Performance Luisa Valenzuela

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La actriz argentina María Héguiz ha presentado en el Interkulturelles Frauenzentrum S.U.S.I., de la Linienstr., de Berlín, su espectáculo Luisa Valenzuela. Mujeres en tango, en el que canta, desde "Fumando espero" a un tango de Discépolo, baila, se contonea con suma gracia, se dirige al público y cuenta los textos de la escritora argentina, desde algunos de sus microrrelatos más conocidos hasta el cuento de Barba Azul en versión posmoderna. La puesta en escena es muy sencilla: una mesa con un pequeño ordenador para proyectar imágenes, un vasito con unas flores y una pequeña maleta en la que se lee, en el típico fileteado porteño de Martiniano Arce, BIBLIOTECA ORAL CIRCULANTE. EL ÑAQUE ARGENTINO. Entre el atípico público, menos atípico si se trata de Berlín, se encontraba la escritora argentina Esther Andradi, una profesora colombiana de Filosofía, un mascarero (un señor que hace máscaras; Luisa es una enamorada de las máscaras), un escultor argentino, un aleman estudioso del medio ambiente, una escritora y fotógrafa, un profesor latoso, también español, y una seguidora argentina del teatro de Augusto Boal, que acababa de regresar de África, donde había impartido unos cursos de teatro. Como ven un público tan selecto como variopinto.

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María, que tiene un sorprendente parecido físico con Luisa Valenzuela, es fundadora de la `Escuela de lectores y narradores sociales´ y recorre Argentina, y ahora también otras ciudades del mundo, Alemania desde el 2000, con sus espectáculos, en los que se ocupa de algunos de los grandes maestros, como Borges (a quien, en un vídeo, oímos cantar una milonga, subido en un taxi que recorría Buenos Aires) o Astor Piazzola. Así, visita escuelas, hospitales y centros de rehabilitación de drogradictos o jóvenes con delitos de sangre, contando sus historias y animando a la gente para que se atreva a relatar sus propias vivencias. En suma, María Héguiz es una virtuosa del relato oral, de esa Argentina narrada con la que recorre el mundo, ahora como una avanzadilla de la presencia de la cultura argentina en la Feria de Frankfurt.

El espectáculo se acabó con unos textos de Esther Andradi, mientras sonaba la verdulera con aires santefecinos..., que no se asusten, pues sólo se trata de un bandoneón. Después, como si estuviéramos en un karaoke, todos cantamos "Caminito" con un punto de nostalgia... Y así, los que no éramos argentinos tuvimos el honor de poder sentirnos porteños, al menos durante un rato.

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