PARA UNA GEOGRAFÍA DEL ALMA
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Entre el 2001 y el 2008, Luis
Mateo Díez cumplió uno de los empeños narrativos más ambiciosos y, al fin y a
la postre, logrados de la narrativa española de las últimas décadas. Se trataba
de componer doce novelas cortas, o nouvelles,
recogidas en cuatro libros con tres piezas cada uno. Ahora acaban de aparecer en
un solo volumen, con el título de Fábulas
del sentimiento (Alfaguara, Madrid, 2013).
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Estos
cinco libros admiten al menos tres lecturas que pueden resultar complementarias.
La primera podría ser la propia de las narraciones individuales, todas ellas
independientes. La segunda consistiría en leer cada libro de la manera en que fueron publicados inicialmente, contemplando
no solo las piezas por separado, sino también la relación que mantienen entre
sí. Pero, además, podríamos leerlas en conjunto, como un libro único, considerando
el nuevo y definitivo orden establecido por el autor, para el que ha tenido en
cuenta el sentido, la temática y los tipos humanos, con el objeto de hacer más
atractiva la lectura, según confesión de Luis Mateo Díez.
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Asimismo,
hemos barajado hasta ahora tres conceptos que estaban ya en el origen del
proyecto, pero que adquieren suma importancia en la totalidad de la obra, y que
no siempre fueron observados: el género, el componente fabulístico y los denominados
sentimientos. Es preciso recordar, respecto
al primero, que el autor se valió pronto de la novela corta, en Apócrifo del clavel y la espina (1977),
aunque el antecedente inmediato del actual volumen sea más bien La mirada del alma (1997). Luis Mateo
Díez ha escrito que el género, con una rica tradición que arranca en Cervantes
y llega entre nosotros hasta Juan Marsé, pasando por Tolstoi, Dostoyevski,
Josep Conrad, Henry James o Kafka, “tiene algo de la premeditación y redondez
del cuento y del desarrollo expansivo de la [novela] larga, de la concentración
que sustancia lo que se cuenta en sus extremos más significativos y esa
posibilidad de apurar la trayectoria de algún personaje, de reflejar su vida
más allá del fulgor de la instantánea”. Estas nouvelles poseen, además, el misterio y el clima moral propio de la
fábula, que aquí se presenta como “más ejemplificadora que patética”. Así, se
apunta una cierta teoría al respecto en “La mano del amigo”: “la fábula se
sustancia mejor orientando las sugerencias y las significaciones, de modo que
el relato se enriquezca en sus meandros, yendo y viniendo cuantas veces sea
preciso”. Y por lo que se refiere a los sentimientos,
se trata de aquello que el autor ha tachado de enfermedades del alma, que afectan tanto al cuerpo como al
espíritu.
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Aquello
que las singulariza respecto al conjunto de su obra es el género, pero también
una tendencia cada vez mayor hacia el simbolismo expresionista y la abstracción.
Además de lo apuntado, todas comparten en mayor o menor medida unas tramas
metafóricas, el tono tragicómico, una peculiar atmósfera neblinosa, junto a personajes
derrotados, perdedores, con una intensa vida interior, donde los secretos, los
fantasmas y los sueños campan por sus respetos. De lo que se trata, en suma, es
de perturbar y emocionar al lector. Tras estas premisas, destacaría: “Pensión
Lucerna”, “La viuda feliz”, “La escoba de la bruja” y “El diablo meridiano”.
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El azar ha hecho que este año se
cumplan cuatrocientos de la aparición de las Novelas ejemplares de Cervantes. Ninguna otra obra reciente, al
menos que yo conozca, puede reclamarse heredera tan directa de su intensa media
distancia, propósito y ejemplaridad, “tan positiva como negativa”, según apunta
el autor en el prólogo, de sus empeños mayores, en suma, como estas
extraordinarias e inolvidables fabulas
del sentimiento.
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* Esta reseña apareció publicada en Babelia. El País, el 23 de febrero del 2012. En la foto, tomada en León, durante el pasado mes de febrero, aparecen, de izqda. a dcha., Tomás Val, Ángel Basanta, Luis Mateo Díez, quien tapa a José María Pozuelo, y FV.
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