viernes, 27 de mayo de 2011

El siglo de Leonora Carrington

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Ha muerto, con 94 años, la pintora y escritora surrealista Leonora Carrington, cuya existencia rebelde ha sido novelada en el último libro de la narradora mexicana Elena Poniatowska, titulado Leonora, con el que ha obtenido el Premio Biblioteca Breve 2011. De esta artista inglesa hija de una adinerada familia, recordamos ante todo su obra, pero también la estrecha relación, el amour fou que mantuvo con Max Ernst, quien la llamaba "la novia del viento", además de su vinculación con el grupo surrealista. Bretón la incluyó en su Antología del humor negro. En 1939, tras la detención del pintor alemán por la Gestapo, se instala en España ("Quedé transtornada al llegar a España, su tierra roja era la sangre encostrada de la revolución"), donde, por orden de su padre, cónsul británico en Madrid, sería internada en un manicomio de Santander, y tratada con electrochoques. Pero consigue escapar llegando a Lisboa, y allí conoce al poeta y diplomático mexicano Renato Leduc, con quien se casa en 1941 y quien le ayuda a llegar hasta Nueva York, reencontrándose entonces con Max Ernst y la mecenas Peggy Guggenheim. 

Tras su divorcio, en 1943, conoce a Edward James, quien acabaría siendo el máximo coleccionista de su obra. Leonora llegó a vivir en México 43 años, lugar en el que conoce, sin frecuentarlos, a Diego Rivera y Frida Kahlo. Pero, sobre todo, se reencuentra con la pintora española exiliada Remedios Varo, a la que ya había tratado en París, convirtiéndose en una de sus mejores amigas. Leonora había estado siempre familiarizada con los viejos mitos celtas, que gozaron de un gran protagonismo en sus cuadros y obras de teatro, a los que sumó los mundos mágicos y fantásticos descubiertos en México, con la variedad de sus culturas indígenas y prehispánicas, que tanta influencia tuvieron en su creación. Su obra está llena de paisajes o lugares sorprendentes, de escenas misteriosas, mágicas y oníricas, de pensamientos sagrados. En México frecuentó también a Luis Buñuel y volvió a casarse, en esta ocasión con un compañero de Robert Capa, el fotógrafo húngaro Emericz Imre Weisz, Chiki, que era judío, y con quien tuvo dos hijos, Gabriel y Pablo. Chiki fue quien conservó la maleta con los negativos de Capa, descubiertos hace poco. Pero como toda mala noticia puede esconder alguna buena, Javier Martín-Domínguez tiene en fase de producción la película Si fuera una flor...  Leonora Carrington y el juego surrealista. Su obra literaria la ha publicado en España la editorial Siruela. Para empezar a adentrarse en su mundo, habría que leer el relato de homenaje que le tributa Inés Mendoza, "Rosas amarillas", dedicado al gran Poli Navarro, que está recogido en su libro El otro fuego (Páginas de Espuma, 2010).

En el 2008 le preguntaron qué pensaba sobre el sentido de la vida, de la existencia, a lo que ella respondió: "Nadie me preguntó si yo quería nacer o no, pero nací, y estoy feliz de haberlo hecho porque ha resultado muy interesante. No hacer daño a los demás es lo más importante. La guerra me parece terrible, el odio también, y el odio racial me parece horrible y estúpido. Vi cómo sufrió la gente con la guerra y con criminales como Hitler, yo vi todo eso; si se pasa por ello, una ya no puedo presumir, creo, de nada".

Octavio Paz, quien se la presentó a Luis Antonio de Villena, comentándole: "Bien, te la presento e inmediatamente me voy, porque está loca..."; la describió como "un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sombrilla que se convierte en un pájaro que se convierte después en pescado y desaparece". Si realmente estaba loca, habrá que pensar que fue una loca genial, rebelde, quizá la irrepetible reencarnación de una antigua diosa celta.







10 comentarios:

Beatriz AA dijo...

Nunca me había pasado antes, estar leyendo la vida de un personaje real y sorprendente, y enterarme, justo antes de acabar el libro, de que aun vivía. Todas las noches hasta ayer avanzaba un poco en esta novela de Elena Poniatowska, dedicada a una persona de espíritu libre, libre, libre. Con una imaginación desbordante que parece en ocasiones llegar al delirio, traspasando el umbral de la realidad. Una mujer que vivió desde dentro el surrealismo, que vivió la tragedia de la llegada del nazismo, y tuvo que huir a España donde sufrió un espantoso tratamiento psiquiátrico, y por fin su desembarco en un país que la atrapó para siempre, México, tan opuesto a su Inglaterra natal. En fin, cada noche me dormía con sus vivencias y ella mientras se iba apagando para siempre.

Un abrazo Fernando
Beatriz

Anónimo dijo...

Me entristece mucho esta muerte, aunque me alegro de que viviera feliz muchos años después de todo lo que le hicieron los mismos de siempre.
Tu entrada es magnífica ¡gracias!
muchos besos,
Leonora, que la tierra te sea leve!!
Inés Mendoza

carmen peire dijo...

Muy bonito recuerdo para una gran mujer, de las que abren camino, de esas que una admira profundamente. Gracias por tan magnífico recuerdo.

Fermín López Costero dijo...

Desconocía la peripecia vital de esta pintora. Episodios como el del internamiento psiquiátrico en Santander me llaman la atención. Gracias, Fernando.
¡Ah! Yo también la daba por muerta hasta hace poco más de un mes, cuando escuché una entrevista que le hacían en la radio a Elena Poniatowska.

Anónimo dijo...

Excelente entrada, querido Fernando, y excelente semblanza de una escritora singularísima, en las afueras de la literatura, en el centro insurgente de la invención poética.

Ángel Zapata

Rosana Alonso dijo...

Gracias por esta semblanza no hace sino aumentar mis deseos de leer el libro, aunque antes leeré el relato de Inés Mendoza.


Un saludo cordial

ca dijo...

Qué pena me ha dado encontrarme con esta semblanza a una persona tan singular, conocer su muerte; si bien es cierto que este tipo de personas no mueren nunca porque viven en el imaginario colectivo. Recuerdo la presentación del libro de Poniatowska en Casa América, recuerdo cómo describió Elena a éste, su personaje, con palabras frágiles pero vigorosas, con dolor pero con firmeza. Recuerdo cómo contaban que su presencia en México había estado llena de contradicciones, que apenas salía desde hace años de su domicilio (ni siquiera sabía de la existencia del libro de Poniatowska, que ella sí había regalado a sus descendientes). Como anécdota, me quedo con la primera vez que pintó un mural: lo tuvo que hacer en una sábana, en Nueva York, después de que Chagall le negase una tela. Muchas gracias Fernando por este recuerdo. Saludos.

dakini48 dijo...

Comparto todos los comentarios sobre Leonora Carrington, especialmente el de Fernando Valls, más cercano a mi experiencia...Mujer excepcional! nos ha dejado un bagaje extraordinario. Gracias a Leonora, donde quiera que esté! Y también a Elena Poniatowska, por transmitirnos a Leonora! Dakini48

virgi dijo...

Y yo estoy acabando el libro que me tiene muy enganchada.
Una mujer absolutamente especial.
Y la escritora lo borda.
Un abrazo.

gabi dijo...

a mi me paso algo parecido, estoy ahora terminando el libro, y cuando me entere q eleonora habia muerto en este mayo tan reciente no lo podia creer, me puse a ver sus videos y me meti mucho mas en su historia. genial!!