Como hoy es mi cumpleaños, voy a darme el capricho de subir al blog la reseña que el escritor José María Merino le ha dedicado a la antología Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual, que acaba de aparecer en la Revista de libros (165, septiembre del 2010). Pero, no os preocupéis, que no volverá a repetirse, puesto que no me gusta reproducir en el blog comentarios sobre libros en los que haya participado. De todas formas, la reseña de Merino me interesa más por lo que tiene de trabajo detenido y minucioso, dados los tiempos que corren, que por los elogios en sí que nos dedica, que también, claro. En fin, a nadie le amarga un dulce, y más el día que cumple años, a una edad en que lo más sensato sería desistir de seguir cumpliéndolos... A ver si consigo evitarlo el próximo año.
...... "De nuevos cuentistas españoles"
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Su atenta y continua dedicación al análisis y difusión de las formas breves de la narrativa –cuento literario y microrrelato– han convertido a Fernando Valls en el principal estudioso del género entre nosotros. Valls, que ya en 1993 compuso una memorable antología del relato español que comprendía el espacio de tiempo desde 1975 hasta aquella fecha –Son cuentos–, y que posteriormente, a lo largo de los años, ha venido publicando nuevas recopilaciones de cuentos y de microrrelatos, dando a conocer las obras de los escritores que han ido apareciendo en el género breve, presenta hoy, en coedición con Gemma Pellicer, una antología en la que recoge «los nuevos nombres del cuento español actual».
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Su atenta y continua dedicación al análisis y difusión de las formas breves de la narrativa –cuento literario y microrrelato– han convertido a Fernando Valls en el principal estudioso del género entre nosotros. Valls, que ya en 1993 compuso una memorable antología del relato español que comprendía el espacio de tiempo desde 1975 hasta aquella fecha –Son cuentos–, y que posteriormente, a lo largo de los años, ha venido publicando nuevas recopilaciones de cuentos y de microrrelatos, dando a conocer las obras de los escritores que han ido apareciendo en el género breve, presenta hoy, en coedición con Gemma Pellicer, una antología en la que recoge «los nuevos nombres del cuento español actual».
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La antología, que además de los cuentos incluye breves biografías de cada autor con su particular poética, viene precedida de un prólogo, «Relatos para un nuevo siglo», donde, además de encuadrar los textos en el presente momento histórico y en el marco social y político del momento, con las transformaciones del mundo editorial, los antólogos repasan otros aspectos. Así, exponen los criterios selectivos, como la pretensión de abarcar un espacio en el que quepan los treinta y cinco autores seleccionados, nacidos entre 1960 y 1984 (nueve mujeres y el resto hombres); no excluir a quienes, siendo de origen hispanoamericano, como Andrés Neuman, desarrollan su obra en España, desde una idea de ámbito lingüístico común; y presentar, más que un panorama exhaustivo, un «estado de la cuestión» del cuento que está escribiéndose en España en estos momentos, «un conjunto de voces distintas capaces de componer una cierta armonía de época». Por otra parte, los autores han huido con perspicacia «tanto de planteamientos apocalípticos como adánicos».
.........La antología, que además de los cuentos incluye breves biografías de cada autor con su particular poética, viene precedida de un prólogo, «Relatos para un nuevo siglo», donde, además de encuadrar los textos en el presente momento histórico y en el marco social y político del momento, con las transformaciones del mundo editorial, los antólogos repasan otros aspectos. Así, exponen los criterios selectivos, como la pretensión de abarcar un espacio en el que quepan los treinta y cinco autores seleccionados, nacidos entre 1960 y 1984 (nueve mujeres y el resto hombres); no excluir a quienes, siendo de origen hispanoamericano, como Andrés Neuman, desarrollan su obra en España, desde una idea de ámbito lingüístico común; y presentar, más que un panorama exhaustivo, un «estado de la cuestión» del cuento que está escribiéndose en España en estos momentos, «un conjunto de voces distintas capaces de componer una cierta armonía de época». Por otra parte, los autores han huido con perspicacia «tanto de planteamientos apocalípticos como adánicos».
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Aunque a los nombres seleccionados podrían añadirse otros también relevantes, hay que aceptar que las características mismas de una obra de este tipo obliga a sus editores a inevitables restricciones, y señalar que la selección realizada es sin duda respetable y significativa, y que ofrece una muestra interesante del momento presente del género.
Aunque a los nombres seleccionados podrían añadirse otros también relevantes, hay que aceptar que las características mismas de una obra de este tipo obliga a sus editores a inevitables restricciones, y señalar que la selección realizada es sin duda respetable y significativa, y que ofrece una muestra interesante del momento presente del género.
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Lo primero que puede decirse de la antología es que, en general, los cuentos tienen un nivel de escritura más que aceptable. A la vista del conjunto, no cabe duda de que el género, tanto desde el punto de vista de su concepción como de su ejecución, presenta hoy en España un nivel estimable. En el mismo prólogo, Valls y Pellicer señalan, con razón, que estos escritores «se valen de una lengua literaria que, en diversos grados, puede resultar funcional o estéticamente elaborada, según convenga a sus historias, al tiempo que apuestan casi siempre por la adecuación del lenguaje y, sobre todo, por la concisión expresiva».
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En la recopilación predomina el cuento realista: veinticuatro de los treinta y cinco cuentos se adscribirían a esta modalidad. Dentro del realismo preponderante, pueden distinguirse dos perspectivas principales: los cuentos que podríamos denominar «de referente reconocible», cercano en cuanto a escenarios y personajes, y otros que ofrecen como espacio dramático y protagonistas un referente exótico, e incluso un «no lugar», de difícil concreción en un marco determinado. Hay también otros cuentos que, adscritos al ámbito realista, tienen peculiares matices de extrañeza o experimentación y, por último, algunos testimonios del cuento fantástico.
En la recopilación predomina el cuento realista: veinticuatro de los treinta y cinco cuentos se adscribirían a esta modalidad. Dentro del realismo preponderante, pueden distinguirse dos perspectivas principales: los cuentos que podríamos denominar «de referente reconocible», cercano en cuanto a escenarios y personajes, y otros que ofrecen como espacio dramático y protagonistas un referente exótico, e incluso un «no lugar», de difícil concreción en un marco determinado. Hay también otros cuentos que, adscritos al ámbito realista, tienen peculiares matices de extrañeza o experimentación y, por último, algunos testimonios del cuento fantástico.
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Pertenecen al espacio de lo reconocible el cuento de Carlos Castán –una historia de amor, delirio y muerte–, el de Berta Vías –una evocación familiar teñida de cierto secreto–, el de Cristina Grande –una crisis de pareja basada en una causa de apariencia insignificante–, el de Manuel Moyano –el proceso de incomunicación de otra pareja–, el de Pablo Andrés Escapa –la evocación poética de la despedida de un maestro–, el de Pepe Cervera –otro cuento de soledad y desapego amoroso–, el de Ernesto Calabuig –centrado en cierto desasosiego sentimental–, el de Jesús Ortega –un período de fracaso de una familia y de sus miembros–, el de Julián Rodríguez –sobre la melancolía de los recuerdos, al hilo de un poema de Ramón Gaya–, el de Berta Marsé –un cuento también de fracaso, donde se hace resaltar el marco social–, el de Miguel Ángel Muñoz –otra evocación del pasado, con la tragedia de vivir–, el de Cristina Cerrada –de nuevo los problemas de la comunicación sentimental–, el de Ricardo Menéndez Salmón –cuyo tema sería el dolor oculto en lo cotidiano– y el de Irene Jiménez –que también tiene como elemento central el desapego sentimental y la soledad–. En este mismo espacio, que denomino de «lo reconocible» –pues los escenarios y los personajes no resultan extraños a la realidad española contemporánea–, se inscribirían también otros cuentos, aunque en este caso marcados por la pura crónica de los sucesos, que se detienen principalmente en el simple pasar de la vida. Estos serían el de Daniel Gascón –centrado en las últimas peripecias hospitalarias de un abuelo–, el de Ismael Grasa –la descripción de un desplazamiento y ciertas incidencias que lo señalan– y el de Esther García Llovet –los mínimos sucesos en un restaurante tras una boda, con personajes anodinos–.
......Pertenecen al espacio de lo reconocible el cuento de Carlos Castán –una historia de amor, delirio y muerte–, el de Berta Vías –una evocación familiar teñida de cierto secreto–, el de Cristina Grande –una crisis de pareja basada en una causa de apariencia insignificante–, el de Manuel Moyano –el proceso de incomunicación de otra pareja–, el de Pablo Andrés Escapa –la evocación poética de la despedida de un maestro–, el de Pepe Cervera –otro cuento de soledad y desapego amoroso–, el de Ernesto Calabuig –centrado en cierto desasosiego sentimental–, el de Jesús Ortega –un período de fracaso de una familia y de sus miembros–, el de Julián Rodríguez –sobre la melancolía de los recuerdos, al hilo de un poema de Ramón Gaya–, el de Berta Marsé –un cuento también de fracaso, donde se hace resaltar el marco social–, el de Miguel Ángel Muñoz –otra evocación del pasado, con la tragedia de vivir–, el de Cristina Cerrada –de nuevo los problemas de la comunicación sentimental–, el de Ricardo Menéndez Salmón –cuyo tema sería el dolor oculto en lo cotidiano– y el de Irene Jiménez –que también tiene como elemento central el desapego sentimental y la soledad–. En este mismo espacio, que denomino de «lo reconocible» –pues los escenarios y los personajes no resultan extraños a la realidad española contemporánea–, se inscribirían también otros cuentos, aunque en este caso marcados por la pura crónica de los sucesos, que se detienen principalmente en el simple pasar de la vida. Estos serían el de Daniel Gascón –centrado en las últimas peripecias hospitalarias de un abuelo–, el de Ismael Grasa –la descripción de un desplazamiento y ciertas incidencias que lo señalan– y el de Esther García Llovet –los mínimos sucesos en un restaurante tras una boda, con personajes anodinos–.
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También en la perspectiva del realismo hay otros cuentos en los que llama sobre todo la atención del lector es lo que pudiéramos denominar, con neologismo proveniente del mundo industrial, la «deslocalización» de los relatos, la falta de referente conocido o familiar, pues en bastantes casos apenas parecen tener nada que ver ni con España ni con sus gentes. No se trata del exotismo habitual, por ejemplo, en los cuentos de Somerset Maugham que, localizados en espacios lejanos, conservan no obstante personajes anglosajones, cercanos al autor, como protagonistas de la trama desarrollada. En el caso de la antología de Valls-Pellicer, Fernando Clemot presenta una historia de evocaciones desde la mala conciencia en una comarca italiana y mediante personajes exclusivamente italianos; Pilar Adón nos ofrece un lugar indeterminado donde los personajes, convocados por un anfitrión que no aparece, resultan curiosos náufragos de una especie de isla misteriosa; Óscar Esquivias nos habla del miedo a vivir, también en un escenario italiano y con personajes exclusivamente italianos; Jon Bilbao, para describir la crueldad de un ajuste de cuentas, nos presenta a un conjunto de jóvenes en una excursión por ciertos parajes norteamericanos –como el Yosemite Valley– sin que haya una presencia española determinada; Miguel Serrano nos cuenta cómo el dolor impide la comunicación en la evocación de ciertas fiestas comunales en algún «no lugar», donde hasta los personajes han perdido sus nombres; por último, Elvira Navarro elige también un lugar indeterminado para hablarnos de la soledad y de la difícil comunicación.
También en la perspectiva del realismo hay otros cuentos en los que llama sobre todo la atención del lector es lo que pudiéramos denominar, con neologismo proveniente del mundo industrial, la «deslocalización» de los relatos, la falta de referente conocido o familiar, pues en bastantes casos apenas parecen tener nada que ver ni con España ni con sus gentes. No se trata del exotismo habitual, por ejemplo, en los cuentos de Somerset Maugham que, localizados en espacios lejanos, conservan no obstante personajes anglosajones, cercanos al autor, como protagonistas de la trama desarrollada. En el caso de la antología de Valls-Pellicer, Fernando Clemot presenta una historia de evocaciones desde la mala conciencia en una comarca italiana y mediante personajes exclusivamente italianos; Pilar Adón nos ofrece un lugar indeterminado donde los personajes, convocados por un anfitrión que no aparece, resultan curiosos náufragos de una especie de isla misteriosa; Óscar Esquivias nos habla del miedo a vivir, también en un escenario italiano y con personajes exclusivamente italianos; Jon Bilbao, para describir la crueldad de un ajuste de cuentas, nos presenta a un conjunto de jóvenes en una excursión por ciertos parajes norteamericanos –como el Yosemite Valley– sin que haya una presencia española determinada; Miguel Serrano nos cuenta cómo el dolor impide la comunicación en la evocación de ciertas fiestas comunales en algún «no lugar», donde hasta los personajes han perdido sus nombres; por último, Elvira Navarro elige también un lugar indeterminado para hablarnos de la soledad y de la difícil comunicación.
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Esa tendencia «deslocalizadora», que ya se apuntaba en la recopilación Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español, preparada por Andrés Neuman (Madrid, Páginas de Espuma, 2002) y que no tiene la coartada del subgénero –terror, fantasía, etc.–, indica una peculiar característica de bastantes de nuestros más jóvenes cuentistas contemporáneos. Para comparar esta realidad con la norteamericana, por ejemplo, he repasado el libro Habrá una vez. Antología del cuento joven norteamericano, que seleccionó Juan Fernando Merino (Madrid, Alfaguara, 2002) y que reúne a veinticinco autores de aquella nacionalidad nacidos alrededor de los años sesenta, y tal afán «deslocalizador» no se advierte en ellos, ya que todos los cuentos, incluso los de algunos escritos por autores hijos de la emigración china, por ejemplo, ofrecen personajes y espacios claramente identificables con los de su entorno, los Estados Unidos de hoy. Creo que en ese propósito, manifestado por bastantes de nuestros nuevos narradores, de no encuadrar su obra en el espacio lingüístico e histórico en el que se crea, no hay a mi juicio solamente una tendencia «metaliteraria», sino que es resultado de una desidentificación de pretensiones cosmopolitas, en la que merecería la pena profundizar.
......Esa tendencia «deslocalizadora», que ya se apuntaba en la recopilación Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español, preparada por Andrés Neuman (Madrid, Páginas de Espuma, 2002) y que no tiene la coartada del subgénero –terror, fantasía, etc.–, indica una peculiar característica de bastantes de nuestros más jóvenes cuentistas contemporáneos. Para comparar esta realidad con la norteamericana, por ejemplo, he repasado el libro Habrá una vez. Antología del cuento joven norteamericano, que seleccionó Juan Fernando Merino (Madrid, Alfaguara, 2002) y que reúne a veinticinco autores de aquella nacionalidad nacidos alrededor de los años sesenta, y tal afán «deslocalizador» no se advierte en ellos, ya que todos los cuentos, incluso los de algunos escritos por autores hijos de la emigración china, por ejemplo, ofrecen personajes y espacios claramente identificables con los de su entorno, los Estados Unidos de hoy. Creo que en ese propósito, manifestado por bastantes de nuestros nuevos narradores, de no encuadrar su obra en el espacio lingüístico e histórico en el que se crea, no hay a mi juicio solamente una tendencia «metaliteraria», sino que es resultado de una desidentificación de pretensiones cosmopolitas, en la que merecería la pena profundizar.
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En todo caso, en casi todos estos cuentos de corte realista, tengan o no un referente reconocible y familiar para el lector español, la evocación más o menos melancólica, la soledad, el fracaso, la difícil comunicación, la mala conciencia, el infierno en los otros, eso que he llamado el dolor oculto y la tragedia y el miedo de vivir, o lo anodino de la existencia diaria, constituyen los temas centrales. Es raro encontrar humor, aunque no falta el sarcasmo.
En todo caso, en casi todos estos cuentos de corte realista, tengan o no un referente reconocible y familiar para el lector español, la evocación más o menos melancólica, la soledad, el fracaso, la difícil comunicación, la mala conciencia, el infierno en los otros, eso que he llamado el dolor oculto y la tragedia y el miedo de vivir, o lo anodino de la existencia diaria, constituyen los temas centrales. Es raro encontrar humor, aunque no falta el sarcasmo.
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Dentro también del campo realista, aunque con peculiares matices, se encontrarían al menos otros siete cuentos: el de Andrés Neuman –un ajuste de cuentas en una atmósfera que puede calificarse como expresionista–, el de Juan Carlos Márquez –una pesquisa policial que tiene mucho de kafkiana–, el de Lara Moreno –la extraña vigilancia de un lugar peligroso que la autora evita describirnos con claridad–, el de Ángel Zapata –un diálogo en una estepa de aire surrealista, que podría adscribirse al teatro del absurdo–, el de Javier Sáez de Ibarra –también de localización italiana, y cargado de un simbolismo poético metaliterario–, el de Matías Candeira –oscuro y beckettiano– y el de Hipólito Navarro –un cuento inclasificable, experimental, basado en una evocación y resuelto formalmente mediante más de cuatrocientas oraciones interrogativas sucesivas–. También en estos cuentos de corte expresionista y metaliterario subyace el tema de la evocación obsesiva, de la incomunicación y de la soledad, aunque hay más humor que en los cuentos estrictamente realistas.
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.........Dentro también del campo realista, aunque con peculiares matices, se encontrarían al menos otros siete cuentos: el de Andrés Neuman –un ajuste de cuentas en una atmósfera que puede calificarse como expresionista–, el de Juan Carlos Márquez –una pesquisa policial que tiene mucho de kafkiana–, el de Lara Moreno –la extraña vigilancia de un lugar peligroso que la autora evita describirnos con claridad–, el de Ángel Zapata –un diálogo en una estepa de aire surrealista, que podría adscribirse al teatro del absurdo–, el de Javier Sáez de Ibarra –también de localización italiana, y cargado de un simbolismo poético metaliterario–, el de Matías Candeira –oscuro y beckettiano– y el de Hipólito Navarro –un cuento inclasificable, experimental, basado en una evocación y resuelto formalmente mediante más de cuatrocientas oraciones interrogativas sucesivas–. También en estos cuentos de corte expresionista y metaliterario subyace el tema de la evocación obsesiva, de la incomunicación y de la soledad, aunque hay más humor que en los cuentos estrictamente realistas.
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El mundo de lo fantástico es minoritario en la recopilación. El cuento de Ignacio Ferrando, que desarrolla el tema del doble, se adscribiría claramente a este campo. También el de Patricia Esteban Erlés, que resuelve en la pirueta de una súbita y extraña metamorfosis una peripecia de corte realista. El cuento de Juan Jacinto Muñoz Rengel pertenecería a esa corriente que se denomina steampunk, una especie de fantasía científica ambientada en la época de las máquinas de vapor. El cuento de Víctor García Antón, al hilo de una metamorfosis, está en la frontera de lo onírico y lo delirante, y el de Ángel Olgoso, que transcurre también en el pasado, nos presenta la historia extraña de un macrocéfalo y de un coleccionista de deformaciones. En cualquier caso, lo fantástico parece marginal dentro de las preocupaciones de nuestros más recientes escritores de cuentos.
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Un aspecto también interesante de la obra es el de la teoría que los narradores presentan. Los prologuistas dedican a este asunto una parte de la introducción, que titulan «El malestar de la teoría», señalando que las reflexiones de los autores, «obtenidas en algunos casos a punta de pistola, adoptan formulaciones diversas», y ciertamente es así, pues unas son más extensas que otras, algunas se proponen como repertorio de aforismos o a modo de curioso recetario, y en casi todas se advierte cierta incomodidad, o expresa desconfianza, ante el compromiso de teorizar. En cualquier caso, buena parte de los autores declaran su deseo de conmover al lector, de perturbarlo.
Un aspecto también interesante de la obra es el de la teoría que los narradores presentan. Los prologuistas dedican a este asunto una parte de la introducción, que titulan «El malestar de la teoría», señalando que las reflexiones de los autores, «obtenidas en algunos casos a punta de pistola, adoptan formulaciones diversas», y ciertamente es así, pues unas son más extensas que otras, algunas se proponen como repertorio de aforismos o a modo de curioso recetario, y en casi todas se advierte cierta incomodidad, o expresa desconfianza, ante el compromiso de teorizar. En cualquier caso, buena parte de los autores declaran su deseo de conmover al lector, de perturbarlo.
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Otra cosa son las influencias más o menos reconocidas. De manera nada científica, voy a intentar presentar una muestra de los autores a los que bastantes de estos escritores españoles de cuentos de las últimas promociones citan como autoridad en la materia. Repito que mi formulación no es rigurosa, pues no todos los autores hablan de escritores, ni quienes lo hacen los valoran ni los incorporan a su poética de la misma forma. No obstante, como puro apunte de lector curioso, puede ser revelador de ciertas actitudes estéticas y vitales.
Otra cosa son las influencias más o menos reconocidas. De manera nada científica, voy a intentar presentar una muestra de los autores a los que bastantes de estos escritores españoles de cuentos de las últimas promociones citan como autoridad en la materia. Repito que mi formulación no es rigurosa, pues no todos los autores hablan de escritores, ni quienes lo hacen los valoran ni los incorporan a su poética de la misma forma. No obstante, como puro apunte de lector curioso, puede ser revelador de ciertas actitudes estéticas y vitales.
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Para empezar, solamente quince de los autores recopilados hablan de otros escritores en sus poéticas, y hay quien cita solamente uno, y quien cita veintisiete. El escritor más citado es Chéjov –por seis autores– seguido de Carver –por cuatro autores– y de Kafka y Cheever –por tres autores cada uno–. Dos menciones merecen Borges, Isak Dinesen, Alice Munro y Agota Kristof. Muchos más autores tienen una mención y, aunque predominan ampliamente los extranjeros, hay entre ellos algunos españoles: Ignacio Martínez de Pisón, José Antonio Labordeta, Pere Calders, Cristina Fernández Cubas, Álvaro Cunqueiro, Ignacio Aldecoa, Fernando Quiñones, Antonio Pereira, Francisco Umbral, Pío Baroja, Valle-Inclán –indirectamente, a través de Max Estrella–, Max Aub, Enrique Vila-Matas, Juan Marsé y Andrés Neuman.
......Para empezar, solamente quince de los autores recopilados hablan de otros escritores en sus poéticas, y hay quien cita solamente uno, y quien cita veintisiete. El escritor más citado es Chéjov –por seis autores– seguido de Carver –por cuatro autores– y de Kafka y Cheever –por tres autores cada uno–. Dos menciones merecen Borges, Isak Dinesen, Alice Munro y Agota Kristof. Muchos más autores tienen una mención y, aunque predominan ampliamente los extranjeros, hay entre ellos algunos españoles: Ignacio Martínez de Pisón, José Antonio Labordeta, Pere Calders, Cristina Fernández Cubas, Álvaro Cunqueiro, Ignacio Aldecoa, Fernando Quiñones, Antonio Pereira, Francisco Umbral, Pío Baroja, Valle-Inclán –indirectamente, a través de Max Estrella–, Max Aub, Enrique Vila-Matas, Juan Marsé y Andrés Neuman.
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Que los cuentistas españoles citen entre sus referencias magistrales a Chéjov y a Kafka no tiene nada de raro, porque ambos autores han impregnado, con sus respectivas estéticas, buena parte de la narrativa occidental. Lo que puede sorprender un poco más es la recurrencia en la cita de Raymond Carver y de John Cheever, cuyo realismo –de calidad indiscutible– tiene como antecedente a Chéjov –a través de Hemingway, por ejemplo– del mismo modo que la generación española de los cincuenta tuvo como antecedente a Chéjov a través de Baroja. La voluntaria «deslocalización», en cuanto a los escenarios familiares, que aparece entre algunos de nuestros jóvenes cuentistas, parece convertirse en «desidentificación» cuando tratan de sus maestros, como si en España no llevásemos escribiendo cuentos siete siglos, por lo menos. En el prólogo, Valls y Pellicer recuerdan que, aunque no sea el caso de los autores recogidos en su antología, «el mimetismo complaciente, acrítico, ha sido uno de los mayores males que vienen padeciendo nuestras letras desde el siglo XVII».
Que los cuentistas españoles citen entre sus referencias magistrales a Chéjov y a Kafka no tiene nada de raro, porque ambos autores han impregnado, con sus respectivas estéticas, buena parte de la narrativa occidental. Lo que puede sorprender un poco más es la recurrencia en la cita de Raymond Carver y de John Cheever, cuyo realismo –de calidad indiscutible– tiene como antecedente a Chéjov –a través de Hemingway, por ejemplo– del mismo modo que la generación española de los cincuenta tuvo como antecedente a Chéjov a través de Baroja. La voluntaria «deslocalización», en cuanto a los escenarios familiares, que aparece entre algunos de nuestros jóvenes cuentistas, parece convertirse en «desidentificación» cuando tratan de sus maestros, como si en España no llevásemos escribiendo cuentos siete siglos, por lo menos. En el prólogo, Valls y Pellicer recuerdan que, aunque no sea el caso de los autores recogidos en su antología, «el mimetismo complaciente, acrítico, ha sido uno de los mayores males que vienen padeciendo nuestras letras desde el siglo XVII».
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Sin embargo, acaso en el mundo globalizado en que vivimos parece que ya no existan tradiciones nacionales, sobre todo en un campo como el de la literatura, y muy en especial en España, donde, como he señalado en otras ocasiones, la terrible crisis de la Guerra Civil y el posterior fulgor de varias luminarias latinoamericanas desorientó bastante a los escritores de cuentos con respecto a su posible tradición. Lo importante es que el género se encuentra en un buen momento. Ya la generación de los cincuenta –Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite...– mostró el vigor y la capacidad mítica del cuento en España. A partir de la democracia puede afirmarse que el género ha ido afirmándose sobre bases cada vez más sólidas. Esta antología de Valls y Pellicer es un ejemplo de la buena salud que manifiesta el género entre las últimas promociones de cuentistas.
Sin embargo, acaso en el mundo globalizado en que vivimos parece que ya no existan tradiciones nacionales, sobre todo en un campo como el de la literatura, y muy en especial en España, donde, como he señalado en otras ocasiones, la terrible crisis de la Guerra Civil y el posterior fulgor de varias luminarias latinoamericanas desorientó bastante a los escritores de cuentos con respecto a su posible tradición. Lo importante es que el género se encuentra en un buen momento. Ya la generación de los cincuenta –Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite...– mostró el vigor y la capacidad mítica del cuento en España. A partir de la democracia puede afirmarse que el género ha ido afirmándose sobre bases cada vez más sólidas. Esta antología de Valls y Pellicer es un ejemplo de la buena salud que manifiesta el género entre las últimas promociones de cuentistas.
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* En las fotos, de arriba abajo, aparecen Ricardo Menéndez Salmón, Irene Jiménez, Matías Candeira, Berta Vias, Ángel Zapata, Lara Moreno y Juan Carlos Márquez.
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* En las fotos, de arriba abajo, aparecen Ricardo Menéndez Salmón, Irene Jiménez, Matías Candeira, Berta Vias, Ángel Zapata, Lara Moreno y Juan Carlos Márquez.
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** El escritor mexicano Rogelio Guedea le ha dedicado también una reseña a la antología, titulada "Narradores españoles hoy y mañana", en el diario La Jornada Semanal, de México.
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33 comentarios:
Por una torpeza mía se han borrado los veintitantos comentarios que había. Os ruego que me disculpéis y aprovecho para daros las gracias a todos por vuestra amabilidad y para felicitar a Jordi por su cumpleaños.
Felicidades Fernando. Es un buen regalo sin duda, había leído la reseña hará un par de horas.
Como decía Víctor, se le nota a Merino una pequeña decepción por la escasez de referentes hispanos en las influencias admitidas, y quizá, de forma muy elegante y disimulada, la inferioridad del fantástico frente al realismo.
Por último me llama la atención el detalle con el que va desgranando lo que uno se encontrará en las páginas de Siglo XXI. Casi, casi, un prólogo en toda regla.
Un abrazo.
Fabulosa e interesantísima reseña, no tiene desperdicio.
¡Y por supuesto, felicidades Fernando!
Un saludo indio
Feliz cumpleaños, Fernando. Ojalá el año que viene tus esfuerzos por dejar de cumplirlos vuelvan a ser infructuosos.
Coincido con Jesús en calificar el análisis de Merino como un prólogo en toda regla.
Me detengo para felicitarte, Fernando.
Realmente el análisis es tan minucioso que es para estar orgulloso, por toda la información que aporta sobre la antología y la atenta disección de los relatos.
Pero no lo pondría de prólogo... casi nos cuenta el final ;-)
Felicidades, qué bueno cumplir años.
Beatriz
Felicísimos años señor Valls ;)))
Auroras en sus días e Inuits
Felicidades Fernando, y gracias por la reseña, que no conocía.
Muchas felicidades, Fernando.
Excelente reseña.
Abrazos,
Lilian.
Feliz Cumpleaños, Fernando, y felicidades a los dos por ese regalo que os hace Merino. Lo he leído entero y me alegra ver que sigue habiendo críticas que nacen de la lectura detenida y completa de un libro, y no de cuatro ideas pergeñadas al vuelo de las páginas. Un abrazo.
¡Un gran regalo! Un texto apasionante. Merino es uno de los grandes. También lo consideraré un regalo para mi, que cumplí años el pasado Sábado.
Querido Fernando: Feliz cumpleaños, que pases un hermoso día. Fuerte abrazo desde Buenos Aires.
Felicidades, Fernando, a ti y a Gemma por el trabajo. Como ya dije por ahí (Facebook es ágil), no es poca cosa comprobar que el articulista se ha leído completo el libro, cada relato, cada poética y el prólogo. Parece mentira que tengamos que congraciarnos por esto, pero vistos los vicios de la crítica solapista, ya sabes que hay motivos. Otra cosa es el punto de vista del gran Merino, que en algunos casos (supongo que es lógico) ve como mermas lo que no son sino otros modos de que un cuentista encuentre e invente sus propias referencias.
Y, claro, FELIZ cumpleaños, Fernando.
¡¡¡Ostras de repente el capitán cumpleaños y uno con el remo en la mano, como siempre!!!
Hola Fernando:
me parece muy bien, me parece excelente que el día de tu cumpleaños te hayas/nos hayas regalado esta reseña de Merino.
después del navajeo impresentable de los babélicos (o bobélicos, según se mire) la semana pasada, hoy cabía esta reseña realizada por alguien que ha sido cocinero antes que fraile y que-sabe-de-lo-que-habla.
Fernando, un gran abrazo y per molts anys...LaNave va, mejor que nunca.
salut,
hugo
Fernando, sólo por ser tu cumpleaños vaya un abrazo triple: Por tu ayer, por el hoy y por el mañana.
Sonó a tarot pero es pura coincidencia.
Felicidades.
Sergio Astorga
Felicidades, Fernando, por ese año nuevo. La reseña de Merino la había leído ya en facebook y creo que hace justicia a la antología, sobre todo tras la falta de rigor y profesionalidad con que fue despachada en Babelia.
En primer lugar, felicidades Fernando. Dicho esto, acabo de leer la reseña de Merino (¡qué buen regalo!) y me parecen muy interesantes algunos de los aspectos que cita, como lo de la deslocalización de ambientes o lo anecdótico del elemento fantástico. Capítulo aparte necesita lo de las "pocas" influencias españolas, siendo Merino uno de los grandes del cuento.
Un abrazo y disfruta del día.
Feliz cumpleaños y un fuerte abrazo,
Diego
Una reseña seria, justa y que demuestra una lectura atenta; es lo mínimo que se merece el esfuerzo de una antología como Siglo XXI. Que además proceda de una autoridad en la materia prueba que todavía "hay clases" en el mundo literario.
Decía Cela que ante la dureza de cumplir años, la alternativa era peor. ¡Felicidades y... a tope!
Susana Camps
Que cumplas muchos más, Fernando.
Felicitarte y agradecerte también haber podido leer esta estupenda reseña que complementa este estupendo e imprescindible libro.
Saludos
Feliz cumpleaños, Fernando.
FELICIDADES FERNANDO....!!! Y muy merecido el comentario de J.M. Merino a tu trabajo, bravo!
Un análisis exhaustivo y preciso que denota una amplio y extenso conocimiento. Felicidades por tu aniversario.
Felicidades dobles por el cumple y por la reseña
¡No dejes de cumplir años hombre que es una costumbre muy sana!
Rosana A.
Mi querido Fernando, me dispongo a brindar con cava por tu feliz cumple.
chin, chin y un fuerte abrazo desde Sevilla.
Juan
Como habéis visto, he logrado rescatar uno a uno vuestros comentarios, y es que con ayuda de un vecino mató mi padre un cochinoí...
Feliz cumpleaños, Fernando.
Acabo de leer los dos libros, el reseñado y los cuentos completos de J. M. Merino, y ha sido un buen regalo para mi cumpleaños, también de verano.
Un beso
Pilar Galán
Feliz cumpleaños, Fernando.
Los que te seguimos sabemos lo poco que te gusta hablar de ti, pero una ocasión como la de la reseña de Merino lo merece.
Y que sigas cumpliendo.
Feliz cumpleaños, Fernando.
Pues muchas felicidades, Fernando.
Y que cumplas muchos más para alegría de tus amigos.
Abrazos.
Elías
Me sumo a los parabienes, Fernando. Felicidades y a seguir cumpliendo con buenos proyectos encima de la mesa. Un saludo afectuoso.
Felicidades, Fernando: por el cumpleaños, por la reseña de Merino y, como siempre, por tu blog.
Una fabulosa reseña la de Merino, personal y no basada en las opiniones ajenas de unos cuantos, sino en el análisis propio y exhaustivo de la antología, incluso con rigor clasificatorio. Yo no he leído la antología entera todavía y tampoco a todos los autores fuera de ella, pero por la parte que conozco me ha parecido muy certero en todas sus apreciaciones, expresadas con claridad y elegancia. Enhorabuena por la parte que os toca, y también por el cumple.
P.D.: Un buen auto regalo, has hecho bien. Yo también practico ese deporte desde hace tiempo, y me lo suelo acertar.
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