viernes, 18 de junio de 2010

Woody Allen en su nave de los locos

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Los tiempos cambian y lo más parecido a una nave de los locos a la que se ha subido Woody Allen es el coche que lo lleva a una pequeña Universidad, Adair College, donde en su película Desmontando a Harry (1997), el escritor de éxito Harry Block va a ser homenajeado. Se trata del mismo centro académico del que fue expulsado cuando era estudiante...
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En ese disparatado coche viaja su hijo Hilly, a quien Harry/Allen ha secuestrado porque su exmujer no le ha dado permiso para que lo acompañase a la celebración; Cookie, una puta negra vestida (es un decir) de color fucsia, quien el día anterior le ha prestado sus servicios; y Richard, un viejo amigo casi tan hipocondríaco como el propio Allen, que morirá al final del trayecto.
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Harry y Cookie, además, acabarán esposados y detenidos. Ella por posesión de drogas y él por el secuestro de su hijo, un pequeño latoso, de tomo y lomo... Si puede decirse que el conjunto resulta inteligente, divertido y genial; el viaje, como eje central, es uno de sus mayores aciertos, y sin duda en él aparece la esencia de la mejor nave de los locos posible. No sé si el argumento debe mucho a Bergmann, como repiten los expertos (¡qué alivio ser sólo un espectador aficionado!), pero de ser cierto, lo que resulta evidente e importante es la maestría con la que Woody Allen se apropia de estos motivos, haciéndolos propios.
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La verdad es que no me hubiera importando viajar en ese coche, rumbo a una disparatada universidad americana donde seguro que habría una profesora de literatura española dando un curso sobre el machismo en el Quijote, o sobre cualquier otro tema no menos disparatado, pero tampoco menos de moda, lo que hubiera hecho las delicias de Woody Allen, Cookie y servidor de ustedes, siendo fuente de infinitos comentarios jocosos...
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3 comentarios:

Javier Puche dijo...

Celebro, Fernando, que hagas tan simpática mención a esta película de Allen, una de mis favoritas en su filmografía. Recuerdo que me encantó su estructura, pues la trama principal se interrumpe en numerosas ocasiones para proponer diversas microhistorias que conceden una extraordinaria riqueza y amenidad al conjunto. Algo así como si una novela estuviera entreverada de microrrelatos. Un saludo afectuoso.

Ginés S. Cutillas dijo...

A mi me gusta el diálogo entre Crystal (Larry el diablo) y Allen en el infierno.

- ¿Tiene calor? ¿Pongo el aire acondicionado?
- ¿Tienen aire acondicionado aquí?
- ¡Claro! Jode el ozono.

Gran película. De acuerdo con Hernan. El actor desenfocado de Robin Williams es en sí un microrrelato.

Gracias por la referencia del koala en la feria.

Abrazos,
Ginés

PPK dijo...

Magnífica película, como el 90% de su filmografía.