Las editoriales Alba y Akal han obtenido el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, sin dotación económica, correspondiente al año 2010.
Hay tres hechos que me vinculan a Alba. Primero, dos colecciones extraordinarias que he seguido con devoción: la llamada Alba Clásica, al cuidado del excelente narrador Luis Magrinyà, a quien Javier Cercas ha considerado el más friki de los autores españoles actuales, y en donde han parecido muchos de los grandes títulos de la literatura narativa del XVIII, XIX y XX (Goethe, Tolstoy, Turgueniev, Jane Austen, Gustave Flaubert, Chejov, Edith Wharton, Henry James, Thomas Mann...), siempre bien traducidos y en hermosas ediciones; y la coleción de Artes escénicas, con volúmenes imprescindibles de Stanislavski, Brecht, Grotowski, Kantor, August Boal o Peter Brook. Y, por último, porque en Alba edité los extraordinarios Articuentos de Juan José Millás. En suma, Alba es sinónimo de buenos libros y bien editados, libros de esos que se conservan toda la vida para poder volver a ellos una y otra vez. Textos que, además, deberían estar en todas las bibliotecas del país.
Alba fue fundada en 1993 y pasará a la historia de la edición española de estos años como los grandes impulsores de la renovación de los clásicos universales, logrando hacerlos atractivos para los lectores que disfrutan con la ficción.
Akal, por su parte, se fundó en 1973 como una editorial viunculada al Partido Comunista. Tras una etapa desastrosa, en la que dejó de pagar a sus calaboradores, parece haber levantado el vuelo, tras cambiar de dueño. En su catálogo aparecen libros de Walter Benjamin, la monumental Historia de la destrucción de los judíos europeos, de Raul Hilberg, y ensayistas actuales como Slavoj Zizek y Fredric Jameson. Siempre que me hallo en Berlín, suelo consultar con frecuencia, tras algunos paseos por la ciudad, el libro que Werner Szambien le dedicó al gran arquitecto Schinkel, publicado por Akal en el 2000.
4 comentarios:
A mí me alegran mucho esos premios bien merecidos. Me siento humildemente orgullosa de estar en ese catálogo con mi libro balcánico y considero amigos a Luis Magrinyà y a Paulina Fariza. Y hay un libro de Akal que me entusiasma y es poco conocido, "Sueños" de Theodor W. Adorno. Están narrados descriptivamente, sin moralinas ni justificaciones y reflejan por una parte el terror de su tiempo y de la persecución judía, por otro sus obsesiones personales y sobre todo asombra cómo su nivelazo intelectual se muestra en sus sueños más conceptuales. Es un libro extraño y siempre me vuelve.
Pues acabo de leer vuestros amables comentarios, Isabel y Fernando (tal como escribía vuestros nombres, los dedos en el teclado casi se van solos a las mayúsculas). También admiro el catálogo de Akal, estupendo compartir el premio con la editorial. Por otra parte, me encanta que sigáis el catálogo con tanto gusto. Contando con vuestro apoyo, da una alegría enorme editar. Un abrazo enorme
Estimado amigo,
Llevo un tiempo siguiendo tu blog con interés y ha sido hoy cuando me he encontrado con esta entrada antigua que habla de Akal, editorial que conozco francamente bien.
Espero que no te importune que te indique que tus datos (los pocos que das) son erróneos y equivocados. En primer lugar, Akal nunca ha cambiado de dueño en sus casi 40 años de historia, todo lo más han cambiado sus editores. Ni su dueño, ni su política editorial, ni su defensa del fondo y catálogo contratado (varios miles de títulos) han cambiado. En segundo lugar, no sé cuál fue la etapa desastrosa en la que Akal dejó de pagar a sus colaboradores (¿????); es una aseveración muy seria que no se puede publicar gratuitamente así como así. Si lo has puesto supongo que es porque tienes datos confirmados de esto, ¿no?
Por último, ¿“vinculada al Partido Comunista”? ¿Por qué? ¿Por publicar libros del PC en una época en la que nadie lo hacía? Esta sí es una afirmación graciosa (y tendenciosa, si se me permite).
Hay que tener un poco de cuidado con lo que se escribe.
Tomás, durante los primeros años de la editorial, en la década de los setenta, fui lector frecuente de los libros de Akal. Varios amigos editaron allí libros e hicieron traducciones que, según comentaban, nunca cobraron. Varios de ellos eran militantes del PC o compañeros de viaje, y hablaban siempre de la vinculación de la editorial con el partido, lo que no quiere decir que fuera del partido.
Esos libros que yo seguí, de Juan Carlos Rodríguez o France Vernier, por no hacer la lista interminable, tenían mucho interés. Después, según tenía entendido el fundador de la editorial, Ramón Akal, la vendió. El caso es que tras unos años de modesto pasar la editorial renació con una nueva y apreciable línea editorial. Y en ese sentido iba mi entrada, alegrándome de que se hubiera superado aquella etapa de informalidad con los colaborados.
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