"Banquete"
El dragón se va dando vuelta hasta poder morderse la cola, hasta masticársela con fruición, hasta comerse con la lentitud del mejor degustador del mundo. Pero no es hasta el momento en el que ya tiene la mitad de su cuerpo dentro de su boca que decide estornudar en un estallido de fuego que lo deja en el punto justo de cocción para terminar como se debe aquel banquete caníbal.
"Ganar o ganar"
La guerra va viento en popa, vamos ganando y el enemigo ya no tiene nada más que hacer. Excepto aceptar su derrota inevitable.
Sí, piden tiempo muerto para reagruparse y pensar, pero no hay estrategia que valga. Antes de empezar, ya hemos sobornado al referí designado por la Convención de Ginebra y él apenas si cobra alguna que otra falta de todas las que cometemos.
"Kamikaze Edipo"
Se iba a inmolar, pero su madre le tiró la dinamita por el baño y vaya a saber dónde le dejó el explosivo plástico. Él se quedo solo con el detonador, con la figura de su madre perdiéndose en la cocina entre los recuerdos de la infancia, los olores de la comida, las imágenes del campamento armando y desarmando pistolas automáticas.
Quizás el paraíso esté más lejos ahora, pero igual aprieta el botón sabiendo que no va a pasar nada. Tal vez demostrarse que todavía es capaz de hacer algo por sí mismo, antes de ir a meter la nariz en el plato lleno que le van a servir, como todos los días.
* Alejandro Bentivoglio (Avellaneda, Buenos Aires, 1979) cursó estudios en el Profesorado de Castellano, Literatura y Latin. Ha publicado dos libros de microrrelatos, Revólver y otras historias del lado suave (2006) y Dakota. Memorias de una muñeca inflable (2008). Sus textos han aparecido, entre otros lugares, en El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo (Menoscuarto, Palencia, 2007), de Laura Pollastri. En la actualidad escribe en el blog: memoriasdeldakota.blogspot.com
6 comentarios:
"Banquete" es memorable. Mis felicitaciones al autor.
En los tres narra desde un punto de vista original y sorprendente, con una ironía suave que los hace muy atractivos. Saludos.
Tenía noticia de Alejandro por la antología de Menoscuarto. Le eché el ojo, como suele decirse, después de leer su relato “Primera cita”. Así que no me extraña volver a sentir esa misma sensación de dominio sobre el tema que toca, y que le permite revolverse en el texto buscando armar un argumento explosivo. Comparto la admiración por “banquete” y me demoro muy a gusto en los aromas del tercer relato, que parece armonizar las ideas suicidas con los pequeños placeres domésticos indispensables.
Realmente buenos, muy buenos, sorprendentes y refrescantes, con una mirada original.
Genial esa mamá imperturbable.
Me gustan por su frescura, por lo diferentes.
Un saludo cordial
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