domingo, 15 de agosto de 2010

Concierto barroco

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El Radialsystem es un local de Berlín, al que ya me he referido aquí, situado en el este de la capital, destinado a conciertos y baile (tango incluido, ya saben), donde también se puede cenar y tomarse una copa junto al canal. Hace unas semanas estuve allí, eschuchando un excelente concierto de música barroca, de Mercedes Ruiz (chelo) y Sabine Erdmann (cémbalo), quienes tocaron piezas de Geminiani, Scarlatti, Telemann y Boccherini. Ésta es la parte seria de la entrada.
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La parte jocosa, en cambio, es que el concierto, celebrado en el último piso del edificio, había que seguirlo tumbado en el suelo, sobre una esterilla y con el alivio de una pequeña almohadilla para reposar la cabeza. Las cuatro sillas que habían dejado en el espacio fueron ocupadas inmediatamente, mientras que otros nos apoyamos contra la pared. Pero la mayoría de los asistentes que llenaron la sala, siguió el concierto tumbado en el suelo, como estaba previsto. El público era variopinto y lo formaban jovenes, gentes de edad media, con moderada pinta de modernos, sin que faltaran los señores mayores. A mi lado, un pareja de ancianos consiguió sillas; de la pareja de maduritos situada a mi izquierda, el caballero se cansó de no encontrar la postura adecuada y hacia la mitad del concierto, desistió y abandonó la sala; y a la derecha tenía a una pareja joven formada por un indio, de la India, y una alemana que durante las interpretaciones de las piezas parecía quedarse dormida, pero en cuanto acababan, se levantaba y aplaudía con sumo entusiasmo. Visto desde la altura a la que yo podía verlo, todo eran piernas y rodillas (con perdón), blancas la mayoría, de un blanco papel folio, y cortos vestiditos de flores, de manga corta y ajustados a la cintura, que las espectadoras lucían con libertad.
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Pero disfrutamos tanto con la música que pedimos varios bises, lo que las intérpretes nos concedieron en un par de ocasiones. En fin, como dice el refrán catalán "per presumir, s'ha de patir...". Me imagino que no hace falta que lo traduzca. Después, nos quedamos a cenar junto al canal. ¿Menú? Una cerveza de trigo y una rica salchicha hecha a la brasa. Y la grata conversación de los amigos, claro.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy "nuestro",muy "nuestro" :)))
Me encanta cómo lo has contado.
Yo la verdad es que adoro este país.
Besos

Pedro Herrero dijo...

A eso le llamo yo una perfomance en toda la regla. Tus palabras consiguen que imagine la escena y envidie el privilegio de asistir a tan exótico acontecimiento. Es más (como algunos de nosotros somos tan insaciables –que diría Örkény), si me fuera dado cambiar al comedido Telemann por Stravinsky, me atrevo a imaginar esa misma visión de unas piernas abiertas en decúbito supino, apenas ocultas bajo un vestidito alegremente floreado, a los sones de la Consagración de la Primavera. Claro está, presentando luego todas las disculpas que fueran necesarias, no faltaría más.

Francesc Cornadó dijo...

Seguramente buen concierto, bien por la apuesta de modernidad en cuanto a la puesta en escena, hebría que hacer, sin embargo, una reflexión sobre la comodidad, no en vano los viejecitos se cansaron y la pareja de jóvenes parece que se durmió.
A veces los músicos han se sufrir las consecuencias de una escenografía o puesta en escena que se sobrepone a la obra musical, de todas maneras, bien por el riesgo, la alternativa y la modernidad.

Salud

Francesc Cornadó