jueves, 2 de septiembre de 2010

Cementerios de Berlín, 2

.......
El cementerio de la Ciudad de Dorotea
......
En la Chausseestrasse, en lo que fue el centro del antiguo Berlín oriental, se encuentra el que quizá pueda considerarse como el más conocido camposanto de la ciudad, el Dorotheenstädlicher Friedhof, que data de 1763. Al Berlín comprendido entre la Unter den Linden y el Spree se le conocía entonces con el nombre de Ciudad de Dotorea. La Dorotheenstadt era, en aquel tiempo, un barrio acomodado en el que solían vivir los profesores de la Universidad, como los filósofos Hegel y Fichte, primer rector de la Friedrich-Wilhelm Universität (hoy Humboldt), quienes a su muerte fueron enterrados aquí. Sus tumbas se conservan juntas.
........

Lutero

......
Nada más entrar, lo primero que se observa es una pequeña capilla y una llamativa estatua de Lutero. A la derecha, en el denominado rincón de los poetas, se encuentra la tumba del dramaturgo Bertolt Brecht, junto a su segunda esposa, la actriz (interpretó la primera Madre Coraje) y directora teatral Helene Weigel (1900-1971), quien había sido discípula de Max Reinhardt. En este mismo cementerio también están enterrados dos de sus más estrechos colaboradores: el compositor Paul Dessau (1894-1979), a quien le debemos la música de Madre coraje, y la actriz, periodista y directora de teatro danesa Ruth Berlau (1906-1974), amante del escritor. Si continuamos caminando en línea recta, en dirección hacia el fondo, muy cerca nos toparemos con la tumba del hermano de Thomas Mann, el escritor Heinrich Mann (1871-1950), militante comunista, fallecido en 1950 en Santa Mónica, California, y autor de novelas como El profesor Unrat (1905), en la que se inspira la película El ángel azul, de Josef von Stenberg, protagonizada por Marlene Dietrich, y El súbdito (1914).
........

A.D. Shadow

.............
En otros lugares de este cementerio, paseando despacio, sin prisas, podremos encontrar el mausoleo de los grandes arquitectos K.F. Schinkel (1781-1841), autor del Altes Museum y del Konzerthaus, de Berlín; y su aventajado discípulo F. A. Stüler (1800-1865), a quien le debemos el Neues Museum y la Nueva Sinagoga, de Berlín, pero también la Orangerie, de Potsdam, y el Museo Nacional de Bellas Artes, de Estocolmo; así como el del escultor J.G. Schadow (1764-1850), autor de la cuadriga de la Victoria que corona la Puerta de Brandemburgo. Todos ellos tenían derecho a ser enterrados aquí, como miembros de la Akademie der Kunste que eran, cuya sede se emplazaba en la parte delantera de la Staatsbibliothek.
........

K.F. Schinkel

F.A. Stüler

Hans Mayer

La última casa de Brecht
........... Helene Weigel y Bertolt Brecht
.................
Paul Dessau
...........
Günter Gaus
..........
Anna Seghers

Ruth Berlau
..........
Hegel
........... Fichte y su esposa
............ Heinrich Mann
...........
Herbert Marcuse
................
Con un poco de paciencia, tampoco resulta difícil encontrar las tumbas de la escritora Anna Seghers (1900-1983), autora de La séptima cruz (1942); la del filósofo y sociólogo Herbert Marcuse (1898-1979), autor de libros tan influyentes como Eros y civilización (1955), El hombre unidimensional (1964) y Cultura y sociedad (1970); la del crítico literario alemán Hans Mayer (1907-2001), la del periodista Günter Gaus (1929-2004) y la del dramaturgo Heiner Müller (1929-1995), autor de Hamletmachine y Cuarteto. Quizá sea un personaje mucho menos conocido, pero de una gran presencia en la ciudad, Ernst Litfass (1816-1874), a quien se considera el inventor de la Litfassäule, columna cilíndrica utilizada como soporte para pegar anuncios publicitarios, que data, la primera, de 1854.
Aquellos visitantes impacientes, a los que les guste ir al grano, pueden consultar la situación de las tumbas en la entrada, pero entonces la visita pierde todo su interés, pues se trata precisamente de merodear, de perderse entre jardines, tumbas y mausoleos para descubrir, como un hallazgo, a algún personaje que nos interese. A diferencia de lo que solemos hacer los católicos, que sólo acudimos a los cementerios el día de difuntos, y eso los pocos que lo hagan, que tampoco es mi caso, para los alemanes, acostumbran a ser lugares de visita frecuente y paseo, e incluso de lectura, pues no es raro que en ellos haya bancos donde sentarse y se asemejen a cuidados jardines, en los que las tumbas están adornadas y pulidas con el respeto que se les debe a los difuntos, a los seres queridos. En nuestro caso, durante la visita a este cementerio, nos cruzamos con un par de jóvenes parejas que habían hallado en un banco entre los difuntos el lugar ideal para achucharse…
Junto a la parte norte del cementerio y pegado a él, se encuentra la Brecht-Haus, el edificio donde vivió Brecht desde 1953 hasta su muerte en 1956. Desde 1978 se ha convertido en el Archivo de Bertolt Brecht, donde se celebran diversas actividades literarias. En la planta baja hay un restaurante, con jardín, donde se sirven algunos de los platos austríacos que solía cocinar Helene Weigel.
........
P.D. En el libro de Fernando Aramburu, Viaje con Clara por Alemania (Tusquets, 2010), se relata una hilarante visita a este cementerio, en la que Ratón, el protagonista, quizá con demasiado amaretto en el cuerpo, dialoga y acaba resucitando a todos estos ilustres difuntos que, convertidos en gatos, se esparcen por la ciudad...
.......
* Las fotos son de Gemma Pellicer.

5 comentarios:

AROAMD dijo...

Impresionante manta de hiedra la de Hans Mayer.

Jesús Ortega dijo...

Hola, Fernando.

Qué ganas dan de pasearse por ahí, en otoño, poemas de Novalis en mano...

Las fotos de Gemma, preciosas.

Saludos cordiales

Fernando Valls dijo...

Pues, aquí te esperamos, Jesús, para cuando quieras hacernos una visita.

carmeloti dijo...

lA MUERTE Y LA VIDA EN UN MISMO JARDIN, LLENO DE FLORES Y PLAGADO DE PENSADORES, MUSICOS, POETAS Y PENSADORES, QUE DEDICARON SU VIDA HACER MAS BELLA LA DE LOS DEMÁS... Y AHORA DESDE SUS TUMBAS LE RINDEN CULTO A LA ETERNIDAD BUSCADA MEDIANTE Y A TRAVES DEL ARTE...

Antonio Tello dijo...

Qué diferencia entre el trágico paisaje del cementerio católico y el jardín que es el cementerio protestante. Quizás por esto un día, cuando mi madre me llevó a ver la tumba de un tío, al que el niño que yo era quería mucho, decidí no volver nunca más. Ni siquiera he ido a ver la tumba de mi padre. Tampoco iré allí, si obedecen mi voluntad, cuando muera.
Un abrazo, muy buenas las fotos.