jueves, 26 de mayo de 2011

La Nueva York de Guillermo Méndez





En esta casa amarilla, de Brooklyn Heights, vivía Truman Capote mientras escribió Desayuno en Tiffany's



..
Escaleras de la Biblioteca Pública

Por suerte, o debido a que la nuestra iba a ser una estancia más larga de lo habitual en este tipo de viajes, el hotel nos dio una habitación que parecia un loft, por lo amplia que era, y que ha contribuido a que estuviéramos muy cómodos. Frente al hotel, en Lexington con la 42, se encontraba el edificio Chrysler, que como paisaje urbano no está nada mal, para empezar o acabar el día, observándolo desde las ventanas de nuestra habitación. Muy cerca se hallaban la Public Library, Bryant Park, Times Square o el Rockefeller Center. Tardamos cuarenta y ocho horas en cerrar la boca, y entonces comienzas a darte cuenta de que Manhattan no es un decorado de rodaje, sino una ciudad con gente que vive y trabaja, intentando encontrar un futuro mejor en mitad de dicha selva; pero, eso sí, con los extremos bastante visibles, como corresponde a esta especie de ciudad-mundo, en la que creo haber leído que se hablan 102 lenguas diferentes. Aunque, al mismo tiempo, es una ciudad bastante bien organizada, hasta cierto punto amable, supongo que con los turistas, en la que es fácil moverse, comer y beber de todo y a todas las horas. Las chicas son guapas, especialmente las negras y las orientales; y los museos, excepto el MoMA y la Frick Collection, decepcionan. El inglés resulta necesario. Es una leyenda eso de que con el español sea suficiente. El Village parece ser sólo ya un recorrido turístico; el Soho, una zona pija de tiendas carísimas; Chinatown, un sindiós; Little Italy no existe, y la zona alta (el Upper East Side y Upper West Side) ofrece una  sucesión de diosas rubias, perritos bien cuidados, porteros con libreas y edificios a los que sólo les falta brillar como el oro. Y todo ello presidido por la omnipresente bandera de las barras y estrellas, que, al tener ese toque de parada circense, le da una nota extra de color a las calles que siempre, día y noche, hierven de gente, puesto que parece cierto que sea la ciudad que nunca duerme. En resumen, we'll come back as soon as possible. Y hasta fuimos al Metropolitan Opera House a ver Orfeo y Euridice...

* Las fotos también son de Guillermo Méndez, autor del fotoblog FugaZes. 

5 comentarios:

Matías dijo...

Espero conseguir Paquetes a Nueva York para disfrutar de sus encantos. Felicitaciones por el blog!

Miguel A. Zapata dijo...

Será porque vengo de una ciudad encantadoramente pequeña, pero mi fascinación por Nueva York supera la degradación de su metro, el trasiego sudoroso y hortera de Times Square o las colas infames para tomar culquier ferry en Battery Park. ¿No justifica un viaje la contemplación del Chrysler Building o el edificio de la General Electric en Lexington Avenue o los anaqueles de la Shakespeare and Co.?
Quizá mi visión sea tendenciosamente cinéfila, pero no solo alleniana, sino también a través de la cámara de Spike Lee o Scorsese. Es precisamente todo ese trasiego continuo de vida y muerte, ambición y lucha, locura y racionalidad, lo pequeño y lo grande los que la hacen una ciudad sin par.
Si alguna vez quieren cuadrar un retrato literario sobre la inagotable materia fabuladora y la capacidad de supervivencia del ser humano transiten la 125 st en Harlem y pregunten por Franco, un artista y personaje impagable, un negro que es todo un monumento a la superación personal en la miseria de los arrabales que lloraba Ellington y a la exquisita extravagancia de los supervivientes.
Enhorabuena a Guillermo Méndez por su aguda visión de la Big Apple.

Xuan dijo...

Hace poco estuve ahí, frente a la casa de Capote. Reconozco que me decepcionó un poco porque esperaba que muchas otras con escaleras de incendios, que encuentras por Tribeca o el Soho.

Nuria Mendoza dijo...

¡¡Hermosísimas fotos de una ciudad que, como dice el autor, siempre deja con ganas de más!! Enhorabuena a Guillermo Méndez por esa aguda mirada neoyorquina.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con la visión de Miguel A. Zapata; a pesar de todo: I love New York!

Juan Gracia Armendáriz