de la parada del metro, más otros tres cuartos de hora
en el subterráneo hasta el centro y aquella gran y hermosa ciudad me supo a
poco, a muy poco. Fue intenso: subí a la torre Eiffel, y también al Sacre Coeur
y me empapé de sus maravillosas vistas al atardecer, vi a los pintores
callejeros de Montmartre, disfruté como una niña en la fuente Kandinski y el
Pompidou, recorrí los inmensos Campos Elíseos bajo el sol infernal de agosto y
metí mis pies a refrescar en una de sus fuentes, dimos un repaso al
interminable Louvre, del que recordaré siempre la Nike en una foto movida, momias y más momias, y la Mona Lisa
protegida por una vitrina de los miles de turistas que la rodeábamos,
tropecientos de ellos japoneses; incluso me compré una blusa que podía haber
sido de mi abuela en el mercado de las pulgas y comimos crepes en el barrio
latino. Se me quedó esa impresión de que París estaba hecha a lo grande, todo
grande, inmenso, y que apenas había podido mojar los labios en la copa del
néctar de los dioses. Por eso siempre he querido volver a esa ciudad, pero en
todas las ocasiones que lo planeé ocurrió algo que me lo impidió.......
En el primer intento, estaba
embarazada de mi primera hija, teníamos la reserva de los aviones y de los
hoteles para ir en septiembre y en agosto comenzaron los atentados, bombas
colocadas en papeleras. Nos entró miedo y nos echamos para atrás, ya habría
oportunidades más propicias de visitar aquella ciudad de ensueño. Así que
cancelamos todo, sin problemas, y volamos al otro lado del Canal de la Mancha,
a Londres (que tiene otro encanto, diferente y mucho más anárquico, más
mundano, en contraposición con la aristocrática París).
......
En el siguiente intento,
preparamos un viaje a Disney con nuestros hijos (entonces ya eran dos) que
terminaba con cuatro días de estancia en París. En el parque de Disney mi hijo
tuvo un pequeño accidente, nada grave, pero que nos tuvo desde las cuatro de la
tarde hasta las once de la noche en un miserable hospital francés. Y yo sin
saber ni papa del idioma y ellos sin entender mi inglés... En fin, sentí una
impotencia inmensa, afortunadamente, al final, una enfermera hizo de traductora
al español. Cuando salimos de aquel hospital, el niño con un pedazo vendaje en
la mano que parecía un lisiado de guerra, nosotros (padre y madre) sabiendo que
en dos días al chico le tenían que revisar la herida por si se había infectado,
después de los nervios y angustias pasadas, no nos quedaban muchas ganas de
enfrentarnos de nuevo al sistema de sanidad francés. Así que cancelamos el
hotel de París, y buscamos un tren de vuelta a España, no fuera que hubiera que
amputar. Nuestra única visión de París fue una diminuta Notre Dame intuida a lo
lejos, desde un puente cercano a la estación de Austerlitz, en el rato que
tuvimos que esperar hasta tomar el tren a Barcelona. ¡Otra vez nos quedamos con
las ganas!.......
Así que quiero de una vez por
todas tocar las piedras de Notre Dame, asustarme con sus gárgolas, saborear una
cena romántica en el bateau mouche, sumergirme bajo las nympheas de Monet en La
Orangerie y disfrutar por fin de
todo lo que esa gran ciudad me prometió la primera vez que la vi.
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Este septiembre tenemos
oportunidad de hacer un viajecito familiar, yo propongo cuatro alternativas:
París, Londres, Venecia o Berlín. Mi hija duda entre Londres y Venecia, mi hijo
se inclina por Venecia porque a París viajó con el colegio, y mi marido opina
que en Berlín no hemos estado. En fin, me parece que este año tampoco será
parisino. De momento siempre me quedará el París de mis dieciocho años, que,
aunque incompleto, quizá sea el mejor........
14 comentarios:
Yo conseguí volver, el año pasado, y pillé empacho, de forma consciente, pero empacho.
Tres semanas sólo en Paris. "Magnifique", dijo la señorita que me facilitó toda la información antes del desembarco. La primera vez en mi vida que vivi una pájara (la de los ciclistas), la primera que el cuerpo me gritó ¡basta! en forma de cientos de granos urticantes. Mira, Puri, yo ahí tuve suerte con la farmacia, la crema que me dieron me salvó en dos únicas aplicaciones un tanto extresantes, pero me salvó y seguí con mi viaje. Un viaje fantástico, por otra parte. Que no me importaría repetir con Paris, con Londres,...
Irás, no se cuando, pero parece que irás; ¡tienes tantas y tan buenas ganas!
Será un viaje fantástico, pero tendréis, tú y París, que redescubriros. Un bisou
Simpática crónica de una ciudad que se te resiste. Me gusta ese halo de misterio, de résistance à Puri. Tendrás que contarnos qué pasa el día en que finalmente la invadas, mañica.
Besos
Los viajes a esa edad, a los 18 años son aventuras extraordinarias que no se olvidan. Por una u otra circunstancia en ocasiones ya no se pueden revivir, pero siempre tenemos la idea de volver a ese lugar que nos hiso “feliz” por un lapso de tiempo, y tener la dicha de disfrutar los paisajes de la ciudad y sobretodo de la comida.
Fernando, gracias por dejarme llenar tu nave con mis deseos frustrados de volver a París. Esa gárgola es la que yo quiero tocar, sí.
Luisa, ¡tres semanas! Eso es algo más que "magnifique"!!!! Tu lo que quieres es darme envidia. Me alegro de que tu experiencia con la medicina francesa fuera mejor que la mía.
Dominique, Oscar, El París al que viajaré (algún día, estoy segura)será diferente, ese París que vi, está marcado por mis recuerdos y por esa mágica edad de los 18; también sé que me quedan muchas cosas por descubrir que no vi entonces y cosas nuevas que cuando fui no existían (la pirámide del Louvre, por ejemplo creo que estaba en construcción).
Susana, algún día caerá París, no pierdo la esperanza. Ya os contaré...
Puri, creo que si vale como crónica de ciudad que quieres visitar ¿O no la quieres visitar? Jaja, el que se te resista sólo es para darse más importancia, ya sabes, esas cosas que uno descubre en la adolescencia nunca vuelven a saber igual y París no quiere quedarse menospreciada. Verás como cuando lo consigas el efecto será increíble, ya nos lo contarás.
Besos para ambos (Puri y Fernando)
Los contratiempos de los viajes ayudan a recordarlos mejor. Lo importante es que todo quede en una anécdota.
Habrá que ir a Paris, aunque se nos resista.
Me ha encantado esta historia y te escribo para decirte que las cosas pasan por algo. Mira yo intenté viajar a Barcelona varias veces. La primera, a dos días del viaje nos cancelaron el vuelo (a mi novio y a mi). Al año siguiente intentamos venir, pero los vuelos eran muy caros con respecto a otros destinos, así que fuimos al País Vasco. Al cabo del tiempo una amiga se fue a vivir a Barcelona, y otra vez dos intentos fallidos de ir a visitarla.
Y al final...resulta que llevo 4 meses viviendo en Barcelona! Tanto a mi novio como a mi nos salió la oportunidad de un buen trabajo y nos vinimos, así que...quien sabe? por algo es eso de que nunca puedes visitar PARIS.
Querida Puri, leídos tus intentos frustados de visitar una de las ciudades más bellas del mundo, te propongo viajar juntas. Una servidora se queda de por vida en Montmartre y usted, querida amiga, puede deambular por las calles parisinas en busca de los encantos de los franceses. ;)
Podríamos quedar ....¿qué tal pasados los cincuenta? ...si Fernando sigue teniendo abierta esta nave ¡podríamos enviarle una crónica desde allí! y por supuesto, si vamos ¡nada de Disney, please!, que eso no es nada romántico... y los parques con sus alturas y velocidades de vértigo no son fruto de mi devoción.
Un besote Puri y a disfrutar ¡de Berlín! ¿no?.
Yashira, lo que no sabe París es que yo voy en busca de otro París distinto del de mi juventud... ¡Así que no se resista tanto!
Beatriz, Laura, cuando queráis planeamos un viajecito a París, y la verdad es que sin niños (y sin Disney) será mucho mejor. Este año me toca Francia, pero no llego a París, nos quedamos mucho más al sur, en Carcasona.
París, bien merece otra oportunidad.
Me ha gustado tu crónica de aplazamiento continuado, Puri, seguro que vuelves y encuentras un París distinto, a tu medida. El París de ahora (tu "ahora").
Un relato ameno, equilibrado, intimista, cercano...
Besossss
Yo nunca he estado en París, Puri, y -sin que suene pretensioso, por favor- ha sido por voluntad propia. ¿las razones? ya te las contaré otro día que nos veamos.
Ahora bien, he de confesar que mi espíritu ofrece cada vez menos resistencia a ir, lo que me lleva a creer que -al final- acabaré visitándola.
Me ha gustado mucho tu crónica, he disfrutado del cuando sí y del cuando no. Me has llevado a pensar en esas cosas de la vida que parecen alinearse para hacernos cambiar de planes.
¡Que disfrutes de tu próxima visita a París, sea cuando sea!
Un abrazo,
Luisa Sanchez, ¡eso quiere decir que un día acabaré viviendo en París!!! Gracias Petra, París merece una oportunidad, dos y mil...
Pedro, nos vemos en París entonces en el café de Flore y allí me cuentas esa resistencia a la ciudad de la luz (y me lo contarás totalmente vencido, jeje.
Vete un fin de semana con una de aquellas amigas de los 80. Así, de paso recuperas todo lo demás.
Yo estuve una vez y me encantó, pero es de esos sitios a los que no volvería. Cosa que no me pasa con sitios como Oporto, La Habana o Mykonos, a los que volvería, por poner tres ejemplos.
Un abrazo Puri. Y Fernando.
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