Sobre mi Paraíso posible
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Yo
no he creado un territorio ficticio desde el que contar historias. No tengo una
Celama, como Luis Mateo Díez, ni tampoco como José María Merino ese espacio geográfico tan
propicio para la fabulación, escenario de los cuentos del reino secreto. Podría
decir que mi territorio es el de la lengua, que vivo en las palabras, pero eso
no me hace distinta en el universo de escritores que han hecho de las letras un
hogar más que un oficio. También podría decir que mi territorio es la infancia,
que se escribe para volver al paraíso perdido, pero no sería cierto, al menos
no del todo. El único lugar que poseo no es ficticio, aunque no tiene nombre.
Todo lo que escribo y lo que queda sin escribir allí tiene su origen. En
realidad, es una patria con minúsculas, del tamaño de una casa, o mejor aún, como
el cuarto de estar de una casa, ese que echas de menos cuando estás sola,
tremendamente sola, en la habitación de un hotel después de una charla, y te
dan las cinco de la mañana sin poder dormir, o te despiertan las campanadas de
un reloj que ya no existe. Es una patria sin fronteras, fácilmente
transportable. A veces viaja conmigo en la maleta pero otras, cuando la imagino
lejos, me sorprende con la memoria de un olor o un sabor que creía olvidados.
Escribir no es otra cosa que volver a esa patria, o intentar hacerlo, para
atrapar una caricia, un primer amor, incluso un último desamor, o ese verano
eterno de la infancia, esa sucesión interminable de sol y agua, descrita
certeramente por uno de mis alumnos. En septiembre, cuando le pedí una
redacción sobre su verano, me entregó el mejor ejercicio de economía narrativa
que he leído nunca: "en verano, voy a la
piscina de mi pueblo y me tiro y me salgo y me tiro y me salgo y me tiro y me
salgo..." Y así hasta llenar una página. Escribir no es otra cosa que elegir
el punto exacto de ese y me tiro y me salgo al que quieres volver.
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Mientras
tanto, las historias nacen y se ramifican, surgen en los semáforos, hablan de
niños que crecen, desafiantes Gormitti, fotos congeladas en un instante, ovejas
bala, institutos invadidos por portugueses, monjas que crean el mundo en siete
días y suegras que vaticinan su final, donosos escrutinios, ríos que ni fluyen
ni permanecen, hombres que se reinventan como el ave Fénix, poetas de móvil,
móviles poetas, y vencedores y vencidos en el cloro del tiempo. Somos rari nantes in gurgite vasto, nadadores
dispersos en el inmenso abismo, pero a veces solo queda el abismo, y la vida
tiene que continuar. Y el único lugar desde el que tomar impulso es tu cuarto
de estar, las palabras que ordenan el mundo. Escribir cuentos no es dar marcha
atrás, como dicen. Escribir cuentos es mirar al otro lado del espejo, en el
único escaparate de una calle desierta, y darse cuenta de que aún hoy, cuando
damos todo por perdido, existen paraísos posibles. Solo hay que contarlos a
ciegas, del lado de los sueños, nunca de las sombras.
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* Este texto de Pilar Galán sobre su libro de cuentos, que acaba de aparecer en la editorial De la luna libros, de Mérida, está escrito exprofeso para el blog -a petición mía, pues no en vano aquí aparecieron cuatro de los relatos que lo componen.
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9 comentarios:
Un libro estupendo el de Pilar.
En un par de semanas me toca a mí presentarlo en Mérida.
A cambio de un beso suyo, por supuesto.
Abrazo.
De todos los paraísos posibles, yo elijo el que más cerca me lleva a la ventana de tu casa sobre el paisaje inmenso y ese cielo alto que nos cobija y protege de tantas cosas.
Gracias, Pilar, por devolvernos un paraíso posible desde el que otear el caos y aprender a ponerle freno, ahora, que se va instalando como una niebla pegajosa en nuestras vidas.
De la mano de Elías, la presentación será una gozada. A ver si esta vez puedo acercarme.
Pepe Cáceres
Doy las gracias a Pilar por haber dado un paseo de vuelta a los cuentos. Con este libro he tenido la sensación de quien le regalan una caja de bombones variados con sorpresa dentro. Con sus combinaciones de licores y amargos del chocolate más puro con la delicadeza del praliné; contrastes de saborear con los ojos cerrados. Deseo que sigas creando deliciosas cajas de bombones.
Pilar, te estamos viendo ahora mismo desde el instituto con los alumnos de cuarto. Se han reído mucho con el y me tiro y me salgo, y sobre todo, preguntan qué haces a las cinco de la mañana en un hotel, si para ellos sería la hora de acostarse.
En fin, que enhorabuena, compañera
Marisa
Gracias a todos por los comentarios y a Fernando por su amabilidad.
Y un beso para Elías, por supuesto, con o sin presentación por medio.
Pilar
Además de en La Nave, he tenido oportunidad de leer los textos del nuevo libro de Pilar en Un cuento al día y me han gustado mucho todos. La manera de escribir, lo que se cuenta, me ha parecido que Pilar tiene una mirada peculiar sobre las cosas.
Le deseo buena andadura a El paraíso posible.
Disfruté mucho leyendo el libro de Pilar Galán y así lo hice constar en el blog. Este texto también me ha gustado. Seguimos. Un abrazo, Álvaro
pilar:
has sido el encuentro con mi primer "amarillo", tuve en mis manos "manual de ortografía" y no lo leí por falta de tiempo, te conocí en la piscina, te leí y leí mis sentimientos bien expresados, gracias por este regalo, por tu sencillez y por tu calidez y(calidad) y optimismo, que nunca te falte un motivo para creer en un paraíso posible.
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