Hoy me he pasado el día en Venecia. Cuando ya se conoce la ciudad, lo mejor es andar sin rumbo fijo de acá para allá, intentando alejarse de la marea de turistas, meterse en alguna iglesia o museo, estos días en el Correr hay una magnífica exposición de Gustav Klimt, coger algún vaporetto que nos aleje de Rialto y San Marcos, o sentarse en alguna plaza, todavía las hay tranquilas, para tomarse tranquilamente un campari como anticipo de un risotto en alguno de los restaurantes que dan a la laguna, en el Dorsoduro. Una buena manera de acabar el día sería hacerse con una focaccia en la pasticceria Dalmas. Y no añadir ni una línea inútil más a lo mucho que ya se ha dicho sobre esta paradójica ciudad.
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3 comentarios:
Una bonita manera de pasar el día. ¡Qué envidia!
La palabra "envidia" resume todo lo que podría comentar aquí hoy ;-)
Abrazos
Me sumo al sentir de Elena y Rocío, me reconcomo de envidia
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